El error número 1 en el entrenamiento de la movilidad articular. Fatiga e interferencia

Estas cosas de clasificar errores es bastante complicada.

A bote pronto se me ocurren tres errores más, de los gordos, como este.

Todos derivan, como no podía ser de otra manera, de no cumplir la Regla de las 3 C’s.

Luego pasa lo que pasa con la falta de progreso y el estancamiento, la frustración y la desmotivación, las molestias y otros «conflictos dolorosos».

Por no hablar de, hablando de movilidad y personas normales, esa trampa tan habitual de «esto no es para mí; seré un tocho para toda la vida».

No es que tú seas así o asá; es que lo estás enfocando al tuntún y llevándolo a la práctica fatal.

En fin…

En las próximas semanas los iremos desgranando aquí en el blog (si no estás suscrito, hazlo aquí).

Por algún lado tenía que empezar.

EL ERROR NÚMERO 1 EN EL ENTRENAMIENTO DE LA MOVILIDAD ARTICULAR

Antes de nada, aunque es algo que hemos revisado ya no sé cuántas veces, es importante recordar que cuando hablamos de movilidad no hablamos de flexibilidad.

La movilidad, más allá de la amplitud de rango, implica control, estabilidad, FUERZA en el patrón de movimiento X que esté bajo el foco.

Es decir, no es una cuestión de si una articulación llega a aquí o allá de manera pasiva yoga style, sino de si puedes moverte hasta aquí o hasta allá, o de aquí a allá, de forma activa, especialmente en los extremos del recorrido.

De ahí que se requieran dichos atributos: control, estabilidad, FUERZA… en todo el rango, insisto.

(Y, por cierto, hablando de movimiento «a lo grande»: también coordinación, comunicación, colaboración, armonía entre todas las articulaciones. Aunque este es un tema que no se resuelve con análisis, ni mucho menos).

Dicho esto, como habrás visto, hay una palabreja que se ha llevado una mención especial.

Va en mayúscula.

Es el componente de FUERZA.

Y de ahí surge el error.

FATIGA

Cabe decir que, en los círculos más mediocres, formados por personas en la media, la mar de normales (cosa que no tiene nada de «malo»), prácticamente nadie entrena la movilidad como se debe entrenar la movilidad.

Como mucho se ve algo que dicen que es «movilidad» en las clases de Crossfit.

Aunque en la gran mayoría lo único que se practiquen en esos 10 minutitos son «movilizaciones» en modo de calentamiento que no llevan a nada, a ningún cambio relevante.

(Para profundizar en esto, puedes leer este artículo: Movilización vs. Movilidad).

El entrenamiento de la movilidad es un entrenamiento de FUERZA.

De fuerza en los extremos del rango articular para un patrón determinado en el que dichas articulaciones se exponen a ciertas desventajas mecánicas, por así decirlo.

Por lo tanto, se rige bajo los mismos principios que el entrenamiento de fuerza que solemos tener más en mente (sentadilla, peso muerto, press de banca, ejercicios de calistenia, etc.).

Efectivamente, para moverte alrededor del carpado, el middle split, el spagat, el sapo y el puente, también son aplicables los principios de sobrecarga progresiva, adaptación, especificidad, etc.

Si comprendes esto, que en realidad es muy simple y no tiene ningún misterio, puedes intuir que el error del que hablamos es exactamente el mismo que cometen aquellos que se empiezan a tomar el entrenamiento de la fuerza «convencional» en serio.

Lo que la gran mayoría pasa por alto, vaya.

Verás:

El factor que, en el fondo, determina cómo juegas con las variables de intensidad, volumen, carga y frecuencia del entrenamiento es uno y solo uno:

La FATIGA.

En mayor o menor medida, según cómo lo plantees, el entrenamiento de la movilidad provoca fatiga.

Te cansa.

Te agota.

Y esa fatiga, si no juegas coherentemente con las variables de arriba, se acumula.

Y si no lo tienes en cuenta, cuanta más fatiga acumulas, más riesgos corres y peor va a ser tu rendimiento y progresión.

Incluso, en casos extremos, provocando un retroceso, una pérdida de movilidad.

Porque el cuerpo no es idiota.

Evalúa dichos riesgos constantemente —y más cuando estás entrenando la movilidad, moviéndote intensamente en los extremos del recorrido articular, pudiendo llegar a interpretar que estás comprometiendo su integridad.

¿Cómo reaccionará el cuerpo entonces?

No dejándote, no permitiéndote moverte por ahí.

Generando cada vez más resistencia, más (sensación) de tensión y rigidez.

