“Puedes caminar más rápido pensando que ahorrarás tiempo y estar equivocado. No es una cuestión de cuánto caminas o lo rápido que caminas, sino de cómo caminas. Según tu forma de caminar, aprovechas el tiempo o lo pierdes.” – Rober Sánchez
Lo que acabas de leer lo escribí hace un tiempo en uno de mis correos diarios (puedes apuntarte en mi lista de correo en este enlace). Tuvo cierta repercusión, aunque solo apuntaba un matiz sobre la idea, el concepto de caminar mejor.
Ahora veremos cómo hacerlo, la parte práctica.
Pero antes de entrar en eso de “caminar mejor”, puntualicemos:
SI NO CAMINAS MÁS, DE NADA TE SIRVE CAMINAR MEJOR
CAMINA MÁS
—Rober, me estás liando. ¿No acabas de decir que lo que importa es cómo caminas y no cuánto caminas?
Me veo obligado a empezar por aquí porque caminar es algo tan subestimado y poco integrado. Un problema de base. Incluso en aquellas personas “activas” que hacen deporte, van al gimnasio o practican alguna disciplina física.
Caminar es, sin ninguna duda, la tarea de movimiento a la que deberías dedicar más tiempo.
Si no caminas, creo que ya sabes que tienes un problema. Y tendrás muchos más.
Esto no es nada novedoso.
Luego hay otro grupo que está cometiendo un error conceptual grave que creo que es importante poner sobre la mesa.
Si corres más que caminas, si vas en bicicleta más que caminas, si haces yoga más que caminas…
Si vas al gimnasio más que caminas, o practicas Crossfit, o haces escalada, Pilates, salsa, Krav Maga, Zumba o lo que sea más que caminas…
…tienes un problema.
Hace unos 120 años, la persona que ha expuesto mejor el movimiento humano hasta la fecha, Georges Hébert, creó una clasificación de diez familias de movimiento, entre las que se encuentran correr, trepar, gatear, saltar, cargar, etc.
Pero la primera, la primordial, la más importante, la familia número 1 es esta: caminar.
Los beneficios de caminar más son incontables, desde físicos hasta mentales (si esta diferenciación tiene algún sentido).
Quien mejor los explica es mi amigo Marcos Vázquez en su blog Fitness Revolucionario. Puedes leer este artículo para profundizar, porque yo no lo voy a hacer.
Primero: si no caminas, camina más.
CÓMO CAMINAR MEJOR
Partiremos entonces suponiendo que caminar forma parte de tu vida cotidiana, está integrado en tu estilo de vida.
¿Cuánto?
Por aquello de la coherencia evolutiva, algo que se asemeje a lo que caminaban nuestros ancestros.
Piensa que algunas sociedades sub-actuales, como los Hadza, caminan entre 9 y 15 km diarios, así como los integrantes de comunidades que han renunciado a cierto nivel de desarrollo tecnológico, como los amish, que caminan entre 11 y 14 km al día.
Yo no soy mucho de números, más que nada porque, en nuestra cultura de pensamiento computacional, para muchas personas pueden ser un obstáculo más que una ayuda, especialmente cuando no se alcanzan ciertos “mínimos” y, al no cumplir, se apalancan en la nada. Siempre siempre siempre vale más la pena algo que nada.
Aun así, teniendo en cuenta dicho contexto, creo que asegurarse unos 10 km diarios (algo más de un par de horas acumuladas a lo largo del día) es la mar de factible.
No es “salir a caminar dos horas”. Es acumular dos horas de pie y en movimiento a lo largo de las 16 (o más) que uno está despierto.
Con esto cubierto, podemos enfocarnos precisamente en el cómo.
Claro, otra cuestión es determinar a qué me refiero con eso de “caminar mejor”, que tiene poco que ver con que haya un “buena” o “mala” postura al caminar, por ejemplo, o cierta técnica “correcta” o “incorrecta”.
Eso es bullshit. Tonterías. Minucias. Bobadas.
Por no hablar de miedos que te meten los expertuchos fragilizadores para que generarte dependencia y que los contrates.
