(9) Final triste… o alegre

Este es el noveno capítulo del proyecto Cómo moverte con un bebé (o una vida de alta demanda).

Tienes toda la información del proyecto en su página de presentación e índice.

Puedes participar activamente en los comentarios. Consulta las bases del enlace de arriba.


Al final de este último y breve capítulo voy a pedir tu colaboración.

Sobre todo si eres una de las personas que ha pasado por Movilidad Natural en los últimos siete años, concepto y práctica que cimienta y da sustento al resto de la práctica que he descrito en los anteriores 8 capítulos.

Si no me fallan las cuentas, este verano se han cumplido veintiún años de la primera vez que pisé una sala de fitness como monitor.

Fue en un gimnasio municipal de Barcelona, con una sala muy chiquitita. Solo había dos monitores, el de mañanas y el de tardes, Dani y Óscar. Turnaron sus vacaciones, y yo cubrí cada uno de sus turnos.

Cosas de la vida, ahora vivo a escasos cuarenta metros de este centro y soy un usuario más.

Cuenta con una sala bastante más grande, y los monitores y entrenadores, de veintipocos, me miran curiosos y se acercan a preguntarme que qué hago.

A menudo no sé ni por dónde empezar…

Como puedes imaginarte, algo más de dos décadas trabajando con cantidad de cuerpos, y las personas que los acompañan, dan para mucho, especialmente si, vete a saber por qué (no lo tengo muy claro, la verdad, y me da que fue bastante casualidad, que no soy tan listo), cuando un día dejas de mirar y ver al ser humano desde el encabezonamiento instalado a partir de Descartes (Capítulo 1).

Es decir, como «un cerebro con patas, pulmones y corazón», auto-percepción que te decapita y separa al cuerpo de tu ser, reducido a la mente («Pienso, luego existo»), condenándote a tener que «hacer ejercicio» e incluirlo en la lista de deberes pendientes de tu vida.

Miro atrás y siento tristeza.

Las cosas no han cambiado demasiado. Es más, «dentro», en el mundillo profesional, ha ido a peor.

Seguimos atrapados por las redes de la superficialidad.

Y no hablo solamente de esa idea maquinista del cuerpo y sus bisagras y poleas, y las tres motivaciones inventadas por nosotros mismos, el rendimiento, la estética, la salud.

Me refiero a no ir un poco más allá y quedarnos con «lo simple» y «lo que funciona», cuando podríamos indagar más en ciertas cuestiones, escarbar profundo en la naturaleza del movimiento humano.

Al contrario, en general todo se sigue planteando desde la necesidad y la búsqueda del Santo Grial de las ciencias de la actividad física actualmente: la «dosis mínima necesaria de ejercicio físico».

Es como si, en busca de «simplicidad», el movimiento del cuerpo se hubiera visto reducido a un problema que resolver y quitarnos de encima lo más rápido posible.

«Dame la fórmula de básicos para estar en forma y tener buena salud, que tengo muchas otras cosas que hacer».

Tristeza, decía.

Esto, los seres humanos, los que todavía conservan cierto grado de sensibilidad (tomo prestado este término de mi buen amigo Álex), lo pueden intuir.

Saben que lo más simple y sensato sería asumir que esta historia es compleja.

Para nada algo tan sencillo como «camina 10.000 pasos al día, entrena la fuerza tres días a la semana, acumula dos horas y media de cardio en zona 2, y haz estiramientos antes de ir a dormir», y ya está.

Y que puede haber una estrategia más coherente, respetuosa, interesante, nutritiva.

Dejar de verlo como una triste necesidad.

Y disfrutarlo como una alegre posibilidad.

Lo que he descrito durante estos capítulos es justo eso:

Una mirada diferente y una serie de estrategias adaptadas a la alta demanda de «mi» vida, a mi contexto personal.

No se trata ni tan solo de los movimientos, y mucho menos ejercicios.

A mí me coges y me pones a prueba y me comparas con cualquier persona que haga Crossfit o que vaya al gimnasio «en serio» y, en cuestiones de fitness, me da mil patadas.

Pero es que no es eso. No es eso.

¿Qué es el cuerpo? ¿Qué es el movimiento? ¿Qué los relaciona y une?

¿Cómo vivimos? ¿Cómo nos movemos (por la vida)?

¿Cómo nos pueden ayudar, servir, conectar los movimientos del cuerpo con el movimiento vital?

¿Y cuál es la única manera de responder realmente a estas preguntas?

Hay quien piensa que esto son idas de olla espirituales o japiflagüers, cuando no hay nada más terrenal, material, corporal.

Lo místico, lo surrealista, lo esotérico, de hecho, es pensar que «hacer ejercicio» es necesario y que el cuerpo funciona como una máquina fría, sin alma, que espera instrucciones.

