El otro día me escribió Carmen, una hater yogui resentida que de vez en cuando intenta freírme con su odio.
Tiene un puntito de masoquista.
Miro por aquí dentro las estadísticas y ¡lee mi correo todos los días!
Intento comprenderla, pero la cabeza no me da.
Con todo lo que me odia, ¿por qué me lee a diario?
Ni mis mejores fans leen todos mis correos.
En fin…
Entre otras lindezas, con un tono tirando a agresivo (yogui pero agresivo) toda indignada me decía:
«Tú lo que quieres es ganar dinero».
Ostras Carmen…
Tu picardía me deja asombrado.
Me has descubierto.
Soy un tipo normal que tiene como trabajo un negocio online y quiere ganar dinero.
Lo reconozco.
Gracias por destapar mis oscuras intenciones.
Y gracias, también, porque esto me sirve para explicar que, a pesar de ello, seguiré siendo pobre por un defecto.
A ver.
Este es uno de esos correos en los que, dependiendo de la semántica subjetiva y las varas de medir de cada cual, habrá quien se moleste y le escueza y se ofenda y tal.
¿Pobre? ¿Qué es ser pobre?
Pues yo mismo.
Según lo que explicaré.
Cosa que te puede ahorrar una cosa importante para ti:
Dinero.
Es por un defecto de mi curso.
Así que podrías ahorrártelo.
Y yo seguir siendo más pobre que tú y tú más rico que yo.
Podrías pensar que el defecto es ser normal.
Ser una persona normal, digo.
Entonces sería normal seguir siendo pobre.
Pero no.
Conozco muchas personas normales que no son pobres.
En términos de negocios, quiero decir, cuidado.
Las cosas van muy bien por aquí y soy un privilegiado.
Los tres básicos están cubiertos: techo, comida y cobijo.
Hay coche, vacaciones, piscina comunitaria, conserje, cines, ropa de sobra y otros caprichos.
Y tenemos ahorros para vivir unos tres años sin trabajar.
Pero vaya, que no he llegado al “nivel” de compis míos.
Amigos y conocidos emprendedores online que literalmente se han forrado.
Siendo normales, digo.
Para ellos sigo siendo pobre.
Y para los gurús del marketing que se ríen de que tengo un Dacia todavía más.
Es lo que hay.
Y sé por qué es.
Por dos razones.
La primera es que ellos son más listos que yo para los negocios.
De eso no hay ninguna duda.
Si no, estaría en su lugar.
Mi máxima admiración y respeto, si ese era el objetivo.
Tener un negocio de éxito y que diera mucho dinero, digo.
Ellos saben hacerlo y yo no.
Pero este no es el defecto.
Son cosas que pasan, que son, sin más.
El defecto es la segunda razón por la que seguiré siendo, ya entre comillas y para entendernos de tú a tú, “pobre”.
¡Y qué digo!
Ahora que caigo, no es un defecto.
¡¡Son dos!!
El Curso de Movilidad de Columna, que tiene los propósitos de:
- Liberarte de la rigidez, la tensión, el entumecimiento, la oxidación vertebral.
- Que mejores tu conciencia vertebral y sepas mover tu columna a voluntad y con control.
- Que, de manera cada vez más compleja y diversa, alimentes y muevas tu columna con continuidad, fluidez, armonía –y, en consecuencia, todo tu cuerpo,
y así disfrutes mucho más de la vida en movimiento hagas lo que hagas,
sin sentirte limitado y con plena confianza,
por no hablar del bienestar y gustirrinín resultante,
(Defecto 1)
No tiene ni un truco chachipiruli.
Ni uno.
No hay épica y no te hará alcanzar tu mejor versión.
(Defecto 2)
Y no se ve.
No hay nada que enseñar a los demás, ni a ti mismo en el espejo.
Lo que te dará no se puede medir con números.
Subirás un vídeo a Instagram y tus seguidores como mucho le darán al like por inercia o compromiso.
Lo siento.
¡¿Pero por qué?!
¡¡¿¿Por qué vendo algo que ya sé que por defecto no va a sacarme de pobre??!!
Porque durante más de una década ya estuve ahí.
En la superficialidad y el tuntún y los números y la épica y el dinero tirado y vacío.
Y porque lo que enseño en este curso, aunque lo puedes llevar a un “nivelazo” (en serio) que no alcanzará jamás ni el 0,0001% de la población, es algo que:
- Se basa en algo más sutil y profundo, individual, íntimo, como todas las cosas buenas que valen la pena.
- Se plantea respetando los principios de tolerancia y sostenibilidad.
- Lo podrás adaptar a tu estado corporal sea cual sea hoy y en el futuro.
- Y lo podrás aplicar y practicar hasta el último de tus días. Hasta el último de los últimos, digo.
Bueno.
Pues pobres o ricos, es posible contar con una columna (y un cuerpo) que se mueven libremente, sin restricciones, y encima con elegancia hasta el final.
Aquí:
Curso de Movilidad de Columna. Liberación – Control – Fluidez
Rober
PD: ¿Preocupado por la longevidad? Adaptabilidad, tolerancia y sostenibilidad van de la mano. Épica y demostraciones egóticas son malas compañeras de viaje. En el enlace.