Una fuerte carencia del yoga

Como todo, el yoga respeta los principios corporales.

Bueno, la parte física de su práctica, lo de las posturas y tal, que de lo demás me reconozco un completo ignorante.

Uno de esos principios, tal vez el más determinante en esto de moverse, es el de especificidad.

En fin, el yoga lo respeta y se ciñe a él, como todo, insisto, por narices.

Por eso tiene un montón de carencias.

Le falta todo lo que no cubre su especificidad.

Como todo.

Igual que beneficios.

Si haces yoga, te beneficias de las cosas buenas específicas del yoga.

Como todo.

Hasta aquí todo bien.

Carencias son muchas, muchísimas. Beneficios también.

De esas carencias, hay algunas que son más importantes y otras menos importantes.

Como todo, también.

La gorda.

Porque no es la fuerte.

La fuerte sería si no tuviera esta carencia.

Pero la tiene, gorda. Bueno, también fuerte.

La fuerza.

La fuerza es primordial, es la madre del movimiento, de todo.

Moverse siempre implica aplicar fuerza, con matices, pero siempre. También cuando se hace “suave”. Siempre.

Física pura y dura.

En términos de fuerza, el yoga tiene una fuerte carencia.

—Rober, cómo se nota que no sabes de lo que hablas. No tienes ni idea de yoga. Con el yoga haces mucha fuerza y te pones muy fuerte.

Tienes razón, en parte.

Verás.

A lo bruto muy bruto podríamos dividir la fuerza corporal en dos partes: la fuerza de brazos y la fuerza de piernas.

—¡Ja! ¿Y el core?

Lección gratis: tú trabaja en serio la fuerza de brazos y de piernas, y ya verás cómo de eso otro te puedes despreocupar, sin más.

Entonces, centrándonos en la fuerza de brazos, al yoga le pasa una cosa.

El 99% de veces (hago como los prospectos de preservativos, que se dejan un 1% de margen de error por si las moscas) en el yoga la “acción de fuerza” que hacen los brazos es una: empujar.

En diferentes posiciones, ángulos, trayectorias, sí. Pero empujar.

Empujar, empujar, empujar.

Especificidad: te haces bueno en hacer lo que haces… y en no hacer lo que no haces.

Eres bueno en empujar.

Y no eres bueno en no empujar, es decir, en traccionar.


Si quieres desarrollar la fuerza de tus brazos sin romperte la cabeza y añadiendo un plus de control corporal, no hay nada como hacerlo con ejercicios de autocarga, con tu propio peso corporal.

Completa Calistenia Básica, un training de 7 días para aprender a hacer flexiones, remos, fondos y dominadas con cabeza.

Es gratuito.


TE FALTA TRACCIONAR

Desequilibrio a la vista.

Porque básicamente esas son las dos cosas que hacen los brazos en términos de fuerza, empujar y traccionar.

Yin y yang, que es muy zen, no sé si muy yogi. O yogui.

Si la balanza está muy descompensada, más allá de que el cuerpo no va a moverse bien (luego no me lo vendas como “lo mejor” que puedes hacer para tu salud y ya está), los problemas llegarán.

Pista experimental: esto es generalmente en forma de cositas alrededor de hombros y escápulas.

Bien.

Consejo del día que no me ha pedido nadie, pero ahí va:

El equilibrio ideal, perfecto, no existe.

Por tanto, no hace falta que lo busques ni te obsesiones.

Ahora, si quieres que tus brazos, y en consecuencia tu cuerpo, se muevan bien, sí o sí tienes que moverte en las dos direcciones de fuerza, empujar y traccionar.

Uno de mis trabajos es programar, guiar y enseñarte que el proceso de ganar fuerza en los brazos ocurra en equilibrio dentro de la gran balanza del movimiento a nivel de brazos.

Sin ir al gimnasio y dedicando apenas dos sesiones de una hora a la semana, como mucho.

Para que te dé tiempo de hacer yoga, si quieres, que también tiene un montón de beneficios.

En este coaching de 12 semanas: Calistenia Minimalista.

Rober Sánchez