Más cuando puedes moverte como un humano sensible, orgánico, inteligente.

Moverte y dar un salto, dejar atrás la robotización y pobreza motriz que inventamos como parche (y con buenas intenciones, claro), para tratar al cuerpo, tratarNOS de forma más consciente, amable, enérgica, alegre, viva…

¿Movernos mejor?

Así termina este proyecto Cómo moverte con un bebé (o una vida de alta demanda).

Estaría encantado de leer qué te viene a la cabeza y al cuerpo en los comentarios.

Muchas gracias.

Rober

11 comentarios sobre “(9) Final triste… o alegre

  1. He leído capítulo a capítulo. Creo que he entendido y asimilado lo que intentabas transmitir. Es complejo y profundo, a la vez sencillo. Me gustaría poder implantarlo en mi vida. En «mi caso», dadas mis habilidades (yo diría que un tanto limitadas) voy a explorar capacidades de forma más «convencional» para mejorar mis posibilidades, sin olvidar que lo importante es integrar, jugar y experimentar con el movimiento. Tus rutinas me han servido de inspiración y también para disminuir la «culpa» por no poder hacer más. Aprovechar lo que tenemos al alcance y de alguna forma facilitarnos la vida. Si, yo diría que sobe todo ha sido inspirador.

    Un abrazo.

    1. Ya sabes, Ana, una cosa no es incompatible con la otra, lo convencional con lo exploratorio, lo simple con lo complejo, lo lineal con lo orgánico, lo programado con lo espontáneo. Son todos posibilidades! Y se van moviendo!! Creo que has comprendido muy bien lo que querías transmitir y que estás en el camino 😉 Un abrazo!

  2. Leerte durante estas semanas ha sido un soplo de aire fresco. Tras aprender de ti durante varios años, tanto a distancia como en persona, por diversas circunstancias vitales, llevaba un tiempo alejado de la práctica de movimiento.

    Volví al mundo del «hacer ejercicio» porque pensaba que eso era más simple y adaptable a mi vida actual, sin darme cuenta del error en que caía, poco a poco. Además, para las mentes cuadriculadas como la mía, el contar y sentir un progreso cuantificado, da una sensación de seguridad y de certeza, que, ahora me doy cuenta, es falsa, puesto que en realidad son unas metas equivocadas, son metas inventadas desde una filosofía que concibe al cuerpo como un robot y que subordina al movimiento a la búsqueda de metas más allá del mismo, dando como resultado la pérdida constante del momento presente. Es un robo de atención, de movimiento, de vida, vamos.

    La consecuencia más visible y perceptible es la tremenda paz y libertad que da el cambio de las necesidades por las posibilidades. Es casi automática la sensación de alivio, de dejar atrás la lucha… Y, a la vez, desde esa curiosidad, alimentar el compromiso, la responsabilidad y la gratitud por poder movernos un día más.

    Muchas gracias Rober

    1. Fran! Qué bonita tu experiencia… Nos enseña que todo son fases y que de cada una de ellas se pueden aprender (y desaprender) cosas, incluido de «hacer ejercicio». ¿Te cuento un secreto (ya no tan secreto)? Yo, en algunos momentos, también he necesita simplificar la cuestión y tirar de ejercicio. De nuevo, la cuestión no se trata tanto del qué, sino del cómo. Y en el cómo aparece la conciencia, el darte cuenta de esas trampas, de esas sensaciones, de cuánto en un momento dado, por ejemplo, podemos buscar esa sensación de seguridad y certeza que comentas, para terminar en el maquinismo de siempre. Mil gracias por haberlo compartido con nosotros. Me alegro de que, de alguna manera, sigas en movimiento. Abrazo!

  3. Hola Rober, he leído todos los artículos y lo que sacó en conclusion, es que por mucho movimiento que íntegras en tu día a día, lo que está claro y lo que es innegociable son los básicos, es decir, cardio en tús mañanas ( caminar correr), movilidad artícular, ejercicios de fuerza ( en tu caso ejercicios de calistenia), pasar más tiempo por el suelo y colgado y luego integrar el movimiento en tu día a día… No veo que sea necesario, dependiendo el contexto de cada persona claro, pero por salud, más allá de un par de sesiones de cardio suave y dos/tres de fuerza a la semana, sería más que bien, sobre todo en el contexto que hablamos de padres/madres, trabajo y compromisos diarios, sin olvidar de desplazarse andando lo máximo posible en nuestro día a día… Lo que quiero decir, es que mola mucho hablar de movimiento, no hacer ejercicio como tal, que si burpees que si esfuerzo y sacrificio y solo hablar de movimiento, sin duda queda mucho más bonito, pero no dejas de hacer los básicos…. Correr, fuerza, movilidad y luego movimiento integrado en tu día a día.No creo, no lo sé, si con solo movimiento integrado en tu día a día sería suficiente y olvidarnos de ejercicios de fuerza, correr 20-25′ etc… Si viviéramos como cazadores recolectores, seguro que no haría falta, pero no es el caso y no sé si por ir más andando, llevar bolsas de la compra en la mano y poco más, tendríamos suficiente para estar igual de saludables…Un saludo y me han gustado mucho todos los capítulos.

