Mira.
Ahora que en casa estamos como estamos, con mi mujer hemos reorganizado un poco el día para comer juntos y acurrucarnos en el famoso sofá sin patas hasta dormirnos.
Yo he “cedido” en retocar mis horarios, que para ella eran demasiado British (lo de comer a las 11:30-12…).
A cambio ella accedió a acompañarme en mi ritual post-comida pre-siesta, adormilarnos a base de una serie mala de Marvel en Netflix.
Ojo. Que ella odia los cómics.
Y este no es el sorpresón.
Todo esto ha coincidido con que yo me había terminado la primera temporada de Iron Fist.
Como soy un absoluto desastre con esto de las series, no sabía que Marvel había hecho como en el cine, y las series se iban estrenando siguiendo un orden.
Yo empecé por Iron Fist porque me gusta la antigua leyenda del Puño de Hierro, antes de que Marvel se la hiciera suya.
Además, uno de los lemas que aplico para mi manera de trabajar tiene mucho que ver con todo esto: puño de hierro en guante de terciopelo (la versión de guante de seda también me vale). Rigor y flexibilidad al mismo tiempo.
Total, que en el primer capítulo de la segunda temporada me doy cuenta de enormes desconexiones. Ha tenido que pasar algo por en medio.
De hecho, había pasado muuuucho incluso antes de Iron Fist.
Así que investigué y me enteré de lo del orden de las series y hemos empezado desde el principio.
Daredevil.
Y ahora viene la sorpresa.
Recuerda: a mi mujer no le molan los cómics.
Las únicas pelis que ha visto y además le han encantado son la saga de El Caballero Oscuro (de Nolan) porque, bueno, son peliculones. Y también Wonderwoman, porque le gusta mucho la actriz que la protagoniza.
El resto cero. Nada de nada. Rien de rien.
Y nunca nunca nunca les da una oportunidad.
Hasta esta semana.
A Daredevil.
Y la sorpresa no es que le haya dado la oportunidad.
¡La sorpresa es que le está gustando! ¡¡Se ha enganchado!! ¡¡¡Le encanta!!!
Lo curioso de todo esto NO es el sorpresón.
Lo más chulo es lo que hay detrás.
Verás.
En realidad mi mujer no se está dando cuenta de una cosa.
Ella dice que los cómics no le molan.
¿Por qué? Porque tiene la idea preconcebida, el prejuicio de que todo es tan cutre y soso como lo de Superman.
(Superman, como héroe y como historia, no tiene ninguna gracia).
Pero resulta que todo lo que ha visto, lo que acabas de leer, a lo único que le ha dado una oportunidad…
…le acaba encantando.
Mi experiencia me dice que con el “ejercicio” y el movimiento pasa lo mismo.
La gente suele tener una idea preconcebida pobre y limitada de lo que significa moverse, entendiéndolo como “hacer ejercicio”.
Y claro, “una historia más de hacer ejercicio” como que da pereza, a mí el primero.
Luego le dan la oportunidad a lo de moverse. Y les mola.
Y se la vuelven a dar. Y les vuelve a molar.
Y otra vez se la dan. Y…
Bueno.
Tengo un curso de 12 semanas que no es de “hacer ejercicio”.
Es de movimiento.
Este: Locomociones.
Rober
PD: continuará… En el enlace.