Finales de los 80. Yo tenía 8 ó 9 años. Tengo un recuerdo muy especial de mi primer monitor de gimnasio. Se llamaba Jesús y nos montaba unos circuitos chulísimos, con mil ejercicios, analíticos o globales, cada día diferentes. Daba clase de cualquier cosa en el Sport Iris, un pequeño gimnasio de la Verneda, en Barcelona, de los que ya no quedan. No tengo ni idea del nombre de lo que hacíamos con él. Tampoco creo que sea muy importante. Me acuerdo de él. Estaba al día, no paraba de hacer cursos, era curioso e intentaba adaptarse al grupo sin perder la coherencia con sus propios valores y lo que él consideraba una educación y práctica física adecuada. Un tipo de esos que dejan huella; ya han pasado casi treinta años. Qué recuerdos…
¿Cuál es la diferencia entre entrenamiento cruzado y Crossfit?
Pues la misma que entre aerobic y Zumba o Batuka.
O la misma que entre pedalear en una bici estática y Spinning o Energy Cycling.
O la misma que entre hebertismo y Animal Flow o Movnat.
O la misma que entre el método Pilates y Stott Pilates o Peak Pilates.
O la misma que entre entrenamiento interválico de alta intensidad y Freeletics o Insanity.
Lo primero es una idea, un concepto, una filosofía.
Lo segundo es una marca que intenta apropiarse de la idea, la desarrolla, la estructura, la matiza –para hacerla propia–, le da forma de producto y te cobra cada vez que usas su nombre. Ya sabemos que cuando algo se convierte en producto prima más la pasta que la idea.
No seré yo quien juzgue de lícita, coherente, correcta o moral la mercantilización de todas esas ideas –y sus consecuencias. Todos somos mayorcitos para saber lo que queremos, lo que hacemos y lo que escogemos. A mí me parece estupendo que existan marcas.
Es más, incluso los que preferimos trabajar fuera de las marcas estamos creando nuestro propio sello todos los días, ya sea consciente o inconscientemente, y ofreciéndolo a cambio de dinero.
Por ejemplo, una de las cosas que yo mismo promuevo, entre otras, es el hebertismo del que hablaba, el Método Natural de Georges Hébert. No es idea mía, para nada. Investigué, lo estudié, hice mi interpretación personal, lo practico, me lo curro todo lo que puedo y cobro por mi trabajo, por enseñar hasta donde puedo enseñar. Con lo que enseño, desde el primer día, que cada uno haga lo que le dé la gana. Eso sí, ¿afiliaciones, camisetas, certificaciones, niveles, patrocinios? He dicho que cobro por mi trabajo, no por ponerle un nombre, registrarlo y vender una marca.
Mi experiencia
Yo no quiero que recuerden mi marca –ni mi “marca personal”.
Llevo algo más de trece años en esto. He perdido la cuenta de las marcas con las que me he relacionado, los cursos que he hecho, los seminarios a los que he asistido, y para la mayoría no recuerdo con exactitud cómo se hacían llamar. Tampoco sé dónde están los diplomas y certificados; supongo que en el altillo. Y en uno de los mejores seminarios que he recibido últimamente no me dieron certificación, porque no la había.
Más allá de sus “marcas”, que algunos las tienen, sí recuerdo y no olvidaré jamás los nombres de mis mentores, profesores, formadores y amigos que se han cruzado por mi camino y han tenido algo que compartir y enseñarme. Quim Llucià, Quico Iborra, Xavi Ramírez, Genís Caparrós, Montse Ascensión, Francesca García, Jordi Sagrera-Ferrándiz, Arseni Sánchez, Rocío Cárceles, Xavi Díaz, Hernán Silván, Pedro Marco, Toni Bové, Xavi Sancho, Joseph Bartz, Ernest Ventura, Jordan García, Ido Portal, Odelia Goldschmidt, Melissa Scioscia, Yuri Marmerstein, y muchos más que estuvieron o que están por llegar.
Esa es la diferencia.
Personas, no marcas.
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