- Me pregunta. ¿Por qué hacemos esto así? Tal cosa no me sale. ¿Me lo puedes revisar? No noto lo que me dices. ¿Lo hago bien?
- Me cuestiona. ¿No sería mejor si lo hiciera así? No lo veo claro. ¿Puedes enseñarme una regresión, algo más sencillo?
- Me confiesa. Rober, me da miedo. ¿Cómo puedo gestionarlo? La semana pasada no completé el programa, pero esta semana lo he terminado del todo y he hecho algo de trabajo extra.
- Investiga. El otro día veía esta progresión en Youtube. ¿Puedo incluirla? También leí que tal o que cual. ¿Es parecido a aquello que me explicaste? Me he comprado tal libro sobre estiramientos.
- Experimenta. ¡Intenté rotar un poquito más en tal gesto y he ganado un montón de rango! Me he apuntado a clases de claqué. El otro día no hice diez minutos consecutivos de sentadilla; hice veinte.
- Aprende. Ahora ya entiendo por qué era tan importante poner la pelvis así o asá. ¡Mira! Ya me sale X. No veas la diferencia al hacer tal patrón entre cuando inspiro o espiro durante la fase Y.
PD: Nótese que, aunque estén implícitos en el proceso, en ningún momento el «buen camino» tiene mucho que ver con series, repeticiones, kilos, minutos, resultados…
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