Esta entrada del blog forma parte de una serie de tests que desarrollamos junto con los lectores hace un tiempo.
¿El resultado final? Un gran TEST de movimiento exclusivo para nuestr@s alumn@s del Laboratorio de Movimiento, nuestra plataforma de entrenamiento online.
Puedes acceder GRATIS haciendo clic en la foto:
Espero que haya quedado claro que lo más importante, básico, fundamental en esto de moverse es cubrir las necesidades para respetar cierta coherencia evolutiva en nuestra actividad física, capacidades, habilidades.
Sin embargo, y dadas las circunstancias actuales de nuestra historia cuando la cultura del movimiento que tenemos a nuestra disposición es tan amplia y diversa –miles de deportes, disciplinas físicas, danzas, artes marciales, etc.–, es muy difícil dibujar una línea exacta que delimite lo que es «natural» para el ser humano de lo que no lo es.
De hecho, personalmente, después de dedicar muchísimo tiempo al estudio, práctica y enseñanza del «movimiento natural», al mismo tiempo que explorando otros campos, he llegado a la conclusión de que todo, absolutamente todo es natural –incluso entrenar con máquinas o electroestimulación.
¿Acaso todo eso, y nosotros mismos, no hemos surgido de la propia naturaleza humana?
¿Cómo separa lo natural de lo que no lo es?
Cuando el hombre empezó a utilizar el fuego para cocinar (de pura chiripa), o se puso de pie, o se vistió, o empezó a hablar, en un momento dado… ¿no fue algo anti-natural?
Puede que hayamos transformado muchísimo la naturaleza, y que no se asemeje en nada a lo que era la vida –y el movimiento– hace 10.000 años, pero, al fin y al cabo, son más posibilidades, alternativas, y con ellas más riqueza, beneficios, desafíos.
El problema no es el qué, sino el cómo, el porqué, el para qué y la conciencia que envuelva a todas estas preguntas, respuestas y, sobre todo, puesta en práctica.
Dicho esto, una habilidad tildada de anti-natural es el equilibrio sobre las manos, algo para lo que, evidentemente, no estamos predispuestos evolutivamente, pero que, sin ninguna duda, aparte de acompañarnos durante siglos desde un punto de vista cultural, es una posibilidad más a tener en cuenta por su dificultad y los beneficios que nos puede reportar en muchísimos aspectos de nuestro movimiento, aunque solo sea pasar un buen rato haciendo algo diferente.
Este último test consiste en valorar tu equilibrio sobre las manos y, para ponerlo un poco más fácil, sobre la cabeza –contar con un tercer punto de apoyo lo hace mucho más sencillo.
No hay normas ni trampas.
Tómatelo como un juego.
Por precaución, solamente intenta no apoyar mucho peso sobre la cabeza. Si tienes tres puntos de apoyo aprovéchalo. Reparte el peso entre los tres. No dejes de hacer fuerza con los brazos en ningún momento.
Sigue las instrucciones del vídeo y experimenta a tu ritmo.
Test número 12, ¿no?
A estas alturas, ya habrás comprendido lo más importante –si no, me he explicado fatal.
Insisto, recalco, machaco. Tu nivel, si has conseguido esto o aquello, en sí no significa nada.
Lo más importante es lo que te llevas a nivel de experiencia, que entiendas por y para qué has realizado este o el otro reto, experimentes y sientas cada aspecto que hemos valorado, y extraigas tus propias conclusiones, personales, subjetivas.
Este test no va a ser una excepción.
¿Cómo te has sentido?
¿Has tenido miedo en algún momento?
¿Has llegado a despegar los pies del suelo, las rodillas de los codos? ¿Qué diferencias has percibido?
¿Notabas molestias en las muñecas, por ejemplo?
¿Te desorientabas o mareabas, o no sabías bien bien cómo estaba colocado tu cuerpo?
¿Tenías que hacer mucho esfuerzo o podías mantener el equilibrio con cierto relax?
¿Respirabas?
¿Cuánto has necesitado concentrarte para conseguir equilibrarte?
Ya ves que cuanto más complejo es un patrón y más reciente desde un punto de vista evolutivo, más aspectos puedes valorar respecto a tu sabiduría corporal, incluso también a nivel psicológico –miedo, atención, conciencia.
Desde luego, equilibrarse sobre las manos puede representar uno de los mayores desafíos de movimiento –o no movimiento– al que puedes enfrentarte, y los beneficios que puede reportarte son de los más diversos, desde lo propiamente mecánico –fuerza, movilidad, resistencia–, hasta lo más global –propiocepción, capacidad de reacción– y mental –concentración, voluntad, coraje.
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