En este sentido, a no ser que lo hagas en plan Quasimodo, camina más y camina como te dé la gana, que lo harás estupendamente.
El caminar mejor del que te hablo lo puedes enmarcar en el macroconcepto “moverte mejor”.
Lo que significa moverse mejor lo expliqué en este artículo.
Y lo de caminar mejor lo vamos a dividir en dos categorías que, como decía antes, en realidad no se pueden separar: el cuerpo y la mente.
Lo primero, lo más superficial, lo más básico, antes de los 3 ejercicios que veremos, es caminar mejor con el cuerpo (inevitablemente unido a la mente).
Esto es más fácil de comprender, tanto a nivel de macro como de micromovimento.
Y para esto, caminar mejor implica, en la medida de lo posible, caminar por terrenos irregulares, con cuestas, rampas e inclinaciones laterales, de diversos materiales y texturas y, cómo no, con los pies desnudos (o casi).
*El casi se refiere al uso de calzado minimalista que interfiera lo mínimo posible con la mecánica y la sensibilidad de los pies. Puedes consultar esta gran guía para profundizar.
Por otro lado, el foco de este artículo es caminar mejor con la mente (irremediablemente unida al cuerpo).
Y para entenderlo (como si alguien pudiera comprender “la mente”, cuando absolutamente todo el mundo ha fracasado), lo mejor es pasar directamente a la práctica.
PRIMER EJERCICIO: CONCENTRACIÓN FOCAL
“Cuando camines, camina” es parte de un célebre proverbio zen.
Lo puedes extrapolar a cualquier cosa que hagas. Cuando estés haciendo algo, estate al tanto de lo que estás haciendo.
Nosotros lo aplicaremos directamente.
¿Cómo?
El ejercicio es sencillo, que no fácil.
De hecho, es dificilísimo.
Un reto, un desafío, un challenge.
Es uno de los ejercicios más humillantes a los que me he enfrentado.
Haz esto:
En un momento dado, cuando camines por la calle o por donde sea, mira a lo lejos y busca el objeto más lejano posible que reconozcas.
Puede ser un semáforo, un árbol, una farola o una persona que esté quieta. Lo que sea.
Y puede estar muy lejos. Hasta a 200 o 300 metros de ti perfectamente.
Idealmente intenta que esté justo frente a ti, para no “ladear” la mirada.
Bien.
Lo tienes.
No pierdas el foco en ningún momento.
Sigue caminando y no lo pierdas.
No lo pierdas y sigue enfocándote en él hasta que lo tengas justo delante.
Si quieres, entonces, vuelves a repetir el ejercicio.
La idea es no perder el foco en ningún momento y, si lo pierdes, darte cuenta y volver a poner el foco en el objeto lo más rápido posible, para seguir con el ejercicio.
Al principio lo habitual es perderlo muy a menudo. Irás mejorando tu capacidad de concentrarte focalmente durante la práctica, mientras caminas, claro.
Y además le darás un descanso a tus ojos que, muy probablemente, se pasan gran parte del día mirando de cerca y hacia abajo (con las consecuencias que conlleva).
¿Y cómo controlas tu entorno para, por ejemplo, no tropezarte, esquivar personas, controlar que puedas pasar en un paso de peatones en caso de tener que cruzar una calle?
Confía en tu visión periférica.
¡Mira! Ahora vamos con ella.
SEGUNDO EJERCICIO: ATENCIÓN PERIFÉRICA
Otras veces, cuando camines practica este ejercicio.
Lo puedes hacer en cualquier lugar, aunque a mí me gusta hacerlo especialmente en ramblas si estoy en la ciudad, o en el bosque si salgo al monte.
De nuevo, te aviso, el desafío es sorprendente para lo sencilla que es la tarea.
Mientras caminas, vas a tener que cambiar el foco, nunca mejor dicho.
Bueno, sí… No es cambiar el foco.
Se trata de renunciar, abandonar, evitar, esquivar el foco.
Es decir, tú camina y mira hacia el frente. Puedes fijar la vista en un objeto o no. Lo importante es que mires hacia delante, no al suelo.
