¿Quieres desarrollar, tener y disfrutar de un cuerpo fuerte, resistente, tonificado, flexible, sano, que funcione bien y que se vea bonito? Haz ejercicio. Apúntate al gimnasio. Practica algún deporte, yoga o pilates. Sal a correr un par de días a la semana. Descárgate la última app de moda y completa sus circuitos; solo te llevará siete minutos al día, y sin salir de casa. Así de fácil.
Bueno, lo de «así de fácil» es, como mínimo, discutible. Se parece a aquello de que, si quieres adelgazar, come menos. O, si quieres sacarle más provecho al día, levántate dos horas antes. O, si quieres ser feliz para siempre, tómate cada mañana un té matcha con jengibre, haz meditación y repite conmigo «la vida es maravillosa» ciento sesenta y nueve veces — ni una más ni una menos.
Todo el mundo conoce las recetas, las fórmulas, los secretos…, las instrucciones. Pensar así equivale a afirmar que, si no consigues tu objetivo, cualquiera que este sea, es debido a una simple cuestión de falta de voluntad y de disciplina. O que, si no tienes un cuerpo diez, no eres productivo o tu vida no es una fuente inagotable de felicidad, es por pura incompetencia.
SI FUERA TAN SIMPLE…
Ni te falta voluntad o disciplina, ni eres un inútil incompetente.
No sé en todo lo demás, pero en cuestiones de actividad física, de movimiento, hemos caído en la trampa de la simplificación y el reduccionismo extremos a la hora de reflexionar sobre las necesidades, las motivaciones y las posibilidades que nos mueven a movernos y que, en último término, acaban convirtiéndose en nuestra actividad física real. En consecuencia, cuánto y cómo se mueve la mayoría de las personas suele ser escaso y pobre, intermitente e inconsistente. ¿El resultado? La epidemia de sedentarismo que padecemos, esporádicamente maquillada, como mucho, por esas dos o tres horas a la semana en que hacemos ejercicio o deporte, lo que se conoce como sedentarismo activo.
Sí, la solución puede ser algo tan sencillo como moverse más, hacer más ejercicio, ser una persona más activa. Sin embargo, el movimiento humano —nuestras necesidades, motivaciones, posibilidades y, finalmente, elecciones, junto con nuestra propia práctica de la actividad física— es un asunto extremadamente complejo. Y, sobre todo, ejercerlo, llevarlo a cabo, moverse más, que de fácil o simple no tiene nada. Si no, ¿por qué no lo hacemos?
MUÉVETE MÁS… Y PIENSA MÁS
Sin movimiento no hay vida, y moverse más supone en cualquier caso vivir mejor.
Lo otro, lo que suele hacer la mayoría —no moverse, el sedentarismo, repetir hasta la saciedad en el gimnasio los mismos ejercicios analíticos y el mismo cardio todas las semanas o cuidar la forma física— no va a darte más movimiento ni más vida; como mucho, puedes aspirar a conseguir un porcentaje de grasa corporal bajo y que los músculos se vean tonificados, algo que, en realidad, dice muy poco acerca de tu capacidad y habilidad para moverte, así como de los efectos que dicha movilidad tendrá en todo el sistema corporal, en lo que pase dentro de tu organismo y no solo en lo que puedas mostrar a los demás o veas reflejado en tu espejo, en lo que se ve.
Claro, fruto de nuestra (in)cultura acerca del movimiento, meramente superficial, computacional, maquinista, relativa solo a la productividad, las estadísticas, la cantidad y las apariencias, lo normal es que interpretes ese «más» del título en forma de números, como si fueras un ordenador. Más repeticiones completadas, más kilómetros recorridos —y cada vez más rápido—, más centímetros de bíceps, más calorías quemadas, más kilos levantados, más carreras acabadas, más abdominales…
Moverse más no tiene por qué significar acumular mayores cifras. La cantidad es una mínima parte que, sin duda alguna, si eres una persona sedentaria, te recomiendo que contemples y mejores. Así pues, dicha propuesta también implica tener en cuenta los siguientes aspectos:
- La frecuencia de tu actividad física diaria, esto es, lo a menudo que te muevas en tu vida cotidiana, más allá de si vas al gimnasio dos o tres días por semana a levantar pesas o a bailar zumba, algo que impacta en tu salud y bienestar mucho más de lo que piensas desde un punto de vista sistémico.
- La amplitud del rango de movimiento de los ejercicios que suelas hacer, lo cual afecta directamente a la flexibilidad y movilidad de tus articulaciones, donde ocurre realmente el movimiento —no en tus músculos—, aspecto este en el que la mayoría presenta mayores carencias, muchas más que en cuestiones cardiovasculares o de fuerza.
- La complejidad y diversidad de gestos, posturas, patrones, intensidades y cargas propias de tu actividad física, ya sea practicando fitness (esto es, cuidando la buena forma), deporte o cualquier disciplina física, incluso en tu trabajo, si conlleva un esfuerzo físico. Esto influye en tu coordinación, equilibrio, capacidad de reacción, memoria gestual, ritmo e inteligencia corporal, es decir, en la calidad de tu movimiento, en cómo te mueves, además de cuánto te mueves, en tu verdadera capacidad y habilidad de moverte, y no únicamente en las apariencias de tu estética o tu rendimiento.
