Cuando bajé de 106.5 a 76 kilos

De hecho, unos años después volví a subir hasta 95.

Y volví a bajar a alrededor de 79, donde me quedé ya hasta ahora, que siempre rondo el mismo peso.

Esto último fue en 2008.

Bueno.

Si llevas tiempo leyéndome, y si no te lo resumo ahora, ya sabes que “de jovencito”:

  • Siempre fui una persona con “tendencia” al sobrepeso.
  • Siempre me consideraron una persona torpe, patosa, no muy dada para lo de moverse.
  • Tuve serios problemas de compulsión con la comida.
  • Y en las Navidades del 2000 batí mi PR, mi marca personal en la báscula, 106.5kg.

Recuerdo que ese día mi padre me preguntó si había pasado de los 100.

Yo le dije que sí.

Que pesaba 102kg.

Cómo somos los seres humanos…

Estas últimas semanas ha coincidido que varias personas me han preguntado por el efecto del entrenamiento de la fuerza en el peso corporal.

Y que si entrenaban fuerza iban a adelgazar.

Las entiendo desde lo más profundo.

Las preocupaciones y las preguntas.

Aunque, poniendo la franqueza por delante, siempre termino respondiendo lo mismo:

Y yo qué sé si vas a adelgazar.

En mi opinión, existe una “comprensión superior” en estos temas.

Es esta:

Hay cosas que se necesitan hacer y se deben hacer.

Son pocas, muchas menos de las que solemos pensar y/o nos intentan vender.

Pero las hay.

Exponerse con cierta frecuencia (no mucha) a esfuerzos vigorosos, que podrían catalogarse como “de fuerza”, es una de ellas.

¿Para adelgazar?

No.

Para que las cosas “funcionen bien”.

Esto es lo único que necesitas y debes saber.

Y hacer.

¿Que esto va a tener repercusiones (diremos que) positivas en tu peso corporal?

Muy probablemente.

¿Porque la fuerza adelgaza?

No.

Porque la fuerza, entre otro millón de cosas, hace que las cosas “funcionen bien”.

Cuando me topé con ese récord de 106.5kg a tres meses de cumplir los 20 años, dije:

—Es suficiente. Basta ya.

Me moví.

Me puse a hacer cosas —diferentes de las que había hecho hasta entonces; si no, caca de la vaca.

Entre otras, volví a “hacer ejercicio”.

(Lo había dejado por más de un año para centrarme en la universidad, en una carrera que me estaba sentando como el culo. Madre mía…).

Y en parte, aquel “ejercicio”, cómo no, consistía en entrenamiento de fuerza.

Al cabo de un año y tres meses me había quitado de encima 30 kilazos.

¿Los adelgacé por entrenar la fuerza?

No.

Pero la fuerza era una de las muchas cosas que cambié y adopté como parte de mi estilo de vida.

Un enfoque viable, conciliable y suficientemente flexible para adoptarlo de por vida y que no provoque demasiada fricción con la vida de una persona normal lo vemos aquí:

Calistenia Minimalista – Antiprograma de Fuerza de Brazos y Piernas

Rober

PD: en 2007-2008 pasé por una época emocionalmente muy difícil, turbia, oscura. Se despertaron viejos demonios, lo que me llevó a abandonarme en ciertos aspectos, incluido el “entrenamiento”. Subí a 96. Luego volví a reordenar mis necesidades y deberes, pocos, pero importantes. El resto ha sido historia… y mantener la cabeza y el espíritu (más o menos) en su sitio.