Protip: para ahorrarte disgustos, en realidad lo primero que deberías hacer antes de practicar locomociones es asegurarte de que tus muñecas van a soportarlo. Puedes completar el protocolo gratuito WRIST. Tus muñecas (y tus manos y tus codos) te lo agradecerán (incluso si no practicas locomociones pero, por ejemplo, trabajas con un ordenador).
Tirarse por el suelo y moverse de un lado a otro, utilizando las manos y los pies como puntos de apoyo.
Por un lado, gatear es natural. Y necesario –si quieres moverte de forma coherente con tu evolución, como un ser humano.
En mayor o menor medida, todos lo hemos hecho alguna vez en nuestra vida al transitar de bebés-oruga a niños caminadores (con muy raras excepciones).
Y nuestros antepasados, durante cientos de miles de años hasta hace muy poco tiempo, han tenido que agacharse, arrastrarse, apoyarse en el suelo y moverse cerca de él para explorar, esconderse, acceder a grutas o pequeñas cabañas, recolectar, manipular, trabajar la tierra, recoger y cargar objetos, descansar, etc.
En este sentido, si uno está al tanto de lo que nos está pasando por no respetar nuestras necesidades de movimiento desde un punto de vista evolutivo, forzando una ruptura brusca entre cómo se ha movido el ser humano durante tanto tiempo y cómo (no) nos movemos nosotros, ya tendría suficiente justificación y motivación para gatear a menudo.
Es algo evidente. No son pocas las personas que, por ejemplo, se quejan de dolor y molestias en manos y muñecas por el simple hecho de apoyarlas en el suelo. La movilidad que requiere este tipo de acciones en todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, pasando especialmente por hombros, columna y caderas, es mucho mayor que la habitual, incluso comparada con prácticas de actividad física más convencionales. Y si hablamos de la coordinación implicada, pocas disciplinas pueden acercarse a sus requerimientos.
¿No te agachas, no gateas, no apoyas las manos en el suelo, no coordinas movimientos de brazos y piernas al mismo tiempo, no luchas contra la gravedad en una posición de desventaja respecto a cuando estás de pie? Pagas el precio de la discordancia evolutiva.
Úsalo o piérdelo, dicen.
Además, practicar cuadrupedias es cultural. Y posible.
A día de hoy, dadas las circunstancias y el nivel de desarrollo cultural de la humanidad, «locomocionarse» es una posibilidad de movimiento más que interesante, no solo por lo que conlleva desde un punto de vista «natural», como ya hemos visto, sino por todo lo que puede potenciar nuestras capacidades básicas –moverse por ahí abajo es muy exigente– y enriquecer nuestra actividad física en complejidad y diversidad, inteligencia corporal y capacidad de adaptación, una fuente de movimiento (y motivación) infinita. Nunca alcanzarás el techo de las locomociones, porque no lo tienen.
Si es una posibilidad más, ¿por qué no explorarla?
Justo ahora es el momento ideal para leer 10 beneficios de practicar gateos, cuadrupedias y locomociones.
De hecho, la cultura humana del movimiento ha estado impregnada por el movimiento animal, cuadrúpedo desde los principios de la historia. Los bailes y las artes marciales, especialmente los más antiguos, imitan y se inspiran a menudo en patrones de movimiento «menos humanos», «más animales» que consisten, de nuevo, en tirarse por el suelo, agacharse, gatear, reptar, arrastrarse, rodar, caminar en cuclillas de diferentes maneras y de forma secuenciada, coreografiada o improvisada.
¿Dónde está la diferencia entre lo natural y lo cultural? ¿Acaso la cultura no ha surgido de la naturaleza? ¿Cómo definirías la línea que separa lo que es natural para el ser humano de lo que no lo es?
Es más, si observamos bien y comprendemos ciertas leyes naturales (ahorro energético intuitivo), lo más natural para un habitante de una sociedad opulenta y acomodada es no moverse.
Entonces, o te mueves a propósito y con propósito, de manera artificial, o naturalmente no te mueves.
Habrá que desarrollar una propia cultura del movimiento.
Anti-natural.
¿O anti-cultural?
POR DÓNDE EMPEZAR
La conciencia de la necesidad natural y la posibilidad cultural están ahí.
Además, has visto un buen puñado de vídeos y flows chachipirulis (entre ellos los míos, cómo no, juas), y te atrae la idea de incluir las locomociones en tu actividad física.
Es hora de pasar a la acción.
Lo has decidido. Vas a empezar a practicar locomociones, pero… ¿por dónde hacerlo?
Esta es la gran cuestión, con una respuesta mucho más obvia de lo que parece.
Ahora bien, hay un par de matices a tener en cuenta.
Las locomociones, como cualquier movimiento intencionado que practiques en tu vida, a propósito y voluntariamente, como cuando haces ejercicio o deporte, ya no van a representar un movimiento espontáneo y, por tanto, tendría poco sentido practicarlas al tuntún.
