Mi historia en movimiento se caracteriza por la más pura mediocridad.
¿Sorprendida/o?
Espera, espera. Soy consciente de que la palabra mediocridad ha tomado un aire negativo.
Y yo no hablo de ese tipo de mediocridad.
Enseguida te cuento un poquito más. Si quieres entenderlo mejor, puedes descargarte gratuitamente mi ebook ¡VIVA LA MEDIOCRIDAD!. Te va a sorprender gratamente.
Pues eso, soy mediocre por definición.
No tengo talento alguno, ni lo necesito.
Soy una persona absolutamente normal, dentro de la media.
Y, aunque los expertos, los medios y las marcas se empeñen en lo contrario, me siento satisfecho con ello.
Prefiero hacer un poquito de todo medio bien que especializarme en cualquier cosa y pagar las consecuencias.
¡Quiero seguir siendo mediocre!
(Ejemplo de gimnasia mediocre. Jamás tendré el nivel de un gimnasta. ¿Y qué?)
No lo sabía hasta hace relativamente poco tiempo, pero llevo toda la vida centrado en un solo foco: el movimiento.
Durante mi infancia y adolescencia, como prototipo de niño tímido, torpe y pre-obeso, sufrí los traumas de una educación física pobre e incompleta, consecuencia de nuestra cultura, superficial y vacía, la de la cantidad y la estética.
Superada la adolescencia, cuando ya toca espabilarse, me adentré en el mundo del fitness y trabajé algunos años como entrenador personal en gimnasios y empresas, hasta que en 2007 fundé mi propio centro de entrenamiento personal. Pensé que la personalización del fitness era lo que la media necesitaba, pero me equivoqué. El fitness en sí mismo no tenía sentido. Nacieron en mi cabeza las ideas que darían pie a todo lo que ha venido después.
Pasados los treinta empecé a desviarme. El entrenamiento personal convencional no solucionaba el problema de la irresponsabilidad física de la mayoría de las personas y el sinsentido que todavía hoy habitan en los gimnasios, los espejos, los eventos deportivos y carreras populares, y los medios líderes de audiencia. La mayoría de los PT’s nos habíamos convertido en niñeras o sherpas, contadores de repeticiones. Yo no quería seguir siéndolo. Fue entonces cuando estudié el Método Natural de Educación Física y me enamoré de la Locomoción Natural, para más tarde zambullirme en la cultura del movimiento.
Actualmente, a mis treinta y nueve, me dedico a enseñar a las personas no solamente a entrenar o a hacer ejercicio o deporte, sino a moverse más y mejor, desde la responsabilidad propia, la conciencia y el autoconocimiento, el aprendizaje infinito, y el compromiso y trabajo diarios.
Con tal de enseñar con coherencia y desde la sensatez, soy profesor el 5% del tiempo y alumno el 95% restante.
M de Movimiento y el Laboratorio
M de Movimiento es mi «bloc de notas» personal, un compendio de experiencias, reflexiones, ejercicios y opiniones.
El Laboratorio de Movimiento es mi «lugar de trabajo». Allí enseño y entreno a los verdaderos protagonistas de todo este jaleo, los que con cariño llamo (ellos lo saben) mediocres extraordinarios.
La élite, sus pretensiones y el ego se quedan en la puerta.
Ellos y ellas son personas que se mueven en la media y están satisfechos en la media, lo que las hace inusuales, singulares, para las que el nivel que tienen o el peso que levantan o los kilómetros que recorren o las repeticiones poco importan, apostando por la diversidad y la complejidad de movimiento como estilo de vida, frente a la especialización y el perfeccionismo, haciendo compatible la mediocridad intencionada con la calidad y la excelencia.
Un lema nos mueve:
Me muevo, luego existo.