Este es un post un poquito más personal aunque, como siempre, mi intención es que le saques partido para tu propia práctica de movimiento.
Te ayudará a entender un poco más quién soy y lo que cuento, y saber si esto es para ti.
Y también para determinar cuánto exigirte cuando te muevas, haciendo lo que sea.
Por si no lo conoces, Ido Portal es el gurú de los gurús en eso de la movement culture.
Le debo muchísimo. Le agradezco esta parte.
Y fracasé en su método.
Voy a resumirlo muy pero que muy mucho, que fueron años.
Escuché hablar de él por primera vez diría que en primavera de 2013, en un curso de la mano de Joseph Bartz.
Joseph fue durante unos años alumno directo de Ido y más tarde profesor en sus seminarios, casi casi al nivel de Johnny Sapinoso y Odelia Goldschmidt (muy majos, por cierto, sobre todo ella).
Curiosamente, un tiempo más tarde, a Joseph le pasó lo mismo que a mí –y a otros tantos, la mayoría.
Y a Joseph Bartz le sigo considerando un profesor de movimiento fabuloso.
De mi historia alrededor de Ido Portal, sus ideas, “su” comunidad y su método aprendí muchísimas cosas.
Además, aunque tenga fama de arrogante y sobrado, las tres o cuatro veces que hablé directamente con él me trató fenomenal, resolviendo mis dudas con amabilidad.
Bueno, una de esas veces se me puso a gritar al oído «¡Lower! ¡Lower! ¡¡Pelvis to the floor!!» delante de ochenta personas. Pero en realidad no hablábamos (yo no podía en ese instante), lo entendí como parte del espectáculo y, jo der, tenía razón… Mi pelvis estaba demasiado lejos del suelo.
En fin, todo muy a su estilo, cómo no: directo, asertivo, preciso, riguroso y con el toque justo de “incertidumbre” para que yo me espabilara en lo que debía espabilarme.
Es decir, respetando el principio de «no te lo voy a dar todo mascado, chaval».
Eso es de muy buen profesor. Y me gustó.
Pasaron algo más de cuatro años y, bueno, tal vez lo vieras en redes sociales…
Mis capacidades y habilidades, teniendo en cuenta mis antecedentes, mi (nulo) nivel de partida y mi condición natural de patoso y temeroso, progresaron espectacularmente.
¡Aaahhh! ¡¡El método funciona!!
Sep sep…
Porque fracasé.
Fracasé porque acabé quemado mentalmente y destrozado físicamente, y viceversa, ante la extrema demanda de tiempo, energía y foco que suponía aquel planteamiento.
La exigencia, la intensidad, el ritmo eran brutales, una locura.
Llevaba la vida de un deportista de alto nivel, de una mezcla entre un gimnasta, un artista marcial y un bailarín…
…a mis treinta y largos, trabajando como autónomo, con la paternidad en el horizonte y siendo una persona de lo más normal (ojo con esto).
El dolor, las lesiones y la desmotivación se tornaban cada vez más persistentes.
Me rendí y me bajé de aquel tren.
En definitiva, me pasó como a la Jurado.
A mí me parece fantástico que haya quien siga su método y le vaya bien.
Pero para mí y para cualquier persona normal que tenga una familia y más responsabilidades (y placeres) además de moverse, lo veo intolerable e insostenible.
Más cuando el discurso en torno al método te tilda de “débil” por no poder soportarlo.
Justo en ese momento, en la insistencia de que “you are weak” o “sissy” (algo así como mariquita, sea lo que sea lo que quiera decir), aquello ya no resonó conmigo nunca más.
Se me rompió el amor, de tanto usarlo…
Y dejé de ser un mover –“aquel que practica movimiento de verdad de la buena”, según él.
Mira.
El que te escribe es un tipo normal.
Puedes y te invito (posibilidad y propuesta) a moverte de manera diversa y compleja, centrándote más en la habilidad que en la capacidad, en la cualidad que la cantidad.
Pero siempre de manera sostenible y tolerable, porque entiendo que eres una persona normal también.
Una de esas propuestas es sacarle chicha a una de las habilidades naturales del ser humano, moviéndote alrededor de tu coordinación, tu fluidez, tu movilidad cerca del suelo, tu equilibrio y varios aspectos más.
En este curso: Locomociones. Desarrolla un cuerpo hábil y muévete con inteligencia.
Rober Sánchez
PD: las cosas claras, pero sin gritos. En el enlace.