Entonces (es un poco difícil de explicar), centra tu atención en tu visión periférica.
Haz todo lo posible por ver lo que ocurre fuera del foco, alrededor de este, sin mirarlo.
Puede parecerte algo extraño al principio, pero te darás cuenta de que puedes ver más allá de lo que ves, ves más de lo que ves, y lo puedes “mirar”.
De hecho, es algo que idealmente ocurre de manera inconsciente.
Lo que pasa es nuestra vida cotidiana es tan focal que la visión periférica la tenemos abandonada (la usamos solo al conducir o jugar a algún deporte como fútbol o baloncesto), cuando durante gran parte de nuestra evolución ha jugado un papel fundamental para la supervivencia.
Durante unos minutos, haz todo lo posible por mantenerte atento a tu periferia y, si pierdes la atención, recupérala lo antes posible.
Mira a tu alrededor sin mirar a tu alrededor.
Estimularás a tope tu visión periférica y tu capacidad de atención.
Es un ejercicio muy muy chulo.
TERCER EJERCICIO: ALARGAMIENTO CORPORAL
Si has practicado algún arte marcial, especialmente si ha sido de las artes marciales internas, este ejercicio te sonará.
Mientras caminas, tienes que hacer un doble ejercicio de imaginación.
Por un lado, llevando tu atención al coxis (el extremo inferior de la columna vertebral), imagina que llevas atado a este una pesita de plomo que tira de él hacia el suelo.
La sensación es, precisamente, que tu coxis “pesa” hacia la Tierra.
Por otro lado, llevando tu atención hacia el cráneo, concretamente a la coronilla, imagina que llevas atada una cuerda y alguien tira de ella hacia arriba, hacia el cielo, de forma totalmente vertical.
Sumado a las dos sensaciones consecuentes de lo anterior, se añade una tercera sensación “global”: tu columna, el eje del movimiento de tu cuerpo, se alarga como efecto de esa doble tracción.
Por abajo, el sacro “pesa”.
Por arriba, la coronilla “se eleva”.
Como consecuencia, el cuerpo se alarga.
Camina durante el tiempo que consideres oportuno tratando de mantener esta intención y sensaciones.
Y, como en los dos ejercicios anteriores, espera “fallar” muchas veces, despistarte y que la intención y la sensación se te escapen.
Intenta darte cuenta lo más rápido posible y, siempre que lo hagas, restáuralas.
Y así, a lo tonto, estarás estimulando y mejorando la concepción de tu propio cuerpo en el espacio, teniendo como centro de tu atención justo tu eje de movimiento desde sus extremos.
POR QUÉ ESTO ES CAMINAR MEJOR
Bueno, no sé si te habrá pasado…
¡Qué digo!
Sí sé que te ha pasado.
¡¡Millones de veces te ha pasado!!
Que vas caminando en piloto automático, probablemente a toda pastilla, y seguramente y sin ninguna duda con la “mente” en otra parte.
Durante el camino no te has enterado de absolutamente nada de lo que pasaba a tu alrededor.
Hasta a veces te habrás sorprendido: “¡Ostras! Ya he llegado a casa”.
Y la de cosas que te has perdido.
No se trata de convertirse en un místico o ni mucho menos un monje Mr. Wonderful, pero respetar lo de “cuando camines, camina” ya per se es caminar mejor.
Es evidente.
Y, además, estimulando y mejorando en todos los aspectos que hemos ido repasando: concentración, atención, visión focal y periférica, propiocepción y, en definitiva, conciencia corporal y capacidad y habilidad por vivir en el presente.
¿Crees que eso no influye en tu competencia a la hora de moverte de manera diversa y compleja?
Son todas cositas que, más allá de al caminar, harán que te muevas mejor.
Recuerda: la inspiración no sirve de nada sin transpiración.
Si solo lees y no haces, no experimentas, no juegas… caca de la vaca.
O como decía Robin Williams en El indomable Will Hunting…
Tú mueves, chaval.
Puedes empezar por estos 12 retos de movimiento, más allá de caminar.
¿Superarás este TEST?
Rober Sánchez