Un recuerdo con mi padre que me gusta. Muy útil para moverse mejor.
Nochebuena del 96.
Como cada año, por la tarde, antes de reunirnos con el resto de la familia, mi padre y yo nos vamos a dar una vuelta por el centro de Barcelona.
Es una costumbre que tenemos desde que yo era pequeño.
Y como cada año, a medio paseo subimos al ático de El corte Inglés de Plaza Catalunya, para disfrutar de las vistas y las luces, y merendarnos el bikini de la cafetería.
De los mejores bikinis que recuerdo. Acompañado de ensaladilla rusa. Una merienda muy navideña.
Este no es el recuerdo en sí.
Aquella tarde hablamos de filosofía.
Yo no sé si mi padre se acordará, o qué recuerdo tendrá de aquello.
Pero yo, que era “de ciencias”, me lo pasé pipa.
Ojo. Un adolescente de 16 años hablando de las clases de filosofía con su padre en Nochebuena. ¿Pero esto qué es?
Menuda chapa le di a mi padre con el caballo blanco, el caballo negro, el alma, la alegoría del carro alado y Platón.
Una tarde de hablar y pensar. Pensar y hablar. Y pasear. Moverse.
Fue una bonita tarde de Nochebuena.
Desde mi punto de vista, en nuestra era, la industrial, los dos filósofos más inspiradores y con una visión más incisiva, rompedora para cualquiera que sienta curiosidad por la vida (el movimiento) y pretenda vivirla (moverse) con cierto grado de conciencia y libertad, con un toque de riesgo y aventura, y con un mucho de personalidad y profundidad, son Henry D. Thoreau y Nassim N. Taleb.
Thoreau afirma en su obra maestra, Walden:
“El verdadero filósofo es el que a la capacidad de pensar añade la valentía necesaria para vivir de una manera coherente con lo que piensa”.
Taleb sentencia en su imprescindible Jugarse la piel:
“El método de ensayo-error supera a los conocimientos académicos”.
Un par de pruebas de que yo no he sido nada creativo con aquello de que “la inspiración no sirve de nada sin transpiración”.
Vivir mejor, moverse mejor requiere darle vueltas y compartirlo.
Y darle más vueltas y compartirlo más. Más.
Usar la cabeza, además de moverte.
Usar la cabeza para moverte.
Antes de moverte y después de moverte también.
Por orden. Con orden y sin orden.
Usar la cabeza. Y moverte.
O al revés. Y al revés.
La filosofía, o ese pequeño y humilde intento que hago con mis ideas y mis correos, no es una opción.
Y no es una cosa que sea. Es algo a practicar.
¿Mi filosofía? No. La tuya.
Puedes moverte bajo esta filosofía, 99% práctica, para luego vivir la tuya en este curso:
Locomociones – Desarrolla un cuerpo hábil y muévete con inteligencia
Rober
PD: Moverse. Pensar. Pensar y moverse. Moverse y pensar. No como yo. Como tú. En el enlace.