La historia se repite una y otra vez.
Se lo has visto al más cachas del gym, tu coach te lo ha sugerido como adaptación para que puedas completar tu entrenamiento o te lo ha recomendado el gurú de turno (que se lleva comisión si compras una banda).
Y en tu camino hacia tu primera dominada o tu primer fondo utilizas una banda elástica como asistencia, creyendo que usándola podrás llegar a tu objetivo, cuando lo único que estás consiguiendo es retrasar los resultados o incluso estancarte.
Al hacer ejercicios calisténicos como fondos y dominadas se confunde simplicidad (solo necesitas un par de paralelas o una barra y tu propio cuerpo) con sencillez, cuando son dos movimientos que si quieres realizar bien, con buena técnica, sin hacerte daño, de sencillos no tienen nada.
De hecho, especialmente en iniciados, como lo que uno suele buscar inconscientemente es «hacer la dominada», parece que cualquier cosa vale, incluso con la mejor de las intenciones.
Y entre esas cosas, sin ninguna duda, el uso de bandas elásticas es uno de los errores capitales más habituales.
Como siempre, no quiero que me creas y no las uses «porque lo digo yo».
Aquí buscamos pensar, comprender, ser conscientes y utilizar las mejores herramientas y metodologías para entrenar bien y sacar el máximo provecho con la mínima inversión.
Te recuerdo nuestro lema: Más no es mejor. Mejor es mejor.
Así que veamos los contras físicos más evidentes, una probable ventaja neural (sobrevalorada) y la gran desventaja psicológica del uso de bandas.
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Los contras «físicos»
El uso de bandas elásticas como asistencia para ejercicios dinámicos tiene un par de problemas (para ejercicios isométricos es otra historia).
El primero es que durante el recorrido del ejercicio en sí, la tensión de la banda es variable, cambia según el punto del recorrido en el que te encuentres.
En uno de los extremos del ejercicio, la banda está en su máxima tensión, en los fondos cuando los brazos están recogidos y en las dominadas cuando están extendidos.
Al estar en una posición en la que los músculos protagonistas del gesto están estirados al máximo, en desventaja mecánica, y más si trabajas con pausas, la asistencia de esa banda tensada al máximo lo único que hará es suplir la fuerza que tú debes hacer y, por tanto, eliminar el estímulo y frenar tu progresión, promoviendo que ese punto y el recorrido inmediato a él puedan convertirse en un gran punto débil en tu ejecución del ejercicio (la banda hace mucho trabajo y tú muy poco).

En el extremo contrario, la banda está en su mínima tensión, en los fondos cuando los brazos están completamente extendidos y en las dominadas cuando están recogidos.
Al estar en una posición en la que los músculos protagonistas del gesto están contraídos la máximo, en desventaja mecánica, y más si trabajas con pausas, la asistencia de esa banda tensada al mínimo es casi nula y, por tanto, inútil como ayuda.
El segundo problema es que las propiedades elásticas de la banda chocan de frente con los principios de control y velocidad necesarios para respetar el tempo y las pausas de cada repetición.
Una de las intenciones técnicas fundamentales es minimizar el aprovechamiento de la energía elástica que acumulan nuestros músculos y tendones, a la vez que no utilizamos inercias ni balanceos, para centrarnos en la «generación cruda» de fuerza.
Usar una banda te invita constantemente a aprovechar su capacidad elástica y convertir tus fondos y dominadas en una atracción de feria en plan arnés, mosquetón, muelle y ¡venga! ¡¡»Parriba y pabajo»!!
¡¡¡WTF!!!
El pro «neurológico»
Como aquí no somos binarios, no vamos a negar una ventaja que puede tener el uso de bandas en algunas ocasiones, aunque tiene poco que ver con la capacidad de hacer fondos y dominadas, y que solamente podemos aprovechar a nivel de habilidad.
A veces, según para quién y cuando hay dudas, el uso de una banda puede ayudarte para practicar el recorrido y el orden de las cosas (bloqueo, estabilización, contracción, pausa, etc.).
Es decir, utilizando una banda para hacer el ejercicio muchísimo menos exigente puedes trabajar sobre la automatización e interiorización del gesto técnico completo, siguiendo los principios que se ajusten a tus intenciones, para aprender a hacer «bien» el ejercicio y después aplicarlo en las progresiones libres que utilices para entrenar «de verdad».
Este es el único caso en el que sí te recomiendo su uso, a pesar de que tampoco es algo indispensable.
El gran contra «psicológico»
A nivel muy personal, en mi opinión este es el peor de los contras, y mira que no tiene nada que ver con la técnica, el rendimiento u otros aspectos «físicos».
Lamentablemente, lo más habitual es que las bandas se usen para acontentar egos, sobre todo en clases grupales.
-¿Has visto? ¡Estoy haciendo dominadas!
No, cariño. No estás haciendo dominadas (o fondos).
Eso son sucedáneos.
Y lo más probable es que por utilizar la banda te estés pasando por el forro algo (o mucho) en lo referente al bloqueo, la estabilización escapular, la trayectoria, las pausas, el control, el recorrido, etc., aspectos que hacen mucho más interesante y enriquecedor el entrenamiento, por no hablar de su influencia en el impacto sobre tus resultados y seguridad.
Entonces, lo que has hecho no sirve para nada.
No uses bandas
En cualquier caso y en general, no las uses.
Intenta enteder qué, cómo, para qué y por qué estás haciendo lo que haces.
Bueno, como hemos visto, si tu intención al entrenar es alimentar tus ilusiones sobre lo que puedes hacer (aunque en realidad no puedas) y eres consciente de ello, adelante, ningún problema.
Si no, baja de la nube y haz los deberes, aunque eso implique incluso no hacer dominadas y fondos, y currarte ejercicios prehabilitadores de activación escapular y acumular más volumen en flexiones y remos, por ejemplo.
O recurrir a una alternativa mucho más adecuada para lo que tenemos entre manos.
(Estos tres últimos hacks te los explico al detalle en el training gratuito CALISTENIA BÁSICA).
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