¿Calistenia en barra o con anillas?

 

Esta es una de las preguntas más habituales cuando uno se plantea empezar a entrenar la fuerza de brazos con ejercicios calisténicos, y más ahora que se han puesto tan de moda.

Y la respuesta es la de (casi) siempre para cualquier cuestión binaria…

Depende.

Contar con unas anillas para entrenar (no solo la fuerza de brazos) tiene muchas ventajas: son portátiles, pesan poco, las puedes colgar de cualquier sitio, cuestan menos que la matrícula del gimnasio y el catálogo de ejercicios que puedes hacer con ellas es prácticamente infinito.

Además, algo que entenderás en breve cuando hablemos de cómo utilizar la variabilidad de palancas para hacer más fáciles o difíciles las flexiones y los remos, las anillas son claramente superiores a una barra fija, ya que puedes regular su altura según tus necesidades personales.


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Ahora bien, las anillas también implican una gran desventaja respecto a una barra fija o unas paralelas. Al ser un soporte móvil y que rota sobre sí mismo, la inestabilidad que necesitas gestionar sobre todo cuando estás encima de ellas (patrones de empuje) es muy exigente, especialmente para la musculatura estabilizadora de los hombros y la espalda alta, unos músculos que, por otro lado, la mayoría de las personas tienen atrofiados o no saben cómo utilizar (por falta de uso, claro).

Puedes hacer la prueba. Busca un sitio donde tengan unas anillas colgadas (seguro que tienes un box de Crossfit cerca de casa, o ve a cualquier macrotienda como Decathlon o El Corte Inglés) y pídeles que te dejen usarlas un momento.

Intenta, y solo intenta, montarte encima de ellas, con los codos totalmente bloqueados y el cuerpo lo más alineado posible. Lo más probable es que o bien no puedas o bien te dé el baile de San Vito al estilo El Último Guerrero en sus mejores combates de Pressing Catch (si no tienes cierta edad, como yo, no habrás pillado el chiste).

En fin, prepárate para temblar desde la coronilla hasta los dedos gordos de los pies.

Si estarte quietecito y mantenerte estable es todo un reto, ¿te imaginas todas las inestabilidades a las que tendrá que hacer frente tu cuerpo mientras intenta moverse encima de unas anillas en posiciones menos alineadas y ventajosas?

Desde fuera, cuando ves a alguien que lleva tiempo entrenando con ellas, parece fácil. Pero no lo es, en absoluto. Y si esta rutina de ejemplo que para una persona de a pie (como yo) ya es muy exigente para la estabilidad de los hombros, imagínate las que suelen ejecutar los gimnastas profesionales.

Lo mejor (o peor) de todo es que la desventaja no es esa dificultad. Al revés, desde un punto de vista de control motor, este es un gran aliciente para entrenar con anillas. Más estímulo, más riqueza, más habilidad.

Lo chungo es el riesgo que esto supone, muy elevado, y no solo por el hecho de poder hacerte daño en un momento dado en el que pierdas el equilibrio y te quedes medio colgado de una anilla en una posición comprometida, algo poco probable, sino por lo fácil (y habitual) que es «aprender» a hacer algunos ejercicios con una técnica digamos que justita, lo que tarde o temprano te asegura problemas justo en esa musculatura estabilizadora, la más profunda, donde la mayoría de personas suelen acumular más lesiones de hombro (te sonarán un montón las tendinoséqué del manguito de noséquién).

Total, y volvamos al depende de un poco más arriba, y respondiendo a la pregunta del título, el único escenario en el que te recomendaría como INICIADO en calistenia el uso de anillas como herramienta principal de entrenamiento es si cuentas con un notable control motor y capacidad de movimiento (movilidad y fuerza) en torno a esos músculos estabilizadores, algo que sería muy muy muy extraño, redundantemente, si eres un INICIADO en calistenia.

Entonces, si estás empezando o si todavía no gozas de cierto control motor y capacidad estabilizadora alrededor de tus hombros y escápulas, mi recomendación es que dejes las anillas para más adelante y trabajes con barras fijas, que harán una parte del trabajo de estabilización por ti (no todo), y tú te podrás centrar en lo que te interesa de primeras, desarrollar «fuerza bruta básica».

Aún así, acabas de ver un «no todo» entre comillas. Muy pronto veremos que para hacer sostenible y segura la práctica de calistenia lo más importante es saber y poder estabilizar las escápulas y los hombros durante todos los ejercicios, aunque sean básicos.

Sí, lo que más se ve desde fuera son los bíceps y tríceps.

Y sin embargo, el trabajo que hacen es ridículo comparado con lo que deben hacer otros músculos, sobre todo cuando quieres hacer las cosas con cabeza.


Supongo, o espero, que la lección de hoy no deje mucho lugar a dudas.

Analiza con sensatez y coherencia cuál es tu caso personal, y resuelve este dilema binario PARA TI.

¿Anillas o barra?

Toma una decisión, porque muy pronto empezaremos a practicar.

Rober Sánchez – M de MovimientoSoy Rober Sánchez, director del Laboratorio de Movimiento, nuestra plataforma de entrenamiento online. Desde 2003 enseño a las personas a entrenar para construir cuerpos móviles, fuertes y hábiles, y poder moverse de verdad.

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