El swing que comparten chinos y niños por el bien de su cuerpo

Los chinos y los niños saben una cosa que tú sabías y que has olvidado, muy probablemente, y que es muy bueno para el cuerpo.

Unos lo saben tradicionalmente.

Otros intuitivamente, o instintivamente, o animalmente, o naturalmente.

Seguro que te ha pasado alguna vez.

Vas caminando por un parque y de golpe escuchas plis, plas, plis, plas, plis, plas…

Te giras y ves que una china deambula con toda la calma dando palmadas mientras balancea los brazos.

Lanza los brazos hacia delante y da una palmada delante suyo. Plis.

Lleva los brazos hacia atrás y da una palmada por detrás de la espalda. Plas.

Y así se pasa un buen rato, balanceando los brazos y dando palmadas, plis, plas, plis, plas, plis, plas…

Primera lección de movimiento del día: si no te ha pasado nunca, significa que caminas poco por parques. Ojo con eso.

Fíjate en los más peques.

Mi hija me sirve un montón.

Si no tienes hijos, fíjate en los de los demás.

Sin venir a cuento, o a veces cuando escuchan música, les da por balancear los brazos de distintas maneras.

Abril, con año y medio, suele recurrir a tres patrones.

Uno: algo parecido a lo de los chinos pero sin palmada.

Dos: hacer aspas mientras gira el tronco (si has hecho mi rutina matinal, sabes de qué hablo).

Tres: levantar los brazos por encima de la cabeza, sostenerlos arriba un instante y dejarlos caer “muertos”.

Ella coge uno de estos, lo repite unas cuantas veces, vete a saber cuántas, porque está integrado en su comportamiento (no es un entrenamiento programado), y luego lo deja de hacer, sin más, y sigue con otra cosa.

Ya sabes, los chinos saben mucho.

Saben de una manera un poco distinta a la nuestra.

Pero, créeme, saben mucho.

Si no, ¿de qué tanto proverbio chino?

Su sabiduría generalmente es práctica, fenomenológica, pragmática.

El caso es que de entre todas las costumbres que transmiten generacionalmente está la de balancear los brazos y dar palmadas.

Lo de las palmadas y otras percusiones lo dejamos para otro día.

Pero, ¿sabes qué?

Balancear los brazos tiene un montón de beneficios -que luego te cuento.

Ellos, teóricamente, te hablarán de energías y tal. Está bien. Pero da igual.

A nivel práctico es más fácil (y si intimas con un chino, que es muy difícil, te lo reconocerá).

Le preguntarás: “¿Por qué balanceas los brazos?”.

Con cara de póker te responderá: “Porque sienta bien”.

Los peques no saben mucho, saber como sabemos los adultos, y al mismo tiempo saben mucho más.

No le preguntes a un peque por qué balancea los brazos, porque te mirará con cara de “Estás tonto o qué. Menudas preguntas me haces… Balanceo los brazos porque puedo y porque me sienta bien. ¿No es suficiente motivo?”.

Mira.

El cuerpo tiene muchas más posibilidades de movimiento de las que solemos practicar.

Cada una de ellas estimula y nutre al cuerpo de distintas maneras y con diferentes matices.

Si las practicas todas y diversificas, todo va bien.

Si abusas de una, Rosalía malamente.

Una es balancearse.

Balancear los brazos tiene varios beneficios.

El más evidente es que relaja.

También estimula la circulación y la elasticidad (que no es ni flexibilidad ni movilidad; es otra cosa).

Si no balanceas los brazos, pues eso que te pierdes.

Y lo bien que sienta también te lo pierdes.

De hecho, es algo tan natural que hasta ocurre espontáneamente cuando caminamos.

No solo por cuestiones mecánicas, para facilitar la inercia del movimiento.

Es más, el no balancear los brazos al caminar es un gran indicativo de fluidez, de soltura, de falta de movimiento en este sentido.

Lo puedes ver en las personas más mayores (porque se van moviendo menos y se va perdiendo el swing).

También en los robocops y los cruasáns de gimnasio, por abusar de una única dirección de movimiento.

En fin, proverbio chino (inventado):

Balancea los brazos, ya sea a propósito, dando palmas, intuitivamente o caminando (como mínimo), co jones.

Cuidado.

Que no estoy diciendo que la otra dirección no deba transitarse.

La fuerza tiene sus beneficios.

El trabajo vigoroso también es una necesidad que le da cosas al cuerpo que los balanceos no le dan.

Yin yang my friend.

Yo no tengo un programa de balanceos.

Pero si tengo un curso para ponerte fuerte de brazos.

Y es minimalista, muy zen.

Entrenas solo un par de días a la semana y muy poquito rato.

Con solo cuatro ejercicios y balanceándote de vez en cuando tendrás unos brazos de bambú.

Se llama Calistenia Minimalista.

Rober

PD: Excava el pozo antes de que tengas sed. En el enlace.