Me gusta mirar la boca de la nueva camarera guapa

Hay nueva camarera en mi cafetería de las mañanas.

Es guapa la muchacha.

De hecho, ahora mismo la estoy mirando y lo puedo confirmar.

Así como lo siguiente:

No sabe lo que le espera.

Porque ella…

Es que solo hay que verla.

Sus gestos, su postura, sus ojos, su cuerpo.

Y lo que hace con la boca.

Me gusta mirarla.

Aunque también me da pena.

Se llama Perla.

Es jovencita.

Debe tener dieciocho o diecinueve.

Mulata, metro setenta, pelo negro intuyo que muy largo por el tamaño de su moño.

Lleva tres o cuatro días.

Y es un no parar.

El horno, el almacén, la cafetera, el lavaplatos, la caja…

Tiene a Yen, la encargada, todo el rato detrás.

Le va enseñando.

Y Perla, con los ojos bien abiertos y el cuerpo atento, predispuesto, va haciendo las tareas con tanta iniciativa.

Y lo más guay:

Lo que hace, lo repasa con la boca, verbalizándolo.

Se repite a sí misma lo que le dice Yen, o lo que teclea en la caja, para interiorizarlo.

Se le nota entusiasmada, con ganas, poniendo todo de sí misma para hacerlo bien.

Y entre tanto, además, le da tiempo a sonreír y hacer coñas y ser amable.

Es una lástima.

Dentro de unos días, no mucho, su cuerpo, sus ojos, sus gestos, su postura, su boca cambiarán.

Y su humor.

¿Lo sé porque soy futurólogo?

No.

Es porque lo he visto cientos de veces.

No voy a entrar en el ritmo que llevan, el (mal)trato de algunos clientes, (adivino que) las condiciones de los contratos…

Hacen que el personal no dure mucho.

Pero hay otra cuestión que es impepinable:

Ahora está con la novedad, aprendiendo un montón de cosas nuevas.

Inevitablemente pasándoselo bien (a pesar de que sea un «trabajo»).

Y eso se traduce en lo que se ve en su cuerpo y sus movimientos y predisposición, entusiasmo, energía.

Pero…

Con el tiempo, muy poco tiempo, el modo aprendizaje desaparecerá.

Lo hará todo automáticamente.

Sus jornadas y semanas y meses se le harán monótonas, tediosas, aburridas, pesadas.

Y perderá la frescura, la iniciativa, ese cuerpo tan abierto.

*Aunque me ha contado una cosa muy guay…

Todo esto, cómo no, me hace pensar en lo de «hacer ejercicio».

Todos nos sabemos la historia.

Hay quien se pasará 30 o 40 años dale que te pego con lo mismo.

Disciplinadamente, porque no hay otra manera de aguantarlo.

Y su gesto, su postura, sus ojos, su sonrisa, su humor, su cuerpo…

Pasará lo que tenga que pasar, vaya.

Para que no te pase a ti creo que te puede interesar esto:

La Práctica. Exploración – Aprendizaje – Diversión

Rober

PD: Perla me ha chivado que está estudiando psicología y que se lo pasa pipa aprendiendo cómo funciona la mente humana. Si pone la actitud que le veo estos días, seguro que le irá bien.