Si has prestado atención, en las explicaciones de cada uno de los tests de las últimas semanas no he nombrado músculos, kilos, calorías, distancias… las típicas referencias que solemos establecer cuando «hacemos ejercicio».
Después, en la valoración, sí que he recurrido a algunos músculos, más que nada para que todo sonara más cool, y siempre hablando de su función, y no su apariencia o su rendimiento.
Sin embargo, en realidad, ni es necesario ni es lo más importante.
Cuando te he planteado cada test, básicamente te he hablado de una acción (colgarte, controlar, equilibrarte, coordinarte) y una serie de pautas para desafiar tu habilidad.
Es decir, estábamos realizando TAREAS.
Cuando hablamos de movimiento lo que planteamos es precisamente eso, la capacidad y habilidad de tu cuerpo para llevar a cabo ciertas tareas, que pueden ser simples y analíticas, como estos tests, o complejas y más globales, como las diversas actividades que solemos practicar (carrera, deporte, yoga, artes marciales, escalada, fitness, danza, Pilates, etc.).
Aún así, después, cuando valoramos el estado físico de una persona, ya sea desde un punto de vista estético o en torno a su salud, ¿qué nos encontramos?
Estéticamente, bueno, ya lo sabemos… Tabletas por aquí, culos por allá, bíceps, tono, blablabla.
Y a nivel de salud, lo que suele valorarse es el rendimiento. O bien te colocan en una bicicleta a pedalear como un loco con una máscara y una máquina para medir tu consumo de oxígeno y tus pulsaciones, o bien te hacen pruebas extremadamente analíticas sobre tu fuerza en un patrón muy concreto o alrededor del rango de movimiento de una articulación.
No se trata de juzgar si esto es bueno o malo, lícito o ilícito, o la moral que hay detrás de esta forma de enfocar las cosas.
Yo suelo preferir hacer preguntas…
¿Qué sentido tiene centrarse en las apariencias o las mediciones?
¿Significan algo a nivel cualitativo, realmente?
¿Dicen algo sobre cómo funciona el cuerpo, su capacidad y habilidad?
¿Cómo estamos valorando la sabiduría de movimiento?
Y más importante todavía, ¿cómo respondemos a esas valoraciones?
¿Centrándonos en ellas?
Qué guapo soy, qué tipo tengo.
¡Oh! He conseguido bajar 2 pulsaciones de media en mis 10 km.
¡Ah! He pasado de 50 a 60 kilos en mi press de banca.
¿O realmente prestamos atención a cómo nos estamos moviendo?
¿Esas mediciones y referencias promueven que nos movamos mejor?
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