Ahorrar la mitad y ganar el doble

Sigamos con el hilo de lo del sentido utilitario, que tiene mucha chicha y…

Collons…

Que te vengo a decir que como mínimo puedes ahorrarte la mitad y ganar el doble.

La mitad de sufrimiento, de sacrificio, de batalla, de deber. ¿De ejercicio? ¿De entrenamiento?

El doble de disfrute, de pasártelo bien, de conexión, de llegar a expresar algo… ¿De sentido? ¿De movimiento?

¿Cómo?

Fácil.

Más de lo que parece.

Tan obvio que demasiado a menudo lo obviamos (paradójicamente) y nos despistamos con lo de hacer ejercicio y entrenar y tal.

Y ojo que esto puede representar que incluso llegues a dejar de entrenar por completo. Aviso.

Mira.

Partimos de esta base:

En términos de movimiento puro y duro, si entrenar tiene algún sentido utilitario, si nos es útil para algo, si nos sirve para algo, es para movernos mejor en algún sentido (como ves, ya empezamos con los trabalenguas).

De lo contrario, es inútil.

Y de la inutilidad, que la percibimos, la intuimos, la sentimos, la conocemos en lo más profundo de nosotros, es de donde surgen todos los “dolores de cabeza” de más arriba.

Lo que nos podríamos ahorrar.

Lo que nos queremos ahorrar, digo yo.

Entonces, afinar y afilar la idea (y la práctica) del entrenamiento, pulirla, precisarla, es algo tan sencillo como cuadrar el para qué y el cuánto, machihembrar sentido y dosis, con dos sencillas preguntas.

La primera ya te la sabes:

En cuestiones de movimiento… ¿Para qué me sirve entrenar tal o cual, hacer este o aquel ejercicio?

¡Eps! ¡¡Primera parada!!

Si no sirve para nada, porque de verdad que un montonazo de veces hay cosas y partes de nuestro entrenamiento que son más inútiles que girar el cuadrado en el Tetris, aparece otro para qué.

¿Para qué narices lo entrenamos, lo hacemos?

Uff. Me enervo. Conmigo mismo. ¿Cuántas veces habré hecho y sigo haciendo el capullo en este sentido?

Si es inútil… ¡Fuera! Eliminar, borrar, desterrar, suprimir.

Y si es útil, pues viene la segunda pregunta:

¿Cuál es la dosis mínima necesaria para que tal entrenamiento o cual ejercicio sea útil, me sirva, cumpla su propósito para aquello que quiero que haga servicio, tenga transferencia, sea “funcional”?

En términos de movimiento.

Siempre en términos de movimiento, insisto.

Vale ya. Basta. Enough.

Si eres riguroso, honesto, estricto, sensato, coherente respondiendo ambas preguntas, puedo jugármela asegurando incluso sin conocerte de nada que estás entrenando el doble de lo que necesitas, y moviéndote la mitad de lo que podrías, como mínimo, y con sentido.

En fin.

Para entrenar lo justo y necesario para llegar a tener unos brazos decentemente fuertes, y luego moverte gracias a esa fuerza todo lo que quieras y más, tengo este curso:

Calistenia Minimalista – Antiprograma de fuerza de brazos

Rober

PD: con todo el sentido del mundo, el que tú y solo tú le quieras dar. En el enlace.