El Ajuntament de Barcelona patrocina una de las lecciones de movimiento más valiosas

Este correo es más largo de lo habitual.

Pero ojo que entraña una de las lecciones más valiosas no solo sobre movimiento, sino sobre salud en general.

Poca broma.

Y digo que la patrocina el Ajuntament porque imagino que fueron ellos quienes contrataron a los verdaderos “artistas” de esta lección.

Dicen que eran artistas, aunque yo no lo tengo muy claro.

Bueno, a lo mejor sí eran artistas… En chapuzas.

Pero en realidad lo que yo diga es irrelevante.

Lo importante es lo que hicieron, entre todos y todas.

Y cuánto la liaron.

Y que tú no llegues a liarte así nunca.

Verás.

El pasado fin de semana montaron una historia (que dicen que es) artística en las calles de Barcelona.

No me preguntes por qué, pero cada vez lo hacen más a menudo.

Antes lo hacían una vez al año y ahora como cada trimestre o así, creo.

Va de llenar las calles de cachivaches (que dicen que son) artísticos.

Emiten luces y sonidos varios.

La “gracia”, supongo que por lo de la luz, es que todo ocurre de noche.

Muy coherente todo.

Quédate con esto: muy “coherente” todo.

Lo de las luces y los ruidos y los cambios climáticos y las saludes mentales y las carencias de sueño del 80% de la población y las facturas de la luz y las medidas progresistas y, obviamente, el arte y el entretenimiento.

Eso que no falte.

Si es nocturno, mejor.

Con dinero público.

*Luego, en una ciudad de más de millón y medio de habitantes con una tasa de sedentarismo diremos que notable, solo hay dos míseros parques de calistenia que puedan considerarse decentes.

El resto son basura diseñada por y subvencionada para académicos que no han pisado uno de esos parques en su vida.

Pero esto último es otra opinión personal totalmente irrelevante para la lección de hoy.

La cagada que tú no deberías cometer.

El lío:

A unos de esos iluminados se les ocurrió una idea fantástica.

Plantar en un solar (por el que paso cada día) un cubo gigante.

Gigante quiere decir gigante, de 15 metros de lado, diría.

Los lados planos y luminosos.

Cuando se hacía la noche, lo encendían.

Míralo y escúchalo bien.

Un cubo blanco.

Encendían un cubo de 15 metros de lado blanco que emitía luz blanca y sonidos raros.

De noche.

Una gran lámpara con forma de cubo de luz blanca blanca, potente, bien blanca.

¿Y música? No.

Sonidos. Ruidos. Estridentes. No blancos.

Lo que pasó después era de esperar:

A las vecinas y vecinos de los alrededores del solar, que no son pocos, aquello les tocaba los cojones más que otra cosa.

Ni artístico ni entretenido para ellos. Todo lo contrario.

No podían cenar o hablar tranquilamente.

Les cimbreaban los cristales.

La luz blanca y brillante se colaba por todas partes.

Más tarde tampoco podían dormir porque, claro, allí en realidad no se hacía de noche hasta las tantas, cuando apagaban aquello.

Hasta hubo una persona que padece epilepsia que tuvieron que llevar a un apartahotel.

O lo que suele decirse echarte de tu casa por amor al arte.

Resumen vecinal: molestias e incluso dolor y no sabemos si daño.

¿Por qué?

¿Por qué resultaba todo esto tan molesto?

A ver, puede parecer obvio pero (parece que) no lo es.

Vamos a mirarlo bien, desde un punto de vista biológico.

Aunque a la biología se la menosprecie.

Que el arte y el entretenimiento son más importantes.

Mira.

Por un lado está lo de la luz.

El ser humano, para regular sus ritmos naturales biológicos del sueño, el descanso, la digestión, las hormonas, el aprendizaje y otras cosas más, necesita sincronizarse con el ciclo natural de la luz natural, los naturales ciclos circadianos.

Si te ponen luz (artificial) cuando no toca, el cuerpo se molesta y las cosas van mal.

Si no, todo va bien.

Es una cuestión de coherencia biológica, evolutiva, natural.

Con el sonido y los ruidos pasa lo mismo.

En la naturaleza lo que prima es el silencio.

O, como mucho, “ruidos” suaves y constantes, sin estridencias, como el movimiento de las hojas en los árboles o el agua corriendo en un riachuelo.

Y eso es lo que espera el cuerpo que pase, especialmente de noche, naturalmente.

Métele al cuerpo el estímulo de algo extraño, poco habitual, de alta intensidad, algo que naturalmente acostumbra a ser esporádico, e interpretará que algo pasa.

Es la gracia de la naturaleza del ruido y el sonido y la información que te dan.

Hazlo de noche y ese algo pasa se convertirá en algo chungo pasa.

Como para no molestar, quizás hasta doler.

Es otra cuestión evolutiva.

Moraleja del día / lección de gran valor que te sirve para todo:

Sé coherente con tu diseño evolutivo.

La incoherencia molesta, hasta duele e incluso llega a dañar (largo plazo).

Y, lógicamente, al moverte, o al no hacerlo, mejor dicho, sobre todo si no es con frecuencia, diversidad y cierto grado de complejidad, también.

También molesta e incluso duele y a la larga daña.

Tengo un curso para eso:

Movilidad Natural

Rober

PD: no tengo nada en contra del arte. Cuando veo bailar a Tom Weksler, leo a Seth Godin, escucho a Stevie Wonder, paso por delante de La Pedrera de Gaudí o me quedo embobado viendo cómo dibuja mi amigo Javigaar, hasta lo aprecio y me emociono. Pero un cubo gigante de luz blanca con ruidos raros… No me j…

PD2: no llegas a iluminarte, pero sí integras en tu vida cotidiana unos niveles de coherencia que no encontrarás por ahí, mucho menos en los ayuntamientos. Imagínate lo que pasa entonces con las molestias y los dolores. En el enlace.