Por qué no firmo el estado físico de mis 43

*Esto lo escribía hace cosa de un año, al cumplir 43.

​El miércoles cumplí 43 y me organicé una fiesta particular.

Entre Abril, Lula, curro, compras, hacer la comida y responder wasaps de familia y amigos, me reservé una horita.

Bajé al parque y me puse a practicar algunas acrobacias muy mediocres.

Aunque suficientemente ricas y estimulantes para mi contexto personal (lección 1).

Las grabé, como siempre hago, para después revisarlas e ir puliéndolas.

Porque hay mucha diferencia de cómo creemos que nos movemos a cómo nos movemos realmente (lección 2).

Subí concretamente 3 fragmentitos a IG.

Los dos primeros eran diversas ruedas y volteretas secuenciadas.

En el último, desde un cuervo (yoga) subía a pino por pura fuerza.

Y se me ocurrió colocar un «43…» al lado.

Y, curiosamente, dos personas más jóvenes que yo y que no se conocen de nada me contestaron:

—Jo der, vaya 43. Yo los firmaba.

Y a las dos les respondí lo mismo.

—​Pues yo no.

¿Ego? ¿Ambición? Veamos…

Hay muchísimas confusiones respecto a estas cosas de la edad y de moverse por moverse o, como mucho, en torno a la idea de la habilidad de movimiento.

Y no la cantidad o el rendimiento o la estética o incluso la salud —​el movimiento, digo (lección 3).

No da para un correo.

Matizo solo dos cosas de las que, en realidad, surgen todas las demás.

La primera:

Lo explicaba hace poquito en Youtube, en un vídeo en el que hablo acerca de la «independencia de nivel» (lección 4).

No va de eso.

Puede que como herramienta y hasta motivación se use ir tomando la orientación del aprendizaje de ciertas habilidades.

En el caso de esos vídeos, las verticales y ruedas y volteretas y deslizamientos y secuencias que se veían.

Pero, en el fondo, son lo de menos.

¿Por qué?

Porque son todo cosas efímeras; tal como vienen, se van a ir.

Lo que cuenta, en mi opinión, es la riqueza de la experiencia, las posibilidades que te ofrece la vida a través de este cuerpo y su movimiento (lección 5).

Insisto, sea cual sea tu edad y tu contexto.

Esto son principios que puedes adaptar a tu individualidad en cualquier momento, también a los 80.

No es ambición.

No es adquisición.

No es consecución.

Es ese momento presente el día de tu cumpleaños reservándote un ratito para ti que te sienta de maravilla.

Un parque, césped, sol, aire libre.

Sin programas, sin repeticiones, sin gurús, sin objetivos.

Tú y solo tú jugando y experimentando con las posibilidades actuales de tu cuerpo, sin más.

Mi nivel y mis 43 me la bufan.

Son las vivencias y sus posibilidades.

Esto es lo que firmo.

Y la segunda:

En paralelo, a partir de cierto momento, en su vertiente más «física» el cuerpo empieza a marcharse, a despedirse.

Cuándo ocurre exactamente es algo subjetivo; yo empecé a notarlo alrededor de los 35-36 años.

Incluso aunque podríamos decir que ahora esté en «mejor forma» que entonces.

Pero es inevitable e indiscutible.

Ya estamos de bajada, de regreso.

*Yo lo noto especialmente en el descanso y lo que tardo en recuperarme.

¿Quiero riqueza y frescura y energía y ¡aaaaahhhhh qué vida!?

Una vez más, sin deberes ni exigencias ni ambiciones ni nada que «luchar» o conseguir, y ni mucho menos «mejores versiones» que alcanzar.

Disfrutemos de las posibilidades del presente, que la vida ya está pasando (lección no sé cuántas).

Esto lo firmo todos los días —​con mi acción, mi iniciativa, mi movimiento.

Vale.

Mi mentoría La Práctica va justo de eso y de muchas cosas más.

Rober

PD: el salto definitivo a liberarte de «hacer ejercicio» porque sí y basar tu práctica en el movimiento y la habilidad y la vida, es arriba.