La libertad de movimiento no es un hito, una cosa, un resultado.
No tiene nada que ver con la condición de cada cual, la edad, la “gracia”, el “nivel”.
Es una práctica.
Lo contrario de libertad son, básicamente, la dependencia y la obediencia.
Puede que las estés practicando “a conciencia”. Inconscientemente, claro.
Cuanto más las practicas, más te limitas.
Puede que dependas.
De unas instalaciones. O de un material.
De un grupo. Y de su “poder”.
De un animador, un entrenador, hasta un coach o un mentor, si eres más cool.
También de un programa. O de una aplicación de móvil.
De sus instrucciones, fórmulas, recetas. Las del entrenador, las del programa y las de la app.
O de la aprobación de los demás. De una competición. De un récord.
O de tu motivación, o de si hace frío, o de si llueve.
O del horóscopo, el eneagrama o la diversidad de tu microbiota.
Si dependes de una o de varias de esas cosas, obedeces.
Porque esperas las órdenes, lo que “debes” o “tienes que” hacer. En las “mejores condiciones”, puestos a esperar.
Y si no hay de eso, si no tienes eso, si eso te falla… no hay práctica.
No hay movimiento.
Malamente.
La práctica ideal, perfecta puede que no exista.
El primer mediocre soy yo mismo, lo reconozco.
Tampoco es un problema, porque no es una cosa que sea.
Es hacia donde te mueves.
Dinámica. No estática.
La dirección. No la meta. Que no hay meta.
¿Un objetivo o un resultado? No. La consecuencia.
Movimiento.
La pregunta para la libertad de movimiento:
¿Cuánto, cuándo, cómo, por qué, para qué dependes y obedeces?
Pista: tal vez todo lo que necesitas para moverte mejor es un cuerpo y algo de espacio. Y moverte.
Una forma de practicar la libertad y empezar a liberarte la puedes aprender en este curso:
Locomociones – Desarrolla un cuerpo hábil y muévete con inteligencia
Rober
PD: al final te liberas y te libras hasta del profe. Honestamente, es lo más importante. En el enlace.