El yoga te fallará. Qué hacer

Por dios, mucha atención con la posdata de hoy en relación a lo que voy a explicar ahora.

Hace unos días, cuando hablaba con los yoguis flexibles pero tochos, muy libres y capaces pero poco hábiles en términos de coordinación y fluidez vertebral, olvidé algo.

A mí me parece muy bien que hagas yoga, en serio.

Sobre todo desde el punto de vista del “ritmo” y de la conciencia corporal.

Chapó. De verdad.

Ahora, creo que vale la pena ser consciente de qué nos aporta (y que no nos aporta) todo lo que practicamos, cómo nos movemos.

De ahí la confusión entre la capacidad, el “nivel” de flexibilidad al flexionar y extender y rotar e inclinar la columna,

y la habilidad de moverla con continuidad y armonía cuando la cosa se torna compleja,

tanto a nivel local, a cachos, como global,

y más cuando los patrones no son tan simples, puros, y consisten más bien en deslizar y ondular las vértebras y generar espirales.

De improvisar en todas sus posibilidades y dejarse de pautas y rutinas y secuencias chachipirulis mejor no hablamos.

(Pero, ojo, que es el gran propósito final del curso).

¡Entonces!

Lo que olvidé ayer.

Sirve para el yoga.

También para casos primos-hermanos en naturaleza.

Generalmente cualquier tipo de baile, danza y también Pilates.

En personas normales, no profesionales, claro.

En tal caso la lección me la daría la élite a mí, cómo no.

¿Qué olvidé?

Bueno.

Todas estas prácticas, como persona normal, son intencionadas.

¿Qué quiere decir?

Que requieren de un bloque de tiempo y energía vamos a decir notable en tu agenda.

Más si acudes a clases grupales o requiere de una instalación o un espacio en concreto.

En definitiva, una manera de practicar que está muy bien (yo soy el primero) pero que en cualquier momento puede verse afectada por un imprevisto de persona normal y…

…a tomar por XXXX.

Pobrecica columna.

Cuando ni que sea como complemento, como recurso extra que puedes tener en tu enorme caja de herramientas de movimiento, podrías optar por estar de pie en cualquier sitio y por un brevísimo espacio de tiempo, sin esterilla ni nada,

y nutrir de una manera tan rica, diversa, compleja y estimulante a tus vértebras.

Eso es: de manera integrada, incrustada en tu día a día.

A la carta o cuando una parte de tu columna lo solicite.

Que tú, yogui / pilatero / danzarín, además, gracias a tu práctica consciente es algo que tienes mucho más por la mano y te das cuenta enseguida.

Pues eso.

Que había olvidado que en paralelo al desarrollo del Curso de Movilidad de Columna discurre un «plan», un proyecto personal de integración de todo lo propuesto.

Rober

PD: cuando hablo de liberación, más allá de la liberación “mecánica” de la columna, también me refiero a la libertad de moverla en cualquier momento sin necesidad de una “disciplina” de por medio, con todo lo que implica sobre todo a nivel logístico y temporal.

De ahí mi insistencia en la integración.

Cinco minutitos dónde estés y listos.

Es lo que te da más libertad, lo que te libera más en este sentido. En el enlace.