Lo que he aprendido del cheerleading

Más que un aprendizaje es un par de confirmaciones.

Una sobre la excelencia y mejorar y tal.

Y otra sobre los valores del deporte y la superación y tal.

Con lo bonito que es ser mediocre y disfrutar de la mediocridad.

Darte cuenta de esto, aunque a veces duela, puede ahorrarte un montón de disgustos y que no pierdas la cabeza.

Y lo mejor de todo es que no tiene nada que ver con ser animador, triatleta, futbolista, crossfitter o practicante de cualquier deporte.

Te cuento:

En casa hemos visto Cheer, una serie documental de Netflix que te recomiendo.

Va sobre cómo se prepara un grupo de élite de cheerleading durante una temporada, todo centrado en el objetivo final, ganar el campeonato más importante del año, el de Daytona.

En el proceso se van desarrollando las historias personales de varios de los integrantes del equipo. Para mí es lo mejor de todo, donde hay más chicha.

Son 6 capítulos (creo). Es entretenido y ameno. Lo que hace esa gente es espectacular.

Y el ritmo entre acción, reflexión, movimiento y lagrimilla está muy bien temporizado.

Algo muy chulo también, o al menos así lo vendieron los productores, es que no tiene guion. Es la realidad tal cual.

Al grano.

Empezando por el final, la segunda confirmación:

Lo del deporte y la competición siempre es más perjudicial que beneficioso.

Siempre. No se me seca la boca ni tiemblo al decirlo.

Tiene sus pros y sus contras, como todo. Sí.

Tiene más pros que contras. Doble sí.

Si lo llevas al nivel que se ve en el documental, pues claro, es mucho más evidente. Nada nuevo bajo el Sol deportivo.

Pero en las profundidades de la mente humana, el patrón que sigue cualquier mentalidad deportista y competitiva, desde el más amateur al más pro, es exactamente el mismo.

La misma mentalidad que hay tras el cambio climático, la obesidad de las sociedades opulentas, el pedir y pedir derechos sin cumplir con una serie de deberes y que haya quien haga horas extras para ganar más dinero para pagárselo a un canguro que cuide de sus hijos, cuando simplemente podría pasar ese tiempo con ellos.

Y bueno, lo ves, lo ves clarísimo.

Cómo lo que aparentemente “salva la vida” de muchas vidas oscuras, como las de los personajes, en realidad es un nítido ejemplo de que lo único que consiguen es cambiar el parche, pero no curar las heridas, ni mucho menos.

La inmensa mayoría de problemas que tenemos se resumen en no sentirnos queridos y no apreciar la suficiencia.

Con el deporte, especialmente el deporte en equipo, te sientes útil, valorado, parte de una tribu. Eso está bien.

Aunque luego, claro, haces lo que sea para seguir perteneciendo a ella.

Y nunca es suficiente. Aunque si te observaras a ti mismo a vista de dron verías que te estás jodiendo la vida.

“Pero juntos podemos con todo y seremos los mejores del mundo”. Chachipiruli.

Pues vale.

La otra confirmación: ser el mejor, o no serlo pero tener la excelencia como objetivo, te va a joder la vida. Otra vez.

Porque cada vez que te mueves solo en una dirección, y empujas y empujas y empujas en una sola dirección…

…te olvidas del resto.

Y cada vez te enganchas más a esa dirección, porque ser bueno, ser mejor, ser excelente mola.

Más si es en grupo, porque entonces molamos todos, y ellos, los otros, no.

Y mola tanto que te despistas y te olvidas de las otras direcciones. Hasta abandonarlas.

Puedes pensar en el movimiento, incluso de manera “superficial” o mecánica, teniendo especialmente presente la paradoja de la repetición –para aprender necesitas repetir pero no necesitas seguir repitiendo cuando ya has aprendido.

Y puedes aplicarlo a la vida y todos sus ámbitos. También sirve.

Moraleja, sin un atisbo de duda:

Moverse en un montón de direcciones, aceptando y abrazando y disfrutando de ser una persona normalísima, la mar de mediocre, es moverse mejor.

¡Y si es en grupo, pues mucho mejor!

Pero siempre independientemente del grupo, que el rebaño nubla la vista.

Puedes tener todo lo bueno del deporte y desechar lo malo al mismo tiempo.

¿Cómo?

Centrándote en un solo “objetivo”, aunque yo prefiero llamarlo propósito, por aquello de no buscar ni esperar nada en especial:

Moverte mejor cada día.

(Por si no lo has leído todavía, para afinar la definición de moverse mejor, teclea en Google “moverse mejor para tontos”. Va en serio.)

Para moverte en esta dirección, diametralmente opuesta a la (in)cultura del deporte, este curso te puede interesar:

Locomociones – Desarrolla un cuerpo hábil y muévete con inteligencia

Rober

PD: El cheerleading me ha encantado como disciplina. Ojalá se promoviera más por aquí. Ojo, como disciplina, como campo a explorar, como camino de aprendizaje de movimiento. No como deporte. Todo mi apoyo en este sentido.

PD2: No esperes un espectáculo en plan cheerleader. Pero si eres sedentario o simplemente haces deporte, cómo te moverás al terminarlo será espectacular. En el enlace.