Planificar tu movimiento por proyectos (y mis proyectos personales de otoño). Segunda parte

Después de entender qué es esto de planificar o plantear la práctica de movimiento por proyectos y el papel fundamental que juega el modo mantenimiento –y los miedos que le acompañanan–, en modo de ejemplo, y solo de ejemplo, comparto cómo encaro yo mismo este próximo otoño.

El miedo del mediocre a la exposición

De hecho, hablando de miedo, como buen mediocre, añadir esta segunda parte más personal me da un poco de, no sé, cosita, por aquello de disimularlo.

Por muy detallado y transparente que intente ser, internet es un ente muy superficial. Ni con lo que escribo ni con lo que comparto en las redes nadie puede tan siquiera aproximarse a cómo es realmente mi vida y mi práctica de movimiento.

Además, una de las cosas que menos me gustan de lo virtual es que cuando alguien comparte algo es muy habitual que el receptor llegue a creer que su camino debiera ser parecido al del emisor.

No, no. Esta historia es algo extremadamente personal.

No porque yo plantee o haga las cosas de cierta manera deberías suponer que tú tienes que plantearlo igual. Aquí un servidor solo pretende compartir un ejemplo más, inspirar en la medida de lo posible, servir de brújula que marca una dirección, el movimiento, pero no de mapa preciso. No soy la X que señala dónde está enterrado el tesoro, sino más bien un montón de arena esparcida y removida, como si debajo hubiera algo valioso, o no… A partir de ahí, cada cual tendría que crear, construir, caminar su propio camino.

Para añadirle un poquito de picante, seguro que por ahí habrá algún experto, especialista, académico, certificado, licenciado, doctorado, master del Universo sabelotodo, especialmente joven o especialmente viejuno, que me juzgará, se echará las manos a la cabeza y gritará para sí «¡Madre mía, pobre Rober!».

Mmm… éste no me da miedo, sino más bien me hace gracia. No solo por creer que lo sabe todo. También por creer que sabe más que yo. ¿Qué es saber? Es una buena pregunta a la que ya di una respuesta aproximada. Y parafraseando a Thoreau, ¿alguien puede saber más de mí mismo que yo?

Así, no entiendas lo que sigue como «lo que se debe seguir», o el tiempo que invierto como «el tiempo que se debe invertir», o los tantos proyectos que pongo en marcha como «los tantos proyectos que se deben poner en marcha».

Todo ello es una consecuencia de una serie de decisiones que he tomado en los últimos años –se dice pronto–, especialmente en lo que se refiere a cómo entiendo la vida a nivel relacional, social, cultural, incluso económico, que, a bote pronto, es radicalmente distinto a lo convencional. Mis prioridades y mis centros de atención son poco habituales. ¡Eps! Y por encima de todo, ni mejores ni peores.

Y ¡ojo! Como esto es un laboratorio no todo lo que pruebo está previamente probado, sobre todo subjetivamente, o sea, en mí –de hecho, en mí nada de lo nuevo que hago está probado porque si no, no sería nuevo.

Por eso, además de exponerme a todo esto, también comparto lo que comparto para invitarte a experimentar y exponerte, por mucho que te aprieten las marcas y los gurús, o por muy ridículas que supongas que son tus capacidades actuales, mediocres, y aunque tu reto más duro a día de hoy sea hacer una dominada, o tener suficiente movilidad para agacharte a recoger un lápiz, o caminar diez mil pasos cada día.

El mediocre no entiende de niveles. Por encima está la actitud y la dirección: el movimiento.

En fin, nunca olvides el principio más importante –con diferencia– del entrenamiento/movimiento: la individualización.

Otra cita, esta vez de George Bernard Shaw:

La estadística es la ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches, los dos tenemos uno

Por cierto, toda ciencia se basa en estadísticas…

Mis proyectos de otoño

Entonces, por empezar por algún sitio, y si me sigues en redes ya lo habrás visto, últimamente le he estado dedicando mucho tiempo a las verticales, que van a permanecer en mantenimiento durante todo el otoño. ¿Por qué? Porque llevo casi dos años practicando cada día, viniendo de la nada absoluta, del inframundo de las verticales, siendo el más mediocre de los mediocres, y estoy cansado mentalmente.