En realidad, todo movimiento que practiques de forma intencionada es una posibilidad y una oportunidad para moverte con intención, valga la redundancia.
Si no, como con todo lo demás, ¿qué ocurrirá? Que tu parte más racional empezará a pedirte explicaciones y, si no se las das y además no son convincentes, rápidamente te saboteará. La razón tiene una razón de ser: tener razones. ¿No las tiene? Olvídate de seguir adelante.
En definitiva, como ser humano, aparte de necesitar moverte, estás condenado a tener que pensar un poquito en torno a tu actividad física, plantear ciertos valores y principios en tu práctica, esto es, insisto, moverte con intención, y no como pollo sin cabeza.
A partir de esta premisa, el primer paso para empezar a practicar locomociones es hacerlo por lo más básico, los patrones desde donde parten todos los demás, es decir, comprender, aprender, experimentar e interiorizar los gateos más simples de todos los (casi infinitos) patrones que existen dentro de este universo de movimiento: el gateo simple y el gateo inverso.
Cuidado: aunque sean los más básicos, practicados con intención no son tan «sencillos». Si atiendes a los matices y te ciñes a ellos, seguramente representarán un gran reto para ti, especialmente para tu control motor y coordinación.
GATEO SIMPLE
El gateo simple es la primera toma de contacto más lógica con el mundo de las locomociones, igual que hacen los bebés cuando dejan de arrastrarse, antes de ponerse de pie y hacer cosas más complejas y exigentes.
Lo más interesante de este gateo es su naturaleza contralateral: mientras avanza una mano también lo hace el pie contrario, la forma en que el cuerpo se mantiene más estable moviéndose a cuatro patas.
Hablando de estabilidad, el principal encargado de estabilizarte va a ser el centro corporal, el famoso core, que va a centrar nuestra atención e intención.
Por tanto, ya desde el primer momento no te va a valer gatear de cualquier manera, por muy intuitiva que sea, sino focalizarte en la estabilidad del patrón y, en consecuencia, la transmisión eficaz de fuerzas entre tus brazos y tus piernas –esto es, vas a intentar no dar bandazos y menear el culo de lado a lado.
Además, ya que es la primera vez que vas a moverte sobre cuatro puntos de apoyo, ten siempre muy presente mantener las MANOS PLANAS en el suelo; nada de apoyarte solo sobre los dedos. Si te malacostumbras y lo haces, luego será más difícil corregirlo, y es algo que no te interesa cuando la cosa se complica o se hace más intensa, ya que el apoyo de dedos es muy inestable y las posibilidades de torcerse algo es alta. Recuerda: manos en contacto con el suelo desde el talón de la mano hasta los dedos.
Por si no tuvieras suficiente trabajo, vamos a explorar este gateo en tres sentidos, moviéndonos hacia delante, hacia atrás y lateralmente.
Puedes experimentar aleatoriamente, hasta comprenderlo y dominarlo mínimamente.
En este vídeo te explico cómo realizar las distintas variantes:
GATEO INVERSO
El gateo inverso sigue los mismos principios que el gateo simple, modificando únicamente la posición del cuerpo, que ahora queda orientado bocarriba, con el vientre mirando hacia el cielo –algunos llaman a este patrón “el cangrejo”.
La estabilidad vuelve a depender del centro corporal, aunque esta vez lo más eficiente no va a ser mantener la pelvis en línea con el resto del cuerpo, sino lo suficientemente separada del suelo como para poder moverte, es decir, mínimamente.
Eso sí, la idea de no balancerse de lado a lado va a ser tu principal misión.
Vigila también tus manos y mantenlas planas, e intenta no hundir la cabeza entre los hombros, empujando activamente contra el suelo desde las escápulas; eso te dará todavía aún más estabilidad y ayudará a que tus hombros “funcionen mejor”.
Como en el gateo simple, puedes moverte en tres sentidos.
Experimenta a tu gusto.
Aquí tienes un breve tutorial:
FACILIDAD Y MEDIOCRIDAD
Ante tal misión, es probable que hayas llegado a un par de conclusiones, opuestas entre sí.
Por un lado, puede que para ti estos dos patrones hayan representado una tontería, algo muy sencillo de realizar. Me cuesta creerlo, siempre y cuando hayas sido fiel a la intención planteada, aunque es una posibilidad. Muchas felicidades. Has superado el primer paso en la práctica de locomociones.
Por otro lado, quizás para ti estos dos patrones hayan representado un verdadero desafío, o incluso te hayas sentido torpe, mediocre al realizarlos. ¡Eso es bueno! Si te han costado o te has llegado a sentir un poco patoso, no puedes ni imaginarte el chute de estímulo que le acabas de dar a tu cuerpo. No olvides que cuando practicas algo que no se te da bien es precisamente cuando tus músculos, tus articulaciones, tus neuronas, ¡tu cerebro! necesitan esforzarse más y, por tanto, los beneficios y resultados de tal práctica son de mayor impacto. ¡Continúa!
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¡Nos (mo)vemos en el Laboratorio!
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