Una chica con un cuerpazo me deja en ridículo el año que más fit de mi vida

Tal vez esta historia te suene porque la he explicado alguna que otra vez.

Hace mucho tiempo yo estaba en forma.

Me dedicaba al fitness, joder.

Y bajaba a un parque de calistenia de la Barceloneta.

Y aplicaba todos mis conocimientos chachipirulis y, cómo no, estaba super fit.

Por allí coincidía de vez en cuando con una muchacha.

Bajita, fuerte, bronceada, guapa, fibrada y siempre risueña.

Tenía un cuerpazo, la verdad.

¿Por su aspecto?

Bueno, puede.

Pero no por eso.

Ahora te cuento.

El caso es que me llamó la atención.

Y yo a ella.

Y nos hicimos amigos e hicimos un trato.

Empezamos a quedar para “entrenar” juntos.

¿El trato?

Yo le enseñaría mis cosas.

Lo de los ejercicios prehabilitadores y la biomecánica y un montón de nombres raros y lo functional y…

Y ella…

Pues lo que hacía ella.

Mi ridículo:

Estaba más que anunciado.

Se hacía evidente en el intercambio.

Cuando yo le enseñaba mis cosas, ellas las pillaba a la primera, aún sin tener ningún conocimiento técnico, diplomas o certificaciones.

Yo creo que ni entendía lo que decía.

Pero lo podía hacer con una facilidad pasmosa.

Y se notaba que lo comprendía, sin palabras, corporalmente.

Como se comprende de verdad…

En cambio, cuando ella me enseñaba sus cosas a mí, yo no pillaba absolutamente nada.

Y me sentía torpe, patoso, bobo, completamente inútil.

Y mira que todo era cuestión de moverse.

Y yo, en teoría, sobre el papel sabía un montón de movimiento.

-Que no, Rober, que no. Que sabías de “entrenamiento” y fitness, no de moverte de verdad.

Cierto. Perdón.

Qué lástima daba.

Te decía que Melissa tenía un cuerpazo.

Pero no por su apariencia, que también, según quién la mire.

Eso va a gustos.

Se dedicaba al circo y la danza.

Tenía un cuerpazo porque con su cuerpo podía hacer lo que le diera la gana.

Y lo que no sabía hacer, al menos desde la perspectiva simplona, pobre y limitada del fitness, incluso el más “funcional” y chachipiruli, lo pillaba en un pispás.

No necesitaba practicarlo más que un par de veces.

Quiero decir, ni mucho menos requería repetirlo por decenas de series y cientos de repeticiones.

Todo eso tan divertido, estimulante y emocionante como hacer 5 series de 200 kettlebell swings y burpees.

Ya sabes.

Aquella época fue, sin duda, una de las que más marcó mi “carrera”.

Uno de esos puntos de inflexión en los que dices…

Dios, qué mierda he estado haciendo hasta ahora.

No he perdido el tiempo ni nada.

Si quieres inflexionar tu vida de esta manera, en un par de semanas arranca esto:

La Práctica. Exploración – Aprendizaje – Diversión

Rober

PD: para no perder otro año, arriba.