Ni acostumbramos a pensar en todos estos aspectos ni solemos prestar atención a cómo nos movemos en el día a día, hacemos ejercicio o entrenamos en el momento preciso de llevarlo a cabo, es decir, en el aquí y ahora —sin misticismos, por tanto—, ya que solemos realizarlo en piloto automático o más pendientes de los resultados y las expectativas que del acto en sí de movernos.
Justo por eso te propongo pensar en mayor medida antes de moverte más, reflexionar y ser consciente de lo que estés haciendo, de cómo te mueves, de por qué y para qué, en lugar de hacer las cosas al tuntún, sin prestar atención a lo que tienes entre manos, siguiendo las modas de turno o las instrucciones de un monitor sin cuestionarte si se trata de lo que necesitas o realmente te motiva, sobre todo en caso de que seas de esos que asumen el ejercicio como un deber o una obligación. Esta actitud al final se percibe como un sacrificio, un castigo o una imposición, con los consecuentes altibajos que esto acarrea en tu motivación y en tu práctica de actividad física, la cual, observada a largo plazo, se torna inconstante e insostenible, por no hablar de los sentimientos de culpabilidad que puedan generarse en ti.
Cuánto y cómo necesitas, debes, te motiva, puedes y, finalmente, quieres moverte tú y solo tú son los temas que abordaremos para cumplir nuestra misión, a saber: que te muevas más desde un punto de vista de cantidad, por supuesto, pero también de frecuencia, amplitud, complejidad y diversidad, haciéndolo a propósito y a conciencia, siempre motivado, dueño de tus decisiones y acciones, comprometido con tu cuerpo —es decir, contigo mismo.
Ahora bien, por otro lado, solo hay una manera de dar una respuesta completa, redonda, coherente a todas estas cuestiones: moviéndote más. Por eso, vas a tener que moverte más para pensar mejor. Y, llegado el momento, darte cuenta de que lo que te sobra es información, teoría y, cómo no, cifras y cantidades. Cuánto y de qué modo necesitas, debes, te motiva, puedes y finalmente quieres moverte es algo que solo puedes saber y determinar a base de acción, experiencia y práctica, e incluso entrenamiento, si quieres, ¿por qué no?
En fin, a base de movimiento.
MI NUEVO LIBRO
CAMINA, SALTA, BAILA:
MUÉVETE MÁS Y VIVE MEJOR
Acabas de leer las primeras líneas de la introducción de mi nuevo libro, Camina, salta, baila: Muévete más y vive mejor.
Es mi primer libro «de verdad», publicado por Plataforma Editorial, la «casa» de Xavi Cañellas, el Dr. Mario Alonso Puig, Álvaro Bilbao, Sergio Fernández, Victor Küppers y otros grandes divulgadores.
Y a partir de mañana lo tendrás disponible tanto en su versión impresa como en digital no solo en Amazon, también en todas las librerías.
Camina, salta, baila es el resultado de mi experiencia, estudio y trabajo en torno a la actividad física y el entrenamiento por más de veinte años.
El libro desgrana todos los conceptos que acabas de leer en la introducción, que he dividido en cinco partes:
- Necesitas moverte.
- Debes moverte.
- Puedes moverte.
- Elige moverte.
- Muévete más.
Pero, como te decía, no solo se trata de pensar más.
Eso probablemente ya lo haces demasiado y, si te quedas ahí, nada va a cambiar. Cuanto más tiempo pases pensando menos tiempo pasarás moviéndote. Cuestión de matemáticas.
Por eso, además de invitarte a meditar sobre esas cuestiones, en cada una de las partes te propongo ideas, soluciones y recursos prácticos a la hora de comprender y cubrir tus necesidades de movimiento, plantear tus motivaciones, darte cuenta de tus posibilidades, escoger tus opciones y, finalmente, moverte más (no hacer más ejercicio o deporte, que es importante pero no tan importante).
GRACIAS, LECTOR/A
Si llevas tiempo leyéndome, obviamente, te sonarán muchas cosas: la diversidad «incorrecta» de gestos y posturas, el movimiento integrado, el Método Natural como base, la no necesidad de motivación para moverte, la sentadillas y las suspensiones como fundamento, etcétera.
Ya son nueve años divulgando y, en este sentido, Camina, salta, baila representa dos cosas, la segunda consecuencia de la primera:
- Un compendio estructurado, continuo, coherente, fluido, bonito de todo lo que he publicado hasta ahora.
- Una oportunidad, tanto para el antiguo lector como para el nuevo, de acceder, comprender y poner en práctica «de una tirada» el mensaje que intento transmitir, gracias al libro mucho más didáctico y digerible que las pinceladas que se pueden ir dibujando en un blog.
Lleves el tiempo que lleves leyéndome, sean nueve años o un solo día, quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerte tu interés, tu confianza, tu lectura.
Sin alguien que leyera, sin ti, todo esta aventura no sería tan chula, y este libro no tendría sentido.
Muchísimas gracias por estar ahí.
Espero que disfrutes del libro y te sea útil.
¡Seguimos en movimiento!
Rober Sánchez