¿Eso quiere decir que las elimino de mi día a día? No. Quiere decir que no van a ser un centro de atención. De hecho, durante unos meses voy a pasar a practicarlas como movimiento integrado, y no como movimiento intencionado. Es decir, sin objetivos, sin programas. Como cualquier movimiento integrado. Cuando me venga en gana, intentaré alguna. Puede que tenga un rato libre de vez en cuando, como media hora, y practique algo más, pero esporádicamente y por sensaciones. En fin, seguro que al final del otoño habré acumulado unas cuantas y las pérdidas no serán tan desastrosas para mi ego.

Además, y como tal vez también habrás podido ver, prácticamente no estoy haciendo trabajo de suelo y locomociones.

Este tipo de práctica lleva medio año en mantenimiento. ¿Por qué? Primero, porque se me da «bien». No es que sea un crack; sigo siendo un mediocre. Pero aprendo muy rápido, me adapto fácilmente a nuevos patrones –acordes a mi nivel– y, sobre todo, tengo una capacidad notable en crear y memorizar secuencias, coreografías. Otra cosa son las improvisaciones…

Y segundo, porque de haber practicado muchísimo antes de desplazarlo al mantenimiento (marzo 2017) mis rodillas –punto débil– y mis tobillos y pies están algo saturados. Afortunadamente, estos meses teniendo como proyecto principal el equilibrio sobre las manos les ha ofrecido un buen descanso a mis piernas que podré aprovechar ahora para darles un poco más de trabajo, aunque en un sentido menos orgánico, más lineal.

Con todo esto en mantenimiento, ¿qué colocaré como proyectos principales?

Solamente dos.

El primero, en la capa «movimiento intencionado», será fortalecerme analíticamente con un asentamiento profundo de los básicos de fuerza y movilidad, sobre todo a nivel de resiliencia y antifragilidad articular.

En el futuro, aún sin planificar pero más o menos adivinándolo, me gustaría explorar nuevas habilidades gimnásticas que requieren de mayor preparación física, para después aplicarlas a la práctica de Parkour y escalada, ya de cara al próximo verano –uff, qué lejos. Y voy a necesitar un trabajo previo muy pensado y muy bien hecho si, por un lado, quiero aproximarme a esas exploraciones y, por otro, no quiero hacerme daño.

Por ello, las rutinas de anillas y otras prácticas complejas se quedan a un lado. No dedicaré tiempo a avanzar en este sentido, el de la alta complejidad –para un mediocre–, que exploraré quizás una vez al mes, por decir algo, como recordatorio o para despejarme un poco.

Al contrario, ahora siento que a nivel analítico necesito tanto más intensidad como más volumen, centrándome más en la pre-habilitación articular, la circulación de fluidos y la resistencia muscular, sobre todo en lo que se refiere a la estabilización articular –o sea, «estar cachas» de los músculos chiquititos.

En fin, no habrá mucho macromovimiento y sí muchísimo micromovimiento, y las famosas 5 repeticiones –ó 2 ó 1– se verán complementadas por series de 10, 15, 20 y a veces 50. Me toca darme una buena paliza de tirones, empujones y levantamientos, así como de trabajo de movilidad muy específico. Ya lo dicen, si quieres divertirte, antes vas a tener que aburrirte –aunque este tipo de trabajo personalmente no me aburre para nada, supongo que porque detrás tiene un sentido mayor.

Total, será un trimestre de preparación física monótona pura y dura.

En cuanto a la movilidad a lo grande, el trabajo puro sobre la cadena posterior seguirá en mantenimiento como el último medio año.

Durante año y medio fue mi absoluta prioridad. Venía de muchísima rigidez, lumbalgias frecuentes y una amplitud de rango ridícula y arriesgada para todo lo que pretendía hacer. Ya sabéis, casi 1,90 de altura, piernas extra largas, no alcanzar el suelo con las rodillas bloqueadas.

Como anécdota… El año pasado alcancé a mover la mitad de mi peso en Jefferson Curl, 40kg por 5 repeticiones, con cierta comodidad en un recorrido amplísimo, inaccesible para la gran mayoría. El caso es que no lo toqué en 6 meses y, cuando volví a intentarlo, no había perdido ni pizca de fuerza o rango en este patrón. ¿Entiendes lo de las pérdidas? Nada.