Parándote los pies, echando el freno, vamos.

Y, si no le haces caso, pues bueno…

Tendrás que parar pero a base de hacerte daño, garantizado.

Porque superarás la capacidad del cuerpo de hacer frente a la demanda.

Y te lesionarás.

Una vez más, como algo propio de la (in)cultura de la cantidad, el error número 1 es caer en la trampa del «más es mejor».

Cuando no.

No va así.

Más no es mejor.

Mejor es mejor.

Y para eso hay que poner cabeza.

Y coherencia al jugar específicamente con patrones, intensidad, volumen, carga, frecuencia, progresión, etc.

Bajo la atenta mirada de la fatiga acumulada.

Y teniendo bien presente otro matiz.

Este:

INTERFERENCIA

El cuerpo cuando se cansa, se cansa de dos maneras:

  • En general.
  • Y específicamente.

Son dos maneras de cansarse diferentes.

Ambas hay que atenderlas y valorarlas.

Para lo «bruto», la fatiga general, debes tener en cuenta todos los estresores e inputs de tu vida en un momento puntual.

Aquí entran lo que duermes, lo que comes, el ritmo que llevas, tus rachas cotidianas de más o menos jaleo en tu vida de persona normal.

Esto es muy complejo y subjetivo, así que no vamos a entrar en ello.

Solo lo menciono para que no lo olvides.

Porque a lo mejor, y solo a lo mejor, de tu entrenamiento no tienes que tocar nada en un momento dado.

Y la fuga de energía y la falta de progreso y la rigidez vienen por otro lado.

Si nos centramos en la cuestión del entrenamiento, pues, debes tener esa fatiga específica.

Es algo muy intuitivo.

Cualquiera que sea tu «objetivo», foco o patrones de movilidad sobre los que estás trabajando, piensa en movimientos o «ejercicios» de una naturaleza semejante que pueden INTERFERIR en tu entrenamiento, SOLAPARLO de alguna manera, provocando que acumules, pues eso, más fatiga específica, aunque no estés haciendo exactamente lo mismo.

Fíjate y te cuento:

Por ejemplo, si estás practicando el Jefferson Curl como yo en este vídeo, probablemente lo más sensato sería no meterte mucha caña con el Peso Muerto.

Ojo.

No digo abandonarlo completamente, si no quieres.

(Podrías perfectamente, pero entiendo que sufrieras algo de FOMO y temieras perder fuerza. Esto es una pérdida de tiempo, pero comprensible. Y lo dejamos para otro día).

Solo digo determinar cuál es tu prioridad en un momento dado y durante un tiempo.

Y a partir de ahí ajustar las variables de tu entrenamiento para que sea viable y seguro encajarlo todo, si es que quieres combinarlo.

Resumiendo:

Cuidado con las interferencias y su impacto en la fatiga específica acumulada.

UN ÚLTIMO APUNTE

Aparte de todo lo que hemos repasado, permíteme recordarte algo muy bonito:

Cualquier cosa que entrenes, que practiques, en realidad representa una habilidad para el cuerpo.

El cuerpo se expone, y a partir de dicha exposición lleva a cabo una serie de aprendizajes para terminar manifestando otra serie de adaptaciones.

La movilidad no es una excepción.

Es una habilidad más.

Y lo bonito no es esto.

Lo bonito es el cuándo.

Porque todo este aprendizaje y todas estas adaptaciones no ocurren cuando entrenas, o cuando practicas.

Tienen lugar cuando descansas.

Última vez: ojo con la fatiga y la interferencia.

Espero que te hayas servido.

Si todavía no lo has hecho, puedes unirte a mi comunidad en mi plataforma de anti-educación, el Laboratorio de Movimiento.

Es gratuito y nada más entrar puedes completar hasta 7 cursos de bienvenida.

Todo aquí.

Gran día,

Rober Sánchez

PD: hay por ahí quien propone entrenar la movilidad todos los días, seguir metodologías propias de la gimnasia y la danza, y exponerse con alta frecuencia y volumen a este tipo de estímulos. Cuidado. No es que no sirvan o sea algo «incorrecto» o «malo». Es que dichas formas se aplican en niños y adolescentes con un contextos, unas condiciones y un bagaje diametralmente opuesto a las de una persona adulta y normal que quiere gozar de mayor libertad de movimiento y se pone con estas cosas un poco más tarde y de otra manera. Cabeza. Poca frecuencia y bastante intensidad, por qué no. Y, sobre todo, descanso y mirada largoplacista. Más no es mejor. Mejor es mejor. Poco a poco y buena letra.