Una de las peores sensaciones del mundo

Estos días que he estado tan mal he experimentado una de las peores sensaciones de mi vida.

O de la vida, diría.

Imagino que ya la había sentido alguna vez.

Lo que pasa es que hacía mucho tiempo que no me encontraba así.

Mi última “gripe” (por llamarla de alguna manera) la cogí hace seis años, justo la semana que Lula, nuestra perrita, llegó a casa.

No es la misma sensación de cuando estás chungo en plan chungo chungo.

Quiero decir, por poner un ejemplo claro que puedas extrapolar a tus cosas, como cuando tuve mi leve infarto cerebral.

Cuando te pasa algo así lo pasas mal, muy mal.

Aunque en este sentido no tan mal.

En un momento así no estás para hostias.

No puedes hacer nada.

Pero es que tampoco quieres hacer nada.

En cambio, con una “simple” gripe, la sensación es diferente.

Porque bueno, jo der, es una gripe.

O sea, es muy raro que siendo un tipo joven y sano pase algo más.

Y te quedas en casa horas y horas viendo la vida pasar.

La cabeza quiere seguir haciendo, se siente capaz.

Pero el cuerpo no tira.

Convives en soledad con la sensación de querer hacer y no poder hacer.

Hay voluntad pero no hay capacidad.

A la basura la tacita Mr. Wonderful de «Querer es poder».

Quieres pero no puedes.

Quieres y no puedes.

Es un asco de sensación.

Con lo de empezar a moverse con cabeza, mejor, pasa lo mismo.

Hay quien quiere, siente interés, le atrae la idea, hay voluntad.

Al querer le siguen intentos de cositas, generalmente chachipirulis y tratando de empezar la casa por el tejado.

Luego pasa lo que pasa, la cruda realidad…

Las restricciones corporales evidentes de tanto tiempo sin moverte o de pretender hacerlo desde donde no toca te ponen en tu sitio.

Y no puedes.

Bien.

Si es tu caso, puede que te interese este curso: Movilidad Natural.

Rober

PD: ya estoy mejor, casi al 100%. Gracias por todos los mensajes de ánimo.

PD2: para que el cuerpo pueda cuando quiera (menos si pilla un virus, claro), en el enlace.