El cuerpo se puede quejar de muchas maneras.
Centrémonos en una.
Esa de cuando llevas tiempo sentado y al ponerte de pie las rodillas ay.
O cuando te agachas y las lumbares uy.
O cuando trabajas y echas la mano al hombro y te tocas la chicha del trapecio y uff.
Lee esto, que luego te cuento qué hacer:
«Otra de las cosas que he notado es una mejora a nivel de molestias, sobre todo en la zona de hombros.
Ya te comenté que hago algo de calistenia suave, y que llevaba tiempo con molestias en hombros, pues en estos días han ido desapareciendo o por lo menos las molestias no son las mismas y noto que me incapacitan menos.
También comentarte que hasta ahora lo que mas duro me ha parecido es el perro con todas sus movilizaciones, es con la que mas tengo que descansar y peor me noto, aunque cuando la termino es cuando mejor me siento.
Con el gato también tenia molestias a nivel de codos, pero esas parece que van mejorando».
(Es un comentario en uno de los reportes semanales de Ricardo).
Una cosa importante:
La gran mayoría de veces, con diferencia, cuando el cuerpo se queja no le pasa nada.
Quiero decir: no hay ningún tipo de daño.
*Si lleva tiempo quejándose, lo mejor que puedes hacer es acudir a un fisioterapeuta y que descarte el daño. Si lo hay, es él mismo quien debe tratarte. Si no lo hay, no es necesario tratar nada.
Entonces, en este caso del que hablamos, el que más abunda por goleada, el problema es solo uno:
El cuerpo se queja porque no te mueves.
Te está pidiendo que te muevas.
Es así de «cutre», de simple, y de lógico, si te paras a pensar.
¡Eps!
He aquí otro problema, el problema fuente, de hecho.
No te paras.
Ni a pensar, ni mucho menos a actuar.
El cuerpo se queja y tú pasas.
Es «normal», tal como está montada esta historia.
No es culpa tuya.
Pero, por supuesto, si quieres que la cosa cambie, es tu responsabilidad.
Que te encuentres bien depende de tu habilidad de responder.
¿Qué hizo Ricardo y qué te propongo hacer?
- Aprender cómo funciona tu cuerpo en movimiento, sobre todo a nivel articular. ¡Ojo! Ni técnica ni académicamente, ¡¡Experimentalmente!!
- Contar con una caja de herramientas lo más grande posible, recursos (rutinas, ejercicios, patrones) que te sirvan en el día a día para echar mano de ellos cuando lo necesites, a la carta, según tu propia experiencia y criterio.
- Habituarte a parar, ser consciente, pensar y disparar.
**Esto, lo último, el punto 3 en sí mismo y el último paso, «disparar», es lo más difícil y donde más gente se encalla, sobre todo cuando lo intentan aplicar por sí mismos.
Bueno.
Pues para todo esto de aprender y ampliar los recursos y habituarte a usarlos en el momento adecuado según tu propio contexto personal
(con todo lo que implica, incluida tu propia vida, que no es solo el cuerpo)
y así, entre otras cosas y como consecuencia natural, quitarte de encima la queja corporal,
te puedes apuntar al próximo grupo de Movilidad Natural.
Rober
PD: lo del Perro y el Gato son nombres de 2 de las 8 rutinas que desarrollas e interiorizas como herramientas. Hay otras como Hombros y escápulas, Columna baja y Sentadilla y seiza. Ocurre de las semanas 1 a 6.
PD2: son 13 semanas y luego sabes qué hacer durante el resto de tu vida para estas historias. En el enlace.