El humano más sedentario del planeta

*Anexo 1.1 del proyecto Cómo moverte con un bebé (o una vida de alta demanda)

No hay nada más sedentario que un bebé.

Y no hay nada como observar el propio sedentarismo, a los dos meses o a los ochenta años, para darse cuenta de cuánto movimiento alberga.

Durante el momento contemplativo no-meditativo de esta mañana (lee el capítulo 1), mi conciencia se ha detenido espontáneamente en los ojos de Max.

Sentado en el suelo en una combinación entre pescador de una pierna y con la otra estirada (los alumnos de Movilidad Natural ya saben), apoyaba su pelvis en uno de mis pies mientras le sujetaba la nuca con mi mano izquierda.

Con la derecha le daba el biberón.

Él había fijado la mirada en mí.

Pero…

Aaaahhhh las apariencias.

NO ESTABA FIJA.

En sus ojos ocurrían dos cosas:

  • Microajustes del globo en sí mismo en todas las direcciones, sutiles, muy rápidos, como si estuviera haciendo fotografías de los matices más íntimos de mi cara.
  • Aperturas y cierres de sus pupilas, re-enfoques rítmicos incesantes, intuyo que para perfeccionar el calibrado de la entrada de luz (a tan corta edad creo que todavía no lo domina).

Ahora, mientras escribo, además de emocionarme, no puedo (ni quiero) evitar que emerjan tres pensamientos:

1

Espero que durante su vida siga exponiéndose a estímulos de lo más diversos y variables de luz, de color, de detalles, de intensidad, desde lo más liviano y soso a lo más exigente y exótico. De vida, vaya. Asombro y adaptación asegurados SIN INTERVENCIÓN ni INSTRUCCIÓN.

Yo haré todo lo posible porque así sea mientras dependa de mí.

2

Espero también, y esto ya no lo voy a poder «controlar» tanto, que no caiga en la trampa de creer al hipotético académico que se le ocurra intentar convencerle de que, «fuera» de su vida cotidiana, necesita «hacer ejercicio» con los ojos para que funcionen bien y disfrutar de ellos.

Si se cumple mi esperanza número 1, estaremos a salvo.

3

La cantidad de conversaciones que he tenido con cantidad de personas en los últimos 21 años de profesión…

Hay mentes que piensan que lo del movimiento no va con ellas.

Son mentes, obviamente, descorporalizadas.

O cuerpos encabezonados (lee el Capítulo 1).

No hay culpables ni les falta disciplina, ojo. Solo describo.

Y claro, como son más pensantes que movientes, razonan y conceptualizan en términos de «ejercicio».

Pero es que no es eso.

Solo hace falta observar al humano más sedentario del planeta.

Observar para ver.

Cuánto movimiento.

Rober Sánchez