¿Los ejercicios de movilidad pueden ayudar con el dolor de cabeza?

Spoiler: el dolor de cabeza es complejo y la respuesta a esta pregunta está condensada para que sea relativamente corta (5 minutos de lectura). Voy a esforzarme para que te sea MUY ÚTIL. Lee con calma.


Xavi, que justo hoy termina Movilidad Natural (es del grupo de septiembre), me pregunta:

<<Ayer estaba hablando con un amigo que desde hace unos meses sufre migrañas y le han dicho que es tensional.

Va al fisio y tiene las cervicales y la zona alta de la columna y músculos cargados.

¿Los ejercicios de movilidad que tiene el training crees que podrían ayudarle?

Creo que si moviliza la zona, músculos, escápulas, cuello, etc., igual podría ayudarle.>>

Uff.

Qué complicado.

Qué complicado es y qué complicado es explicarlo.

Y qué sencillo es entenderlo… cuando lo entiendes.

A ver.

Lo primero y más importante: yo no trato el dolor. No es mi trabajo y no sabría cómo hacerlo directamente, con rigor.

Yo enseño movimiento desde diferentes ángulos y ya está. Con y sin dolor. Porque nos guste o no, el dolor siempre va a estar por ahí.

Es importante darse cuenta de esto: en términos probabilísticos y en los diferentes ámbitos de nuestra vida, de manera más “física” o más simbólica, el dolor siempre nos acompaña.

Si esto se entiende y se acepta, porque es lo que hay te pongas como te pongas, el alivio que puede sentirse al dejar de luchar contra el dolor puede hacer, curiosamente, que duela menos.

Un poco de lo que sé del dolor, obviamente y en parte, es por formación. Una pequeña parte porque, en general, la visión convencional del dolor en lo académico todavía se ciñe a ideas arcaicas instauradas por la vieja escuela que, entre otras cosas, están incrustadas en nuestra cultura, nuestras creencias, algo que tiene muchísima más influencia en el dolor de lo que creemos (presta atención al juego de palabras).

Un mucho de lo que sé del dolor es por haber leído un montón, investigado, hablado con gente que sabe mucho más que yo (que luego te recomendaré) y, SOBRE TODO, por cuánto dolor he sufrido y cómo he experimentado con él, sin miedo, tratando de comprender su naturaleza y utilidad, discerniendo precisamente cuándo es útil prestarle cierta atención y cuándo no, conociéndolo, conociéndome, conociéndonos (al dolor y a mí, al dolor conmigo y a mí con el dolor).

Enfatizo esto último porque, como el movimiento, esto del dolor es algo muy personal y, más allá de lo que sigue en este artículo, solo puede entenderse conforme se va viviendo.

Como todo en la vida, el grado más alto y la forma más pura de sabiduría (del dolor) se alcanza fenomenológicamente.

A partir de aquí, centrémonos en tres cosas:

  1. El dolor de cabeza que sufre la mayoría de las personas.
  2. Mi respuesta a la pregunta de Xavi.
  3. Mi recomendación.

(En cuanto a lo que diré del dolor de cabeza te pido por favor que leas con mente abierta, porque a veces sonará como contundente o quizá muy alejado de lo que crees saber. No soy amigo de absolutismos, lo sabes. Soltaré algunos. Para profundizar en ellos, ten en cuenta mi recomendación final.)

EL DOLOR DE CABEZA (SIN DAÑO)

La mayoría de los dolores de cabeza ocurren sin que haya daño en la cabeza.

No son tensionales. No son vasculares. No son por estrés, por falta de hidratación, por comer queso o chocolate, por la regla o por llevar una vida “desordenada”.

Puede haber (y de hecho hay mucho) dolor sin daño. De cabeza o de lo que sea. Sin que pase nada. En la cabeza o en donde sea.

El dolor sin daño (cuando se comprueba que no hay daño real, como seguramente en el caso del amigo de Xavi, que tiene “migraña tensional”) es una opinión del cerebro, un fallo en cómo interpreta las señales que recibe, probablemente como una amenaza, generando, en consecuencia, dolor.

Esas señales “amenazadoras” que resultan en una interpretación amenazante de la realidad pueden ser cualquier cosa del ambiente y el contexto personal, interno y externo, tanto “físicas” (tensión, calor, frío, movimiento, quietud, presión, etc.) como “mentales” o “psicológicas” (estrés, “emociones”, sentimientos, creencias, mensajes subliminales heredados culturalmente y en la familia, etc.).

En cualquier caso, el dolor no es algo que ocurre aquí o allí, “donde duele”, sino una sensación generada por el sistema neuroinmune como respuesta a un estímulo (o varios) que se considera como amenazante, que se estima peligroso, que se interpreta como “malo” y, por lo tanto, a evitar.