    1. Buenas, David. Desde un punto de vista superficial, mecánico, palpable, por supuesto, puedes verlo así. De hecho, puedes verlo como tú quieras verlo, jaja! Faltaría más.

      Ahora, a lo que intento apuntar no es solo al qué, incluidos esos «básicos» innegociables, sino al cómo, a las maneras, a las formas (y, de nuevo, no hablo solo de la técnica o la manera de moverse, sino a los procesos y «movimientos» internos). En este sentido, al menos a mi parecer, la práctica tal y como la he expuesto difiere diametralmente con la propuesta convencional de «hacer ejercicio», y más teniendo esa salpicadura de anti-programación (concepto que desarrollo en profundidad en Calistenia Minimalista) en la cuestión de la fuerza, no programada, sino integrada en los quéhaceres matinales de la casa por sensaciones.

      Por otro lado, y precisamente por eso he desarrollado el proyecto, más allá del movimiento integrado nunca he escondido la otra pata de la mesa, la práctica intencionada. ¿Quieres que esa intención recaiga en salir a correr y sumar 2-3 sesiones de fuerza? Me parece bien. ¿Necesario? Con lo expuesto, no. Y eso, si lo comprendes, te abre la posibilidad a explorar otras opciones de movimiento de manera curiosa, rica, diversa. El fitness «extra» se va a alimentando solo.

      De nuevo, y para mí esto es lo chulo de este proyecto, no es que tu mirada o la mía sean más o menos válidas, o «mejores» o «peores», sino al menos experimentar el hecho de que puede haber muchas miradas y, por lo tanto, también aplicaciones prácticas. Por eso inicié el proyecto haciendo énfasis en que en lo superficial, en lo «físico», esto solo era un ejemplo, una anécdota, una historia de movimiento entorno a un momento concreto de mi vida, no algo a copiar como «programa», «pauta», «fórmula», etc.

      Así que te agradezco que hayas ejercido de abogado del diablo 😉

      Un saludo!

  4. Me ha encantado leerte cada semana. En términos corporales, mi cuerpo se soltaba y respiraba profundamente al hacerlo, lo que ya habla. Mayor consciencia, libertad, disfrute, etc. corporal y de movimiento. Desde luego, no hemos perdido demasiado en otras historias, y redirigirnos hacia ahí me parece lo más lógico y orgánico. Aunque haya que ir integrándolo poco a poco. Tampoco hay prisa de llegar a ningún lado. Mil gracias por todo lo que compartes.

    También formularte una duda que me ronda desde el inicio. En mi caso y de otras personas, de constitución alta y delgada, con ciertas molestias/pequeñas lesiones articulares relativamente fáciles, donde insisten en que (entre otras cosas) falta claramente masa muscular y que es importante… Por ese motivo, y porque para colmo puede perderse con la edad. Claro, centrarse en ganar masa muscular por este motivo de salud, entiendo que no tiene por qué ser incompatible con tu enfoque si se hacen ambas cosas, ¿o sí? Yo es estoy por esto con mi entrenador personal y pilates, me acuerdo de ti con todo tu sentido y me entra el conflicto de ideas jajaja creo que más gente está en situación similar.

    Un abrazo!

  5. «Dejar de verlo como una triste necesidad.
    Y disfrutarlo como una alegre posibilidad.»

