Te han engañado. Nos han engañado. Nos hemos engañado.
A mis treinta y seis, después del odio y los llantos por las clases de «gimnasia» del colegio, después de los complejos físicos de la adolescencia que solo desaparecían durante mis entrenamientos de taekwondo, después de las comidas compulsivas y la falta de autoestima de alrededor de los veinte que me empujaron a perder más de treinta kilos en un año a base de pseudo-salud de revista, después de diez años trabajando sesenta horas a la semana en la industria del fitness y emborracharme de entrenamiento ¿funcioqué?, después de semi-liberarme a los treinta a través del Método Natural de Hébert…
A mis treinta y seis… empiezo a moverme.
Una cultura y educación física exageradamente limitadas, rígidas, estructuradas, robóticas nos han convencido de que a todo lo que podemos aspirar como cuerpos, como seres móviles es al fitness, al deporte y al «hacer ejercicio». Algo así como un trabajo fijo, una hipoteca y la parejita.
Entre otras, las dos constantes básicas de esta cárcel sociocultural son el tono, la dureza, confundidos con la fuerza, y la cantidad, medible, ya sea en forma de discos levantados, series ejecutadas, kilómetros recorridos, kilos en la báscula o centímetros de cintura o bíceps, cualquiera de estos hitos alcanzados gracias a un programa, un plan.
Comprender el contexto es fundamental. Otros dos pilares de nuestra cultura son las apariencias, la estética, cubierta por el tono, y el consumo y el rendimiento, que justifican la necesidad de un mapa específico a seguir para conseguir los objetivos, algo que, por supuesto, alguien diseñará para… vendértelo.
Cualquiera con cierta capacidad de perspectiva temporal ya sabe que nuestra historia es cíclica. Hubo un momento en que lo rígido pudo tener su utilidad. Afortunadamente, aunque nosotros hayamos heredado toda esa basura mecanicista generada en la Revolución Industrial, nos ha tocado la fase de liberación.
Como nos chiflan los números… Si el movimiento pesa diez kilos, la parte correspondiente al trío fitness-deporte-ejercicio no supera los diez gramos.
Ablandarse e improvisar vs. endurecerse y seguir un plan
Entonces, si nos movemos, es para ganar tono muscular, fuerza, resistencia, robustez, tersura. Culos, piernas, brazos, abdomen prietos. Los patrones se repiten y simplifican hasta la extenuación. Robots monoarticulares monoplanares. Y cardio y dieta para que sea visible.
Y entonces, como somos unos ignorantes pero bien educados que no sabemos ni cómo funciona nuestro cuerpo, aunque sí podemos recitar de memoria las capitales europeas que, por otro lado, tenemos al alcance de un clic en Google, para conseguir convertirnos en hombres y mujeres fit debemos obedecer el griterío de un entrenador personal o monitor, los designios de un programa de entrenamiento o las normas y los árbitros de un deporte.
Si tenemos éxito, nos ponemos duros y «rajados», definidos. Si no, habrá que seguir buscando –o comprando.
Puede que esto tenga sentido, alguno, incluso beneficios, por qué no.
Pero una moneda tiene dos caras, y si solo apuestas por una, pierdes la mitad de las veces, seguro.
Demasiado riesgo cuando se trata de tu cuerpo o, mejor dicho, de ti mismo.
Y no pequemos en abusar de otro hábito digital, pensar en binario, unos y ceros, blanco y negro, una trampa en la que hemos caído para comunicarnos con las otras máquinas. Las de verdad. Digo.
Estoy harto de insistir en que series, repeticiones, ejercicios, normas, tempos, kilos, etc. son necesarios. Yo mismo los sigo. Yo mismo los prescribo. Y los vendo, aunque con el propósito final de que te muevas y algún día me despidas, no de que hagas lo que yo te diga que tienes que hacer. Es una manera eficaz y segura de rehabilitarse, de reconectarse, de re-moverse.
Pero ¿qué pasa con nuestra balanza humana si solo añadimos a uno de sus platillos series, repeticiones, ejercicios, normas, tiempos, kilos… dureza y planes?
¿Dónde quedan la capacidad de tomar decisiones sobre la marcha, gestionar el caos y la incertidumbre, relajarse a propósito y con propósito, fluir, circular, deslizarse en silencio… ablandarse e improvisar?
¿Dónde está el movimiento?
Porque moverse, en lo más simple, siempre se trata de contraer y relajar, endurecer y ablandar.
Una muestra analítica…
Y moverse, en lo más complejo, es un proceso multi-planar, multi-direccional, multi-articular, sistémico y, la mayor parte del tiempo, espontáneo.
Mi primera improvisación + ablandamiento
A mis treinta y seis he aceptado que llego tarde… ¡O no!
Mientras había dedicado, como todos, mi vida a endurecerme y hacer y seguir planes, física y mentalmente, o sea, a ser un «hombre hecho y derecho», una buena parte de mi práctica en los últimos meses ha consistido en ablandarme e improvisar. Bueno, improvisar no, porque antes, para aprender, uno debe analizar y secuenciar –otro día me alargo en esto, pero ¿veis que esa parte también es necesaria?.
Y, aunque esta idea puede desarrollarse de muchas formas, no hay nada mejor que hacerlo en el suelo –al fin y al cabo, como la vida misma, el suelo siempre será más duro que tú, por lo que no te queda otra que ser todo lo blando que puedas y «tirar palante» con lo que te encuentres y como mejor sepas.
Algunos menospreciarán este trabajo por dos motivos.
- Se opone diametralmente al desarrollo de la dureza y los planes. Es una pérdida de tiempo, según ellos.
- El nivel de ejecución mostrado es mediocre.
No pasa nada. Lo comprendo, lo acepto, lo respeto y… me da absolutamente igual.
Por un lado, parece mentira que aún no me sigan en Instagram o Facebook… Paso tantas horas endureciéndome según mis propios planes como ablandándome como mejor me convenga en cada momento.
Y por otro, para quien empiece a comprender que en esto de moverse ser un mediocre intencionadamente es lo mejor que se puede pretender, al contrario de especializarse, solo puedo decir: prueba, experimenta, haz de todo un poquito, deja tu ego a un lado, sé un novato a menudo, aprende cada día algo nuevo, muévete mal, esfuérzate para moverte bien y cuando empieces a moverte algo mejor que bien déjalo ir y empieza a moverte mal en otro sentido, y disfruta de toda esta libertad.
En fin, en el caso particular de hoy, mi primera improvisación de suelo, es mucho mejor moverse improvisado, blando y mediocre, que no poder hacerlo en absoluto.
(Fits disclaimer: no me responsabilizo de que os tiréis al suelo, os ablandéis, empecéis a rodar, os guste y os siente fenomenal)
![]() Accede a los programas gratuitos de bienvenida y empieza a entrenar tu movilidad, tu fuerza y tu habilidad con cabeza. ¡Muévete! |