Cómo conseguir la aprobación de tu suegro

Con todo esto de la mudanza, aprovechando que mi suegro nos ha ayudado, me he marcado un tanto a mi favor.

Creo que por fin está contento de que me casara con su hija.

No es que estuviera planeado o lo hiciera a propósito.

Cosa que, pensando en planificaciones y programaciones, lo hace más gracioso todavía.

Fue como un «psss… ¿qué te pensabas? ¿que tu yerno era un mindundi?».

Y, cómo no, encierra una lección de gran valor.

Una lección de estética y rendimiento y tiempo.

Mira.

Mírame a mí.

Mírame bien.

Si me miras, verás un tío alto, delgado y con las extremidades larguiruchas.

No voy a decir que no aparente estar sano. A mi juicio sí que lo hago.

Pero tampoco me pondrías como prototipo de fitness.

Menos desde que me dio el accidente isquémico.

Perdí unos 6 kilos que no he vuelto a recuperar.

Entre algunas cosas porque no me apetece sobre-comer.

Entre otras porque mis propósitos distan desde hace tiempo de eso de “mejorar la composición corporal” y esculpir el cuerpo y no sé qué rollos.

Y entre algunas otras más porque entrenar entrenar entreno, así a lo bruto, diría que una vez cada quince días, a veces cada tres semanas o más.

Quédate sobre todo con esto último.

Pues verás.

Mi mujer y yo teníamos un dilema.

Dudábamos entre quedarnos con la lavadora de la cocina del piso nuevo, que ya venía equipada, o traernos la nuestra.

De primeras optamos por no tocar nada, y la nuestra, que está nuevecita, la guardamos en un almacén de mi suegro.

Pero al final, después de algunas pruebas, antes de ayer decidimos traerla.

La que había no terminaba de lavar bien.

Vamos.

Mi suegro y yo, al almacén, con su furgo.

Él, aunque en sus 40 y pico de años pintando pues imagínate la de muebles y trastos y botes de pintura que habrá movido, a sus casi 70 ya no está para eso.

Del almacén a la furgo había unos 15 metros.

Para moverla hasta allí usamos una carretilla que nos había dejado mi conserje.

Pero… aaaahhhh…

¿Y ahora qué?

Cuando llegamos a los pies de la furgo, ¿cómo narices la subimos?

Porque hasta allí la habían llevado los de la mudanza y no tenía ni idea de cómo lo habían hecho.

Lo siguiente ocurrió de la forma más espontánea que te puedas imaginar.

–Espera, Félix. Tú no toques nada. Déjame tantearla. Que nunca he levantado una lavadora y tal vez pueda.

–¿Qué dices, Rober? –me suelta con su acentillo cordobés –No vas a poder, que esto pesa un huevo. La metemos entre los dos.

–Que no, que no, hombre. Que no tienes la espalda para eso. Solo déjame probarlo. Si no puedo, miramos otra manera.

Abro la puerta de la lavadora.

La sujeto con una mano por dentro del tambor.

Me agacho un poco.

La abrazo por el otro lado, que para eso tengo un brazo kilométrico.

Me la arrimo bien, la comprimo con el pecho.

Cojo aire.

Hago vamos a decir que bastante fuerza, no voy a ir de sobrado, y…

¡Uooopa!

La levanto del suelo un par de palmos.

La giro.

Y la meto en la furgo hasta la mitad.

Lo suficiente para que aguante, dar un bote, subirme a la cabina, arrastrarla con cuidado y meterla entera.

Miro a mi suegro.

Él me mira a mí, con los brazos en jarra.

Y dice… solamente:

–Coño.

Y yo le sonrío y le contesto:

–¿Qué te creías? Que no lo parece pero tu yerno está fuerte.

Iba a decir que hay una gran confusión.

Pero es que no es solo una.

Son muchísimas.

En cuanto a lo de la fuerza y los músculos y la estética y cuánto puedes mover realmente.

Y, sobre todo, cuánto tiempo necesitas y cuántos ejercicios hacer y cuántas repeticiones acumular.

Todas se resumen en un par de cosas:

Poquito –te recuerdo que ahora mismo “entreno” una o dos veces al mes.

Y muy bien hecho –cosa que no hace el 99% del personal.

Lo puedes aprender en este curso:

Calistenia Minimalista – Antiprograma de fuerza de brazos

Rober

PD: mi suegro, en realidad, creo que ya me había aprobado. Pero mira, ahí tienes la prueba de la lavadora. Eso no lo supera nadie.

PD2: ojo con los levantamientos de lavadora, que hay que tener en cuenta otros factores aparte de la fuerza de brazos. Además, no soy Supermán, ni mucho menos. Pero, joder, para ser una persona normal que no practica ni halterofilia ni croxfit ni nada de eso, pues no estamos tan mal.

PD3: para comprender el enfoque y aplicarlo dedicando muy poquito tiempo comparado con la cultura de gimnasio, en el enlace.