    Creo que estas dos frases podrían resumir o sintetizar lo que Rober ha escrito en todos los capítulos del proyecto «Cómo moverte con un bebé (o una vida de alta demanda).
    Me topé con la obra de Rober de casualidad, hace unos años, buscando información sobre un tema de las oposiciones para maestro de (no) educación física. Le sigo desde entonces y ha sido una gran influencia y un referente en mi forma de ver y entender el movimiento y la educación física.
    Precisa y contradictoriamente, el ámbito de la (no) educación física es un ejemplo del «encabezonamiento» al que se refería Rober en el capítulo 1. Muchas teorías, modelos, metodologías, funciones, finalidades, objetivos, enfoques, currículos, bla, bla, bla… Muchas «pajas mentales». Y se ha olvidado lo más importante. El cuerpo y el movimiento. Como decía Ken Robinson en su mítica charla Ted, el principal objetivo de los sistemas educativos del mundo es producir profesores universitarios que, por lo general, viven en sus cabezas y son incorpóreos. Consideran su cuerpo como un medio de transporte para sus cabezas, como una forma de llevar la cabeza a las reuniones.
    Rober lo sintetiza en su (genial) concepto de «encabezonamiento». En su doble sentido, el de racionalización y el de terco, obstinado, rigidez mental.
    Eso en cuanto a la (no) educación física. Lo del no entre paréntesis se lo he copiado a Rober.
    Y luego está el CIF. El Complejo Industrial del Fitness, que en respuesta al modelo occidental de sociedad de alta demanda y productividad, y bajo el bienintencionado paraguas de la salud, ha acabado fomentando una forma de relacionarnos con el cuerpo totalmente insostenible y para nada saludable. La cultura del «no pain, no gain», de superar tus límites, del sufrimiento, del sacrificio y de la triste necesidad.
    Curiosa forma de ver la actividad física. Sufrimiento. Para sentirte bien tienes que sufrir. Para estar bien tienes que hacer sacrificios. Ofrendas a los dioses del fitness. Dejar de hacer otras cosas, de pasar tiempo con tu familia, con tus amigos… La triste necesidad.
    Y la alternativa es la alegre posibilidad. Disfrutar del cuerpo y del movimiento sin más motivación que la posibilidad. Porque tenemos un cuerpo y podemos movernos. Y podemos explorar y disfrutar sin sufrimiento y sin sacrificio, de forma «natural» (en un mundo artificial en el que el movimiento no es necesario para sobrevivir, como explica Rober). Y creo que ese es el gran cambio de paradigma que propone Rober. Pasar de un movimiento basado en el rendimiento, los números, la épica, la comparación, la obligación y el sufrimiento, insostenible y que maltrata al cuerpo a un movimiento más natural, integrado en la vida diaria, sostenible y en el que sentirse en paz con uno mismo y con el cuerpo.
    «Dejar de verlo como una triste necesidad.
    Y disfrutarlo como una alegre posibilidad.»
    Muchas gracias, Rober, por hacernos pensar de forma crítica sobre el movimiento y nuestra relación con el cuerpo.

    1. Ostras, Fernando. Me has dejado sin palabras. Es absurdo añadir nada. Solo te agradezco tu aportación como maestro. Me llena de alegría, inspiración, motivación para continuar. Mil gracias a ti!

  6. Me ha encantado leerte cada semana. En términos corporales, mi cuerpo se soltaba y respiraba profundamente al hacerlo, lo que ya habla. Mayor consciencia, libertad, disfrute, etc. corporal y de movimiento. Desde luego, no hemos perdido demasiado en otras historias, y redirigirnos hacia ahí me parece lo más lógico y orgánico. Aunque haya que ir integrándolo poco a poco. Tampoco hay prisa de llegar a ningún lado. Mil gracias por todo lo que compartes.

    También formularte una duda que me ronda desde el inicio. En mi caso y de otras personas, de constitución alta y delgada, con ciertas molestias/pequeñas lesiones articulares relativamente fáciles, donde insisten en que (entre otras cosas) falta claramente masa muscular y que es importante… Por ese motivo, y porque para colmo puede perderse con la edad. Claro, centrarse en ganar masa muscular por este motivo de salud, entiendo que no tiene por qué ser incompatible con tu enfoque si se hacen ambas cosas, ¿o sí? Yo es estoy por esto con mi entrenador personal y pilates, me acuerdo de ti con todo tu sentido y me entra el conflicto de ideas jajaja creo que más gente está en situación similar.

    Un abrazo!

    1. Que sepas que por aquí soy otro de constitución alta y delgada (solo fíjate en mis muñequitas y tobillitos), y para más inri con unas proporciones poco ventajosas (extremidades muy largas, sobre todo las piernas), así que sé bien de qué hablas, jaja.

      Entonces, en efecto, centrarse en contar con un mínimo de masa muscular vale la pena y no es, para nada incompatible. De hecho, yo mismo promuevo poner las cosas de la «fuerza» en su sitio en el curso «Calistenia Minimalista» – https://laboratoriodemovimiento.com/p/calistenia-minimalista/

      Ahora, a partir de ahí, para enmarcarlo globalmente en la Práctica de Movimiento, siempre recomiendo que dicha fuerza tenga un sentido de movimiento, habilidades que expresen dicha fuerza (ejemplos rápidos: moverse a ras de suelo, trepar, saltar, etc.). Que no solo se quede en los «ejercicios» de fuerza.

      No es una cuestión de «conflicto», sí de amplitud de miras, riqueza y sentido de movimiento.

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