​Lo que más miedo me da de la educación de mi hija

No me enrollaré.

Porque es evidente y lo he explicado mil veces.

Está más claro que el agua:

Nos quieren obedientes, dependientes y sumisos.

De ahí que nos hayan (no) educado como lo han hecho.

Para que hagamos lo que nos dicen, pidamos permiso o necesitemos supervisión.

La autonomía y la libertad (y el compromiso y la responsabilidad que requieren) brillan por su ausencia.

En todos los ámbitos.

El movimiento no es una excepción.

Hace cosa de un año tenía una conversación con mi hija, cuando rondaba los 3 años y 9 meses.

Hablábamos de cuando tiene miedo de hacer algo.

De lo corporal y de lo no tan corporal.

De saltar entre los bloques del mini-parque de parkour al que vamos por las mañanas antes de entrar al cole.

De subirse a lo más alto de la estructura de cuerdas de la playa.

De cantar en público.

De saludar a Ángel, el conserje.

Me decía que esas cosas le dan miedo.

Yo le decía que está bien, que no pasa nada por tener miedo.

Y dos cosas más:

  1. Que, a pesar del miedo, las puede hacer.
  2. Y que, de hacerlas, lo más probable es que descubra que no eran para tanto y que, de hecho, quizá para ella sería muy guay saltar entre los bloques, cantar en público y decirle bon dia a Ángel, pero que no lo sabría hasta que no lo intentara.

Hay una cosa que me da miedo sobre la educación que recibe Abril, también incluyendo lo que puedo traspasarle yo.

Para nada tiene que ver con no tener miedo, con «​no tengas miedo»​.

Ten miedo, cariño, todo el que quieras.

Es más, te van a meter mucho miedo, me da la sensación de que cada vez más.

Incluso yo, sin darme cuenta, puede que te lo transmita en alguna ocasión.

Es inevitable.

Venga de dónde venga, el miedo te va a acompañar todos los días, toda tu vida.

Pero que no te duerma, que no mate tu curiosidad, que no te quite las ganas de vivir para sustituirlas por (las ilusiones de) control, certidumbre y seguridad.

Al contrario, por qué no, con cabeza, no a lo loco, si ves que lo que hay detrás de ese miedo puede conectar contigo, muévete hacia él.

No tienes por qué obedecerle, depender de él, dejar que te someta.

Ten iniciativa, interés, inquietud.

Baila con las resistencias, juega y explora con la vida, y ejerce y ejercita tu libertad.

Lo que más temo es que mi hija (y cualquiera) se mueva más por miedo que por… ¡la vida!

Cada uno de nosotros, con nuestro movimiento, alimentamos una cosa o la otra.

Y, desde luego, el no movimiento, la no exposición, la no exploración…

…y anclarse en la repetición pautada y exhaustiva de lo “conocido”, lo controlado, lo “seguro”…

…es la mayor garantía para convertirse en un autómata, sentirse un ser vacío y, algún día, echar la vista atrás y darse cuenta de cuánta vida se ha desperdiciado por el camino.

Por miedo.

En otros ámbitos no sé.

Pero en el ámbito del movimiento, puedes moverte hacia otras direcciones que no son el “ejercicio” (del miedo).

Aquí:

Cursos del Laboratorio de Movimiento

Rober Sánchez