Esto lo aprendí hace ya algunos años de la mano de ¿un gurú?
No.
De el gurú del movimiento, del mismísimo Ido Portal en persona.
Puede que, de primeras, parezca una contraposición a lo que vimos en El segundo error del entrenamiento de la movilidad articular. Intensidad.
Pero en realidad es un complemento.
Una cosa (el truco) que no quita la otra (apretar los dientes).
O sea que, por si las moscas, lo primero que te recomiendo es revisar lo que explicaba en aquel artículo.
Para que no caigas en el error de confundir movilidad con flexibilidad, comprender que es una cuestión de fuerza (en rangos extremos) y, por ende, que requiere aplicación de intensidad (de una manera muy concreta relacionada especialmente con el concepto de intención).
A partir de ahí, el truco.
Y el truco el bueno de Ido lo resumía en una frase:
Fake it till you make it.
Esto es:
Fíngelo hasta que lo consigas.
(Ojo que esto lo explicaba él así y no he comprobado que esté demostrado “científicamente”, aunque me suena que algo hay.
Desde luego, experimental y anecdóticamente sí que puedo confirmarte que funciona.
Ahora bien, desconozco si es pura sugestión.
Pero vaya que, si funciona, qué más dará, ¿no?).
Entonces…
La idea es que mientras estés haciendo el esfuerzo X, en este caso relacionado con el entrenamiento de la movilidad, sumado a que tu estás aplicando una intención específica e intensa, “engañes” de alguna manera a tu cuerpo para que no se rebote y te permita un poquito más de exigencia, de “apretar” y, en consecuencia, un pelo más de rango.
Es decir, no enviarle un mensaje incesante de demanda con sus consecuentes y paralelas sensaciones desagradables.
Sino que, de alguna manera, acompañar el momento de cierta simpatía, bienestar, amabilidad, con tal de que el cuerpo se muestre más receptivo.
Por eso lo de fingir hasta que lo consigas.
Porque, de hecho, lo que buscas, lo que tienes en el horizonte es justo eso.
Que la posición o el patrón que estás desarrollando, a pesar de la intensidad y el rango extremo y la dureza y el “sufrir” de la experiencia, con el tiempo se torne algo “natural”, cómodo, tolerable, agradable.
¿Y cómo lo engañas?
¿Cómo lo finges?
Sencillo:
Dibujando una ligera sonrisa en tu cara.
Y a más intensidad, a más exigencia, a más “malestar”, a más apretar…
…dentro de lo que individualmente toleres, por supuesto…
…más sonrisa fingida.
Y “magia”.
Como te decía, desconozco hasta qué punto esto impacta “realmente” en nuestra fisiología o si simplemente es un truco mental para tolerar mejor el esfuerzo y la experiencia.
Pero no es algo que, desde un punto de vista práctico, me preocupe.
Porque lo que me importa a mí (y en este caso a ti) como persona normal no es la explicación o los mecanismos, sino si puede ser útil para mí individualmente.
Por eso te invito a que sencillamente lo pruebes, juegues con la idea, la explores.
Sobre todo en los ejercicios que impliquen isometría, aguantar una posición X durante un tiempo digamos que prolongado, que suele ser el tipo de práctica más “sufrida” porque, bueno… esos momentos a menudo se hacen eternos.
Dale tiempo al truco y extrae tus propias conclusiones.
Espero que te sea útil.
Gran día,
Rober Sánchez
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