La mayoría de ejercicios son simples porque están pensados para atacar las bases del movimiento, especialmente las del sedentario absoluto.
Pero puede pasar.
Estás apuntado al P1EAD, recibes el ejercicio del día por la mañana y en un momento dado de tu jornada lo intentas.
¡MEC! No te sale porque o bien tu estado de forma no te lo permite o bien es algo complejo para ti desde un punto de vista técnico. O duele.
¿Qué hacer?
Ante cualquiera que sea el motivo de tu mediocre fracaso, tienes dos alternativas:
1. Dejarlo estar. Renunciar. Pasar. Rendirte. Incluso maldecir al creador del proyecto. ¿Cómo quiere que haga esto? No puedo. Me molesta. A mi edad. ¿Este gesto no es malo? Vuelta al sofá.
2. Si eres nuevo por aquí, lee el blog desde el principio. Todo. Entero. Puedes acceder a los archivos haciendo clic aquí.
Una de las finalidades principales de este blog es promover la educación experimental para el movimiento, el compromiso y la responsabilidad individuales.
¿Por qué?
Porque lo que proponen la expertología certificada y la industria del fitness («haz lo que yo te diga», «espera a que te diga lo que tienes que hacer» y «no te preocupes que yo te diré lo que tienes que hacer») ha fracasado.
Entonces, si decides no darte por vencido (opción 1), tu alternativa es profundizar más, educarte más, investigar más, experimentar más, para adaptar el ejercicio a tus condiciones individuales, sean cuales sean, porque entiendes que esto es internet (no vas a encontrar recetas personalizadas) y que el auto-desarrollo es la única manera de aprender realmente algo bueno que puedas hacer tuyo, propio, y así cumplir con el objetivo final: moverte más.
Intenta comprender qué está pasando, aprende de la situación, interésate por cómo funcionas, encuentra en qué flaqueas o por qué no puedes hacerlo, y ¡busca no!… ¡¡Crea una solución!!
Eso es educarse, y no esperar instrucciones y obedecer.
Ya sea a base de más atención, más comprensión, más esfuerzo, o incluso aceptando lo que hay, que justo como se propone no te sale o no puedes, por el motivo que sea, y simplificando el ejercicio todo lo que sea necesario hasta convertirlo en el ejercicio más tonto de la historia de la humanidad.
¡Eso es moverse!
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