Metafóricamente, el dolor es una alarma de incendios que se ha disparado sin que haya un incendio.

Y que, en el caso de dispararse, debería apagarse en cuanto se comprueba que no hay incendio (la gran mayoría de los casos).

En fin, lo importante: a la cabeza no le pasa nada. No tiene daño. No tiene por qué doler. Aunque duele.

¿Contundente, verdad? Lo sé. Te entiendo. Espera a la recomendación. De verdad.

RESPONDIENDO A LA PREGUNTA

Dicho y comprendido esto… ¿Los ejercicios de movilidad pueden ayudar con el dolor de cabeza?

Sí, pueden.

Aunque ni lo sé ni me importa (enseguida entiendes que no me importe).

Si no hay daño (un tumor, una inflamación evidente debido a un traumatismo, un infarto cerebral, etc.), la cabeza no tiene por qué doler.

Tampoco duele por tensión o por falta de riego (dos de las explicaciones más utilizadas).

Hay un buen puñado de gente con el cuello y la espalda como piedras que no sufre migrañas.

Y si les haces una eco Doppler de carótidas la sangre sube a todo trapo.

Y con artrosis a nivel cervical, y hernias discales, y “mala postura”, y, y, y.

Y sin migrañas ni dolor de cabeza.

Y los ejercicios pueden ayudar.

Porque puede que afecten de alguna manera, directa o indirecta, “física” o “psicológica”, en cómo la persona que los hace (y su sistema neuroinmune) evalúa el entorno y la situación, y por tanto su respuesta (el dolor).

Por ejemplo:

  • Promoviendo su confianza en el movimiento (puede hacer cosas aunque le duela, por lo tanto no debe ser algo tan grave).
  • O simplemente despistándola, distrayéndola de su dolor (la hipervigilancia, prestarle atención al dolor, hacerle caso al dolor incrementa la sensación de dolor, que se viene arriba como cualquier ente a quien le das la razón y le otorgas el control de la situación, provocando, además, que vuelva a repetirse y se enciendan las alarmas cada vez que se experimente algo igual o parecido, dando pie a un círculo vicioso sin fin).

Entonces, Pepito se mueve.

Mueve el cuello, mueve las escápulas, mueve los hombros, mueve la mandíbula, mueve las cejas.

Y ¿deja de doler?

Puede ser. Se mueve, se siente bien, se relaja, se distrae, confía, se percibe como capaz y competente, no hay motivo para que la alarma siga encendida.

Y deja de doler.

Es lo más habitual.

Experimentalmente, fenomenológicamente, prácticamente.

Qué bien.

¡Pero!

Pero, primero, si deja de doler, no deja de doler por el movimiento en sí, por algo “mecánico”, tensional, vascular.

Y, segundo, sobre todo…

…puede que no.

Puede que no deje de doler.

Esa es mi respuesta.

MIS RECOMENDACIONES

La primera: moverse.

Moverse con dolor y moverse sin dolor.

Hay matices infinitos para esto.

No es el momento ni el lugar para desarrollarlo.

Enlazándolo con el principio, con la “reflexión vital” en torno al dolor: la vida duele, a veces más y a veces menos, a veces más a menudo y a veces menos a menudo. Pero duele.

Vivir duele. Vivir va a seguir doliendo.

Y vivir es moverse, sí o sí.

(Consejo en plan chamán sobrado chulopiscinas sabelotodo: más te vale ir aprendiendo a hacer “bien” las dos cosas).

La segunda: investiga, aprende, auto-edúcate y experimenta sobre el dolor y con el dolor.

Como te decía, no es “mi cosa”, “mi elemento”, y mucho menos mi trabajo.

Busca, estudia, pregunta a los que saben de verdad.

Hay muchos, aunque sean poquitos si los comparas con los de la tensión, la circulación y el chocolate.

Si me pides una, solo una referencia, para mí la mejor y a partir de quien he aprendido más, te aconsejo esta:

El doctor Arturo Goicoechea y su equipo (especialmente María, que es una crack).

Su lema lo dice todo: know pain, no pain.

Teclea arturogoicoechea punto com.

Espero de verdad que todo esto te haya sido útil de alguna forma, ni que sea mínimamente, para iniciar una nueva aventura, una nueva relación con tu dolor.

Y discúlpame por toda la falta de rigor que pueda haber en mi relato.

Que no es lo mío.

Rober Sánchez

PD: lo mío es el movimiento. Apúntate en el laboratoriodemovimiento.com. Que escribo sobre movimiento a diario y, además, como regalo de bienvenida puedes completar cuatro programas diferentes sobre movilidad, fuerza, agilidad y juego.