Con esas, para lo que yo quiero hacer, de momento no necesito más movilidad/flexibilidad en ese sentido.

En cambio, de cara a algunas acrobacias que quiero aprender en 2018 y el asentamiento de un par de entradas a vertical que quiero atacar a primeros de año –aquí es donde sí utilizo la concreción de objetivos a corto plazo–, necesito mejorar en mi extensión torácica y mi apertura de cadera. Proyectos de movilidad establecidos.

¡Pero no es todo!

Falta el segundo proyecto, dedicado al movimiento integrado.

Al mismo tiempo que establezco estos proyectos y mantenimientos de movimiento intencionado, que podrían caracterizarse por ser lineales, estructurados, planificados, más o menos programados –de forma muy flexible porque cada vez me muevo más por sensaciones–, me planteo otros integrados desde un punto de vista mucho más lúdico.

Los malabares con bolas es uno de ellos. A mis 37 y pico jamás me había planteado hacer malabares, pero mis compis Álex y Carlos me terminaron de convencer –o más bien picar. Hace un mes me compré unas bolas y empecé a practicar unos pocos minutos al día. No hay metodología, programa o nada parecido. Simplemente tengo las bolas siempre a la vista –¡movimiento integrado!– y cuando tengo ocasión practico dos o tres minutos, no más, unas cinco o seis veces al día. Aprender lo básico no ha sido difícil, sino una consecuencia (véase el siguiente vídeo). Ahora intentaré avanzar en complejidad. Veremos en unos meses.

Para seguir sumando retos, Meli, my wife and teacher, se ha comprado un hula hoop. Practicamos de vez en cuando, no tanto como con las bolas, pero también es un juego al que recurriremos durante un tiempo para mover el esqueleto de otra forma. ¡Viva la diversidad!

Además, voy a caminar más. No cuento los pasos que doy porque ni me interesa saberlos ni lo considero importante. Camino bastante gracias a mi perrita, Lula. ¿Cuánto es bastante? Con ella mínimo dos horas diarias, los fines de semana más. Pero siento que quiero caminar más, todavía más.

«Pero al caminar al que me refiero nada tiene en común con, como suele decirse, hacer ejercicio, al modo en que el enfermo toma su medicina a horas fijas (…), sino que es en sí mismo la empresa y la aventura del día» – H.D. Thoreau

Y por último, hay otro proyecto que realicé durante un tiempo la temporada pasada, luego lo dejé de lado y ahora voy a retomar. Es la práctica de estiramientos pasivos todas las noches antes de dormir. ¿Estiramientos pasivos? ¡Nooooooo! Pues sí, que no son el demonio y tienen sus beneficios, y creo que es un buen momento para volver a experimentar con ellos no desde la programación, intención o búsqueda de objetivos, sino desde la integración en lo cotidiano como hábito pre-«vamos a ir a dormir bien relajaditos en vez de ponernos nerviosos con imágenes en una pantalla, ideas de algún libro o pensamientos emergentes que nos agiten».

En cuanto a lo integrado que mantendré, me es difícil concretar una lista de mis movimientos integrados, ya que están muy, eso, integrados. Sentarme el 90% del tiempo en el suelo, interrumpir momentos de sedentarismo con mucha frecuencia, trabajar con el ordenador de pie, realizar mini-rutinas de movilización cada dos por tres, evitar el transporte motorizado, etc. es algo ya muy mío, después de años de práctica. En realidad, honestamente, es algo que ya ni pienso ni clasifico.

Resumiendo, como ves, algo que para nada es obvio y que requiere de mucha observación, conciencia y, sobre todo, dedicación, fruto de poner al movimiento en lo más alto de mi lista de prioridades, casi obsesivamente.

Aunque no es una obsesión.

Es una reacción proporcional a la obsesión que tienen mi entorno y mi (in)cultura para que me esté quieto.


Rober Sánchez – M de MovimientoSoy Rober Sánchez, director del Laboratorio de Movimiento, nuestra plataforma de entrenamiento online. Desde 2003 enseño a las personas a entrenar para construir cuerpos móviles, fuertes y hábiles, y poder moverse de verdad.

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