El tercer error en el entrenamiento de la movilidad articular. Especificidad

Cerramos esta serie de artículos con el tercer error.

El primero y el segundo los desgranamos aquí:

Si no los has leído, te recomiendo hacerlo, porque en esta última parte no vamos a revisar nada de lo expuesto en los anteriores.

Hay cosas que se darán por supuestas.

Especialmente la diferencia entre flexibilidad y movilidad.

Y por qué si quieres moverte mejor, no te interesa ser flexible, sino móvil.

(Y, gracias a eso, por qué puedes liberarte tranquilamente de la tortura y el sinsentido de acumular segundos y minutos y días y semanas aburriéndote a base de estiramientos estáticos pasivos que, encima, no te sirven para moverte mejor).

Este error, el último, el tercero, en realidad se comete en dos sentidos…

Y todo parte de una especie de carencia, de pecado, de tara humana.

Punto por punto:

PRIMER SENTIDO

Directo.

En general, a la hora de plantear y llevar a la práctica un acondicionamiento de la movilidad articular hay una gran falta de especificidad, referida a la función o el gesto en el que se quiere mejorar.

Esto es:

Lo que se suele hacer es tener una dirección muy poco clara, precisa, firme respecto hacia dónde uno pretende moverse.

¿Y qué suele hacer la mayoría?

Atacar varios frentes a la vez, copiando y pegando ejercicios, rutinas, protocolos que se ven por ahí, combinando y mezclando gestos, patrones, “objetivos”.

Con este abordaje, lo único que consigues es:

  1. Complicarte la vida porque, claro, a más direcciones y más ejercicios y más combinaciones, más tiempo dedicado, más energía invertida, más atención fragmentada, más fatiga acumulada.
  2. Complicarle la vida al cuerpo que, ante un estímulo simultáneo tan diverso, no sabe bien bien por dónde tirar, cómo responder y adaptarse, qué hacer. Con tantas complicaciones no haces más que despistarle y, encima, al acumular mayor fatiga… pues eso ya lo vimos en el primer error.

En este sentido, la especificidad de tu entrenamiento lo que más necesita es una buena dosis de concreción, simplicidad y viabilidad.

Aunque no se vea tan chachipiruli, tan épico, más vale un programa super específico con solo 2 o 3 líneas / ejercicios, que no uno mucho más vistoso (y largo y disperso y cansino) con 25 líneas con todas las herramientas y recursos habidas y por haber (impregnado, en el fondo, de ese FOMO, el miedo a perderse algún detallito, algún matiz, algún “secreto” que haga que la fórmula sea “óptima”).

SEGUNDO SENTIDO

Sumado a lo anterior, hay una falta de especificidad en cuanto a la transferencia, el para qué quieres mejorar tu movilidad en una dirección determinada.

En este sentido, lo que suele ocurrir es que los abordajes, aunque sean específicos según el primer sentido, se plantean a base de atiborrarse de drills, de técnicas aproximativas hacia el patrón que se pretende mejorar o el hito a alcanzar, y, al mismo tiempo, no practicarlo de una forma más directa.

Por ejemplo, puedes pensar en un spagat o front split.

Es (demasiado) habitual ver cómo se plantean protocolos o programas para conseguirlo basados en tropocientasmil técnicas y ejercicios que, de nuevo, invitan a no dejar ningún matiz por cubrir o, peor todavía, anunciados como el “ejercicio secreto que no estás haciendo para conseguir X”.

Cuando lo mejor que puedes hacer, con diferencia, es practicar primordialmente el propio front split.

El resto de ejercicios, en realidad, deben ser un mero complemento.

Pero la base requiere de especificidad.

Y no hay nada más específico que dentro de tu planteamiento practicar directa y concretamente el patrón que pretendes mejorar o conseguir.

Y no fundamentar tu práctica en esas listas interminables de ejercicios y técnicas y matices y “secretos” que, de nuevo, te hacen perder más tiempo, energía y foco, y acumular más fatiga sin necesidad alguna.

Y frustrarte y machacarte y estancarte y pensar que eres un tocho y…

LA TARA HUMANA

Claro.

Todos estos errores, por lo que he visto a lo largo de los años, tienen una explicación:

El ser humano actual es impaciente, carente de una mirada largoplacista y adicto al “divertimento”, entendido como esa necesidad de exponerse continuamente a nuevos estímulos, lo más diversos, vistosos, cambiantes y “divertidos” posible.

(Tanta “diversión” tiene su explicación en este artículo incrustado en medio de la serie de los 3 errores: Aburrimiento y pereza en el entrenamiento de la movilidad articular. Qué hacer).

En definitiva, según mi experiencia, para una persona normal y adulta lo más efectivo y coherente es plantear un entrenamiento de la movilidad lo más específico posible, tanto en concreción de dirección a mejorar como en la elección (directamente transferible) de los ejercicios que componen dicho entrenamiento).

Todo ello “aliñado” con un buen toque de paciencia, enfoque a largo plazo y “aburrimiento” (de nuevo, lee el artículo sobre lo aburrido y lo divertido).

Que las cosas de la movilidad para una persona adulta suelen ser lentas.

Aunque, bueno, si lo comparas con lo de estirar y estirar y estirar quieto con tal de ser simplemente flexible…

Eso se hace eterno y, desde luego, no sirve para moverte mejor.

Moraleja: sé específico.

Espero que te haya servido.

Gran día,

Rober Sánchez

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