¿Son necesarias las movilizaciones articulares?

Anexo 3.1 del proyecto Cómo moverte con un bebé (o una vida de alta demanda)

Allá por 2010, para ser exactos el 3 de julio, cuando todavía éramos libres (sin hijos), Meli y yo fuimos a una boda de unos buenos amigos.

Tanto tanto que hicimos una cosa que por nuestra naturaleza tirando a introvertida y prudente siempre evitamos:

Llamar la atención.

Habíamos estado ensayando durante semanas.

Yo con mi instrumento.

Meli tarareando todo el santo día.

Y llegó el momento.

La wedding planner nos echa una mirada para avisarnos de que nos toca.

Nos levantamos.

Agarro la guitarra que tenía escondida debajo de la mesa.

Y nos acercamos a la mesa de los novios.

Collons, lo paso muy mal yo con estas cosas.

Soy extremadamente vergonzoso y, aunque en ocasiones forme parte de mi trabajo, no disfruto especialmente con lo de hacer cosas en público, ni siquiera hablar.

Por suerte, al menos esta vez no tenía que abrir la boca.

Solo tocar.

Nos colocamos al lado de los novios, sorprendidos, expectantes.

No sabían nada.

Yo sentado, Meli de pie a mi lado.

Unas doscientas personas mirando.

Y…

Deslizo la púa por las cuerdas de mi guitarra acústica chachipiruli.

¡¡¡Ggggrrrrrññññññjjjjjj…!!!

Mi—er—da.

¿Se puede hacer más el ridículo?

Camisa, 3 de julio, calor importante, colorado como un tomate a punto de implosionar.

La guitarra había estado parte de la mañana en el coche, al sol.

Y estaba completamente desafinada.

Y yo no lo había comprobado.

Error de principiante.

Músicos del mundo, os suplico piedad.

¿Son necesarias las movilizaciones articulares?

Por lo general, la mayoría de las personas, como piensan (y no las culpo) en términos de “ejercicio”, “salud” y esas cosas raras que en el fondo poco tienen que ver con la práctica de movimiento, incluyendo las que están actualizadas en “evidencia científica”, al preguntarse historias alrededor de la palabra necesidad o de lo necesario que es tal o cual propuesta física, pues eso, como la cosas se observan desde la superficie, incluso se puede llegar a la conclusión de que, por ejemplo, las movilizaciones articulares no son necesarias, sino un invento más de la industria.

Y claro, como es algo que está “demostrado científicamente”, se ríen y todo de los que hacemos círculos con el cuello o meneamos las caderas antes de movernos.

Vale…

Es una analogía que he utilizado muchísimas veces y creo que de esta manera se entiende muy bien.

De hecho, es super curioso porque, por ejemplo, hay muchísimos músicos que, dada la naturaleza sedentaria de su trabajo pero, al mismo tiempo, la demanda específica que requiere su arte desde un punto de vista articular (“abusar” de gestos repetitivos, tener que mantener tal o cual postura durante mucho tiempo, incluso sujetar un instrumento, etc.), se apuntan sobre todo a mi curso de Movilidad Natural.

Música, instrumentos, rídiculo en una boda…

¿Qué tiene esto que ver con las movilizaciones articulares?

¿Y cómo responde a la NECESIDAD?

Se puede intuir, si se sigue el hilo conductor del Capítulo 3.

El cuerpo es el instrumento, para mí la guitarra.

Antes de tocarla, ¿por qué no dedicar cinco minutos cada mañana a afinarla y explorar algunas escalas?

Nada, poca cosa.

A veces de forma más “formal”, y otras más improvisada.

Y que los dedos se despierten junto a ella, para pillarle un poco el tacto.

**(Cualquiera que toque un instrumento sabe que cada día tiene un “estado” distinto, así como uno mismo).

Y comprobar qué tal nos vamos a llevar la guitarra y yo ese día.

Bueno…

¿”Necesario”?

No lo sé.

¿Una posibilidad interesante, tremendamente útil?

En mi opinión, sí.

De hecho, el día de la boda me habría ahorrado un buen sofocón.

Y qué bonito es, en realidad, con una cosita tan simple como la afinación, ese momento de simbiosis entre el instrumento y el músico.

O entre el cuerpo y uno mismo, según lo mires.

Rober Sánchez