Freud, en mi opinión, tiene un problema.
A pesar de sus buenas y creo que acertadas intenciones en su propuesta de autoconocimiento, cosa que considero indispensable, abusa de una cosa.
¿De referencias secsuales?
Para nada.
Del placer carnal se puede aprender muchísimo de uno mismo, también sobre movimiento.
Del relato.
Le da demasiada importancia a la narrativa –cosa que te aleja taaanto del cuerpo.
De hecho, es algo que choca de frente con otra de sus tesis.
La psicología de masas –según él mismo.
La suya, quiero decir.
Que hay muchas vertientes para esta perspectiva psicológica.
La premisa es clara.
El ser humano es gregario por instinto.
Y eso, como todo en esta experiencia dual que llamamos vida, tiene sus pros y sus contras.
El gran pro:
Moverse en grupo cuesta menos, a menudo cero.
O, desde la orilla opuesta, moverse por uno mismo cuesta un mundo, y más si es a contracorriente social.
El gran contra es más evidente todavía:
¿Qué pasa si el movimiento colectivo es una caca pinchada en un palo?
Pues que tienes todas las papeletas para cagarla.
Fíjate, por ejemplo, en las dos corrientes más habituales:
- No hacer nada de nada.
- Hacer lo que “todo el mundo hace”.
Lo matizo en términos de movimiento, venga:
- Sedentarismo absoluto.
- “Hacer ejercicio” a base de patrones repetitivos, monótonos, extenuantes y especialmente estáticos a nivel de columna, por mucho fit que aparente estar el cuerpo.
Luego vienen las sorpresas que, en realidad, se podían prever con años luz de antelación.
¿Cómo no?
¿Cómo no iban a ser mayoría las columnas rígidas, oxidadas, acartonadas, y todas las consecuencias nefastas de tanto inmovilismo?
¿Qué te diría Freud, si fuera tu caso?
Que para ser libre optaras por la disidencia.
O, dicho de otro modo, salir por patas de las convenciones grupales.
Porque para tus intereses, en este caso para tener una columna que se mueve libremente y con fluidez, ligereza, soltura, tendrías que hacer lo contrario de lo que hace la gran masa.
En resumen: rebelarte.
Al fin y al cabo, todo lo colectivo es la suma de un puñado de individualidades.
Tú mismo eliges cuál es la semilla que aportas al mundo y en qué grupo te metes.
Desde tu propio movimiento.
Para este caso, las personas que pueden mover su columna y moverse desde la columna con confianza, libertad y gustillo.
O las que no.
Para estar en el primer grupo que no depende de grupos como individuo autónomo, independiente y ciertamente rebelde:
Curso de Movilidad de Columna. Liberación – Control – Fluidez
Rober
PD: hay algo más chulo que los individuos disidentes y, claro, mucho más que los grupos gregarios.
Son los disidentes que se unen con su grupo de iguales no porque lo necesiten, sino porque simplemente quieren compartir su camino –durante un ratito.
Sin ánimo de influir y sin dejarse influir.
Siempre desde su conciencia y responsabilidad individual.
Para centrarte en tu columna y movimiento sin importante lo de los demás, y después compartirte con quién te dé la gana sin restricciones para disfrutar de la vida, ve al enlace.
En el enlace.