El Proyecto Removimiento sigue avanzando.
Sin ninguna duda, a estas alturas los pocos que sigan en activo este experimento son unos valientes. Ya son cinco semanas poniendo por delante de todo el cuerpo y el movimiento, todo un hito en la cultura de la mente decapitada y el sedentarismo.
Nuestra segunda práctica, redescubrir y estimular las manos, nos sirvió hace unas semanas para ser conscientes de que tenemos unas manos y que pueden moverse mucho más de lo que solemos hacer. De hecho, concluimos con que si no lo hacíamos en todas sus posibilidades reales, pagaríamos un precio.
Por entonces ya dejé caer que los ejercicios propuestos eran prácticas analíticas y preparatorias para un “algo más”, aquellas funciones motrices que hemos heredado evolutivamente. Moverse así, analíticamente, tiene un sentido, tal vez un tanto robótico, que no acaba de ser completo si no lo humanizamos. Es justo aquí donde nos encontramos con la Locomoción Natural.
Sí, es cierto. Ya no necesitamos gatear y reptar por debajo de arbustos o en cuevas, pero al mismo tiempo considero un poco triste –corporalmente hablando– no poder soportar el simple hecho de apoyar las manos sobre el suelo sin soltar unos pocos “ays” y “uys” debido a ciertas molestias en las muñecas, manos, dedos… Aunque sea habitual, no es normal.
Como vimos al hablar de la movilidad y la salud de nuestras manos, el hecho de que tengamos la capacidad –aunque hayamos perdido cierta habilidad– de extender tanto nuestras muñecas puede explicarse, entre otros motivos, por nuestra necesidad de apoyarlas sobre el suelo y utilizarlas para desplazarnos con frecuencia.
¿Le damos sentido evolutivo a este potencial?
Dos prácticas de apoyo sobre manos: una aburrida y otra… una puerta
Se me ocurre una doble propuesta para esta próxima semana, que será nuestro quinta práctica. Aprovecho para insistir en que durante estos días lo más importante es esto, apoyarse sobre las manos, aunque sin olvidar y abandonar todo lo acumulado hasta ahora: liberar los pies, moverse con frecuencia, conmutarse “por piernas”…
La primera parte de mi propuesta es, aunque no me guste mucho, recurrir a más ejercicios estáticos, esta vez un poco más globales. Hablo de las planchas –o tablas.
¿Y qué son las planchas? Como nuestra mentalidad es un poco “de burro”, obsesionados con cores y tabletas, acostumbramos a ver las planchas como un ejercicio abdominal. De hecho, en muchas ocasiones se ejecutan apoyando los antebrazos en el suelo, en lugar de las manos, no vaya a ser que nos “abramos” las muñecas… Una lástima…
En fin, como esto no va de abdominales ni de músculos en general (para el cuerpo los músculos son invisibles, no existen), sino de movimiento en sí mismo, propongo directamente las planchas con brazos extendidos, soportando parte de nuestro peso en el apoyo de las manos –aquí se verá si te lo curraste con los estiramientos y los ejercicios de fuerza de manos y muñecas.
Aquí tienes un vídeo con diferentes alternativas para practicar la plancha horizontal y lateral, con apoyos sobre las dos manos y también sobre una.
Sigue las indicaciones de la profe. Los puntos clave son dos: la alineación de la columna –cuidado, empieza en la cabeza– con las piernas, y la perpendicularidad de los brazos respecto al suelo.
No tiene mucho más –por eso lo de aburrido… Aunque ya sabes cómo afrontar el aburrimiento del entrenamiento.
La segunda parte es, sin duda, mi preferida y la que considero más funcional, la que implica movimiento real, o natural, los gateos, una puerta hacia nuevos universos de movimiento.
Este vídeo de nuestros compañeros de Urban Movement es una buena muestra:
Ya sabes que si quieres detalles acerca de la técnica de estos movimientos y te gustaría progresar y descubrir algunos un poco más complejos, mi libro Locomoción Natural te puede ayudar.
Movimiento 5: Apoyarse sobre las manos
La práctica de esta semana vuelve a ser diaria, y es algo tan sencillo como dedicar cada día unos 10 minutos a las planchas y/o a los gateos, según tu predilección, posibilidades, entorno… Puedes elegir.
Si optas por los gateos, no recomiendo superar los 20 metros consecutivos de un mismo gateo. Varía lo máximo posible, cambiando de posición, dirección –hacia delante, detrás, de lado– e incluso de pendiente. Y así pasa 10 minutitos jugando.
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