Las anillas se han puesto de moda, en gran medida gracias al Crossfit.
Algo que parecía estar reservado solamente para los gimnastas se ha convertido en una herramienta de entrenamiento más para un montón de nosotros.
Cada vez me llegan más cuestiones acerca de su cabida dentro de una práctica generalista de movimiento, y considero que este creciente interés es algo muy positivo por todos los beneficios que pueden reportar.
Ahora, a pesar de que animo absolutamente a TODO EL MUNDO a incluirlas como una de las herramientas principales de entrenamiento, independientemente del nivel de forma, edad, antecedentes, etc., siempre acompaño esta recomendación con una de mis advertencias universales:
Adelante, siempre que sepas lo que estás haciendo
Atajo: si quieres aprender a hacer los básicos de la calistenia con una buena técnica para garantizar tu seguridad y que tu entrenamiento sea efectivo, tengo un training para ti.
Es un regalo de bienvenida al blog.
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PROS
El boom de las anillas no tiene nada de extraño. Las ventajas y atractivos de entrenar con anillas son múltiples:
· Puedes trabajar TODO TU CUERPO, aunque no sea muy habitual, también las piernas. Su versatilidad es casi infinita.
· Es una forma de CALISTENIA, es decir, la resistencia contra la que «luchas» es tu propio peso corporal, algo que tiene muchísimo más impacto en el desarrollo de fuerza orgánica, utilitaria, real, si lo comparas con el levantamiento de peso.
· El progreso hacia la COMPLEJIDAD es factible. Puedes –y debes– empezar con ejercicios muy básicos pero, con el tiempo, las anillas te invitan a realizar patrones más complicados o secuencias de ejercicios en forma de rutina, desafiando no solo tu fuerza per se, sino también tu estabilidad, resistencia, conciencia corporal y propiocepción.
· Es divertido y estimulante. Te invitan a JUGAR. Las alternativas que te ofrecen son mucho más amplias que repetir y repetir ejercicios con pesas y máquinas en una sala de fitness, por lo que mantenerte motivado es más sencillo.
· Puedes llevarlas a cualquier lado. Pesan y ocupan muy poco, y es fácil colgarlas de un árbol o cualquier soporte que encuentres por ahí, especialmente al AIRE LIBRE.
· Son BARATAS. Por lo que te cuesta una matrícula en cualquier gimnasio convencional tienes más de lo que pueden ofrecerte ahí dentro, y para toda la vida.
CONTRAS
Aún así, siempre que hay tantos pros, deben haber algunos contras, ¿no?
Porque, siendo honestos, entrenar con anillas implica ciertos riesgos, que no se reducen a debates simplones en plan «esto es bueno y esto es malo«, sino a cuál es su uso y cómo progresa cada persona INDIVIDUALMENTE.
Entonces, para la mayoría de nosotros, además de implicar ese trabajo calisténico –más intenso por sí mismo–, tener que hacer frente a las inestabilidades que sufrimos al colgarnos de unas anillas va a ser algo muy nuevo y exigente para nuestro cuerpo, especialmente para las articulaciones del brazo y los músculos estabilizadores, los que «no se ven» y que, por tanto, no solemos trabajar demasiado –ay, ay, ay, ese fitness y sus cosas…
Además, eso de individualizar como que no nos suena mucho. La incultura del movimiento, la estandarización educativa y la industria del fitness nos han tratado como borregos y convencido de movernos como autómatas obedientes, y eso de conocerse, escoger con criterio y personalidad, RESPONSABILIZARSE, compromoterse… no es que lo tengamos muy por la mano. Si enfocas el entrenamiento en anillas con perspectiva fit, súmale unos cuantos puntos más a los riesgos intrínsecos que comentábamos antes.
Por último, algo que puede aplicarse a cualquier disciplina, cabe recordar que, como entrenar con anillas es muy cool, y más ahora, es fácil dejarse llevar por cierto narcisismo y convertirse en un especialista.
Cualquier especialización tiene su parte guay –cada vez estás más cachas y te salen trucos más espectaculares, épicos, y eso mola y hasta te pones cachondo viendo tus vídeos en Instagram y te das besitos mirándote al espejo (movement onanism).
Sin embargo, no debes olvidarte de la otra cara de la moneda de la especialización, que en el caso de las anillas suele terminar en pagar el precio de las lesiones por acumulación y sobreuso, sobre todo alrededor de los codos y los músculos rotadores de los hombros.
Si no compensas con un buen trabajo de pre y rehabilitación y no periodizas tu entrenamiento en anillas, incluso incluyendo semanas o meses sin tocarlas cada año, estás vendido –te lo digo por conocimiento y gracias al mejor maestro, la experiencia.
MORALEJA
Las moralejas suelen ser obviedades.
Después de lo que te acabo de contar, deberías tener suficiente.
Las anillas son versátiles, complejas, exigentes, transportables, baratas y como herramienta para el entrenamiento de la fuerza especialmente del tren superior es, sin ninguna clase de duda, la mejor opción.
Pero tanta versatilidad, complejidad y exigencia implica riesgos.
Si uno pretende hacer las cosas bien, no hacerse daño y disfrutar de las anillas de manera sostenible, sí o sí necesita comprender qué está haciendo y, como consecuencia, el progreso requiere de un enfoque consciente, lento, riguroso, sensato, SUBJETIVO.
En resumen: (auto)EDUCACIÓN.
–¿Eing? ¿Y eso qué es?
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