Papito en movimiento. Mi hija lleva un jaleo

Estos días mi hija me está dando una de lecciones de movimiento…

La de hoy es de las más valiosas.

Abril tiene 2 años y 3 meses y habla por los codos… y las rodillas y las pestañas.

Es un no parar.

Todo el santo día pum pum, pum pum, pum pum.

¿Vamos a hablar de lo importante que es ser consistente y disciplinado con el movimiento y la actividad física?

Qué va. Algo mucho mejor.

Como llevamos unas semanas pasando juntos más tiempo de lo habitual, el bombardeo es constante.

Me cuenta todo lo que hace, lo que ve, lo que escucha, lo que piensa, lo que siente.

Me lo repite varias veces, a menudo con frases súper largas.

Todo lo empieza o lo acaba de la misma manera: nombrándome.

Pero no solo eso.

O sea, no es que me nombre, que diga papa esto o papa aquello cada vez.

(Aclaro: por aquí no solemos decir papá, sino papa. Suena pápa.)

Lo que hace es cambiar ligeramente lo de papa cada vez.

Y lo hace como muy a sabiendas, se le entiende perfectamente, no es que lo haga por casualidad.

—Papa, en el parque la Rebecca me ha tirado arena.

—Papi, ¿hoy vamos a la playa?

—Papááááá —ahora sí, con acento—, ¡la mama está haciendo un pastel que es mío!

—Mmm… Quiero una cositaaaaaa, Papitooooo —que siempre es un trocito de chocolate después de comer.

—¿Me pones las chanclas azules, Papu?

—Pap, pap, pap… ¿Me comes? —cuando pide jugar a que le dé mordisquitos.

Total, que por lo visto no soy solo papa o papá.

También soy papi, papito, papu, pap, papino, incluso papi chulo (que no sé de dónde lo ha sacado, porque jamás le he puesto a Lorna en Spotify).

Yo le doy vueltas…

Qué riqueza y versatilidad en su expresión oral.

Ella sabe perfectamente lo que quiere decir y a quién se dirige.

No sé qué le debe empujar a no repetirse, pero intenta esquivar la repetición.

Explora. Juega. Se mueve en el hablar.

Busca esas pequeñas variaciones, y complica y diversifica sus frases (secuencias) y ocurrencias (improvisaciones).

De manera intuitiva, lo hace todo más estimulante y divertido.

Y lo flipas.

Esto me hace pensar, por ejemplo, en hacer series interminables de burpees o sentadillas en modo HIIT, correr en plan cardio crónico por el paseo marítimo o hacer decenas de kilómetros en bicicleta de carretera.

O cualquier cosa que sea repetir, repetir y repetir patrones exhaustivamente, idénticos en gesto, postura, intensidad, ritmo…

Puede que sirva para decirle algo a tu cuerpo, a tus articulaciones, a tus músculos. No digo que no.

¿Pero siempre diciéndole exactamente lo mismo?

Eso tiene sus consecuencias.

Generalmente relacionadas con tener el cuerpo como una alcayata (o la postura característica de eso que tanto repites).

O, peor aún, sufrir el tipo de lesión que se padece el 90% de las veces: lesiones por acumulación.

Con lo rico, vasto y divertido que puede ser moverse.

Y lo pobre, limitado y monótono que lo hacemos.

No es de extrañar el auge de la cultura de la disciplina, el esfuerzo y el deber.

Por suerte, se puede cambiar de rumbo, te puedes mover.

Si quieres diversificar y enriquecer tu movimiento, salir de la jaula de la repetición exhaustiva y practicar algo siempre estimulante y hasta divertido (sobre todo cuando empiezas a dominar el arte de combinar, secuenciar e improvisar), puedes apuntarte a este curso:

Locomociones – Movilidad, fuerza, resistencia e inteligencia corporal

Rober

PD: que nadie se ofenda con los ejemplos, por favor. Son meramente descriptivos, no un juicio moral. Yo también corro a veces y voy en bici cada día. Lo de los burpees, uff, eso ya sería mucho pedir. Pensemos más en eso: obtenemos lo que “entrenamos”. Si repites un gesto o una postura exhaustivamente, acabas convirtiéndote en ese gesto o esa postura, y no le pidas al cuerpo otros gestos o posturas. Uno recoge lo que siembra. Para un abanico de posibilidades de lo más rico, diverso y variado, es en el enlace.