​Liberarse de la rigidez no empieza así

No empieza así, no.

Quiero decir…

*Lección brutal esta.

Tú quieres liberarte de esa sensación.

Rigidez, tochura, oxidación, crucrucru, lo que sea que esté ordenando tu cerebro.

Ni tus músculos ni tus articulaciones, cuidado, aunque lo sientas ahí.

Pero vaya, esa es una lección para otro día.

Lo importante, lo desagradable:

Tú sientes eso, te fastidia, no te deja moverte con libertad.

¿Y qué haces?

Lo lógico.

Intentar liberarte, o librarte, o las dos.

Pues empiezas mal.

¿Por qué?

Te cuento:

Si tienes perro lo entenderás más fácil.

Con los críos pequeños pasa algo parecido.

Pero, por aquello de no ofender, tiremos de perros.

Tú vas con tu perro.

A casa de un amigo, un vecino, tu novia, tus suegros.

Tú puede que hayas estado ya.

Tu perro nunca.

Entras.

Y le preguntas al anfitrión:

«¿Te importa si lo suelto?».

El anfitrión, si no es idiota, te dará permiso:

«Claro, melón. Faltaría».

Correa fuera.

¿Qué hace el perro?

Menea el rabo como un ventilador.

Y empieza la búsqueda.

¿De qué?

De nada.

Pero desaparece en un pispás.

Se recorre todo el maldito piso.

Entra en todas las habitaciones, el lavabo, la cocina, el lavadero.

Olfateando desesperado todos los rincones.

Se mete debajo de las camas.

Lo rastrea absolutamente todo.

Hasta el cesto de la ropa sucia, con las bragas y los calzoncillos y todo.

¿Por qué?

¿¿Por qué??

¿Es un cotilla? ¿Un obseso? ¿Ha olido droga?

Nada de eso.

Es más intuitivo.

Quiere conocer —para reconocer.

Quiere saber dónde está, tomar referencias, enmarcar su espacio vital del momento.

Es de la única manera en que, a pesar de estar en un lugar cerrado y nuevo para él, de alguna manera se puede llegar a sentir libre.

Responde a la duda: ¿por dónde voy a poder moverme?

«Ah, vale. Lo reconozco. Lo conozco. Soy “libre”».

Es así como se empieza.

Al menos si pretendes hacerlo con cabeza, con inteligencia instintiva.

No del cualquier manera —​como se suele hacer y luego lo «normal» es que pase lo que pasa.

En Movilidad de Columna. Liberación – Control – Fluidez empezamos por ahí.

Por la liberación, como reza el título.

Pero antes de nada, conociendo y reconociendo.

Vértebra por vértebra en todas sus posibilidades.

Rober

PD: si no conoces de qué te quieres liberar y dónde y cómo lo necesitas en este caso con extrema precisión, ¿de qué lanzarte de primeras a hacer cosas al tuntún?

PD2: los peques más peques (luego se han puesto “límites”) hacen lo mismo pero peor… Porque saben abrir cajones y agarrar jarrones.

PD3: Ya sabes dónde.