Puedes haberte empapado de información y conocer absolutamente toda la teoría acerca del entrenamiento de la movilidad articular, como cuáles son los mejores ejercicios, con qué frecuencia realizarlos, cómo programar y planificar tu entrenamiento, qué grado de tensión es óptimo para las máximas ganancias… y a la hora de la verdad cagarla completamente.
De hecho, más allá de todos esos aspectos que, en realidad, son muy matizables, y por no hablar de que «de verdad de la buena» nadie conoce la «receta perfecta», aparte de la más que necesaria e inevitable individualización del asunto, hay una cuestión que suele pasarse por alto, totalmente práctica, y que, sin ninguna duda, es la clave para que cualquier ejercicio de movilidad sea efectivo.
CUÁL ES TU INTENCIÓN
Qué buscas, qué esperas, qué quieres que pase, qué propósito tienes, qué estás intentando.
Cuál es tu intención.
Esa es la pregunta clave que no deberías dejar de hacerte en todo momento, DURANTE cualquier ejercicio de movilidad, MIENTRAS estás realizando cualquier ejercicio de movilidad.
La intención que tengas es la que determina todo lo demás. El tiempo y los tempos. La frecuencia. El volumen. La carga. La elección del ejercicio en cuestión —podría haber un ejercicio mejor. Y, sobre todo, la forma.
Si pierdes de vista la intención, pierdes el sentido y el resto de matices del ejercicio por el camino, especialmente la manera de ejecutarlo, la técnica.
Y con ella su efectividad.
EL PODER DEL BLOQUEO
De hecho, hilando un poco más fino, las distracciones más habituales durante un ejercicio de movilidad que te hacen perder la técnica tienen que ver con el bloqueo.
Pista: en realidad, este principio también es fundamental durante un ejercicio de fuerza. Lo vimos en la lección 4 del training gratuito CALISTENIA BÁSICA.
Cuando estás realizando un ejercicio analítico, puedes dividir la técnica de ejecución en dos partes: la mecánica y el bloqueo.
La mecánica se refiere a la parte del cuerpo que quieres mover durante el ejercicio.
El bloqueo engloba todo lo que no quieres que se mueva.
¿Y para qué quieres bloquear el cuerpo en un sentido determinado?
Para que todo el peso del ejercicio, simbólica y literalmente, recaiga sobre la mecánica, la parte que pretendes mover, estimular, entrenar, trabajar.
El problema es que a tu cuerpo no le gusta entrenar, sino moverse. Eso de esforzarse analíticamente no es muy natural para él que digamos.
Tu cuerpo (y tu cabeza) es una máquina especializada en buscar la eficiencia y la comodidad, y ante cualquier compromiso va a intentar hacer todas las «trampas» posibles para no focalizar el esfuerzo en un lugar, sino repartirlo entre todos los recursos que tengan disponibles. En realidad es una estrategia de lo más inteligente.
Lo que pasa es que, por lo general, cuando estás ejecutando un ejercicio de movilidad tu intención es hacer trabajar a una única articulación (a veces un par) en un sentido, una dirección y un propósito muy concretos, precisamente para estimular al máximo la intención que tengas.
Si respetas el bloqueo, las cosas suelen ir bien. Trabaja quien tiene que trabajar. El sentido y la intención se optimizan.
¿Qué suele pasar? Que la mayoría de las personas se despistan en el bloqueo (distracciones habituales), el ejercicio pierde el foco de trabajo, lo que está pasando ya no es coherente con la intención y, en consecuencia, se pierde efectividad.
Mantener el bloqueo es la parte determinante, lo que ejerce más poder durante un ejercicio de movilidad.
Así de simple.
Y así de difícil.
CASO PRÁCTICO: EL GATO
Una de las rutinas de movilización del training MOVILIDAD NATURAL parte de una posición que llamo el gato (también hay quien la llama la vaca, el perro, el camello…).
A partir de esta posición, realizamos una serie de ejercicios para trabajar sobre diferentes aspectos y patrones de movimiento, con la intención de movilizarnos en un sentido muy concreto y preciso.
Ahora no se trata de entrar en detalle en los ejercicios, sino en los principios que seguimos.
Porque fíjate que lo primero en lo que trabajamos no es en las movilizaciones en sí, sino en el bloqueo del gato.
¡Es justo ahí donde está la clave para que todo lo demás vaya como queremos que vaya!
Observa la cantidad de matices que puede llegar a tener un ejercicio a nivel de bloqueo para que sea coherente con la INTENCIÓN:
Al ser conscientes y trabajar primero sobre el bloqueo, mantenemos bajo control prácticamente todas las posibilidades de distracciones habituales.
Para cada ejercicio, el cuerpo no va a tener demasiadas alternativas.
O se mueve como queremos realmente que se mueva y hacia la intención que tenemos en mente, o no se mueve.
Y entonces el PARA QUÉ se respeta y cobra sentido.
Cuando estés ejecutando un ejercicio de movilidad, presta atención y pregúntate constantemente: ¿Cuál es mi intención al hacer este ejercicio?
Y según lo que respondas, aprovéchate del poder del bloqueo.
El resto vendrá (